EL BAUTISMO por Elmer N. Dunlap Rouse Lección 2
EL BAUTISMO SEGÚN PABLO
En la lección anterior, se demostró que el bautismo goza de un lugar muy prominente en la prédica apostólica, tanto que comparte cada caso de conversión en el libro de los Hechos. El erudito bautista G. R. Beasley-Murray observó esta verdad y dijo que el bautismo era parte de la proclamación del evangelio y aparece como su desenlace lógico. Según los apóstoles, el bautismo se practicaba para perdón de los pecados (Hechos 2:38), para lavar los pecados (Hechos 22:16); envuelve agua (Hechos 8:36-38; 10:48) y se llevaba a cabo de inmediato, no importa que fuera la medianoche (Hechos 16:25-33). ¿Será el bautismo necesario para la salvación? La presente lección intenta contestar esta pregunta utilizando el material que trata del bautismo en las epístolas de Pablo.
LA EPISTOLA A LOS ROMANOS
¿Qué dice Romanos del bautismo? Según Romanos, somos bautizados en la muerte de Cristo. Somos sepultados por el bautismo juntamente con Cristo para muerte y resucitamos con él para andar en vida nueva (Romanos 6:3-4). Observe el orden: primero el bautismo y luego la vida nueva. El resultado del bautismo es que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, el pecado fue destruido y no servimos más al pecado (Romanos 6:6). El bautismo nos libera del reinado de pecado en nuestra vida para que entonces podamos vivir para Dios (Romanos 6:7-11).
Algunos dicen que el bautismo es sólo un retrato de la salvación ya ocurrida en nuestro corazón. O tal vez dirán que el bautismo es sólo una forma externa de identificarnos públicamente con Cristo después de haberlo aceptado. Pero estas explicaciones quedan cortas y vacías cuando se comparan con lo que Pablo dijo a los de Roma. Contrario a estas ideas de salvación previa, la carta a los Romanos coloca al bautismo como el momento cuando estos grandes cambios suceden. Pablo no habla nada de retratos ni de símbolos, sino que el bautizado queda, por este acto, sepultado con Cristo para muerte, tiene acceso a los beneficios de su muerte, muere al pecado y así, por medio del bautismo, resucita para andar en novedad de vida (Romanos 6:4).
Si esto fuere poco, la carta a los Romanos añade, "¿O no sabéis que todos lo que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?" (Romanos 6:3). La palabra "todos" es muy abarcadora. Si todos los bautizados alcanzan la muerte de Cristo, ¿qué será de los no bautizados? Si estas bendiciones pertenecen sólo a los bautizados, ¿qué será de los no bautizados?
En su comentario sobre Romanos, el reformista Martín Lutero escribió: "El bautismo fue instituido para guiarnos a las bendiciones (de su muerte) y por tal muerte a la vida eterna. Por lo tanto, es necesario bautizarnos en Cristo Jesús y en su muerte", (Comentario sobre Romanos, Kregel Publications, p.101). Ahora bien, Lutero enseñaba la justificación por gracia por medio de la fe y al mismo tiempo enseñaba que la fe no eliminaba la necesidad del bautismo. La relación del bautismo a la justificación por fe es el tema de otra lección en esta serie, pero en esta presente lección nos toca seguir con su tarea de analizar los escritos de Pablo referente al bautismo.
LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS
De Gálatas 3:26-27, aprendemos que el bautismo comparte el proceso de convertirse en hijo de Dios por medio de la fe. El versículo 27 empieza con "porque" indicando que va a explicar cómo es que uno llega a ser hijo de Dios por la fe. El bautismo es el medio por el cual uno se reviste de Cristo y nace hijo de Dios. Nuevamente Pablo emplea la palabra abarcadora "todos". Esta expresión excluye como revestidos de Cristo a aquellos que no se han bautizado porque dice, "porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos". Cuando Pablo dice "bautizado en Cristo" usa el griego "eis" indicando dirección, cambio de ubicación, y, por lo tanto, indicando el mecanismo de entrar en Cristo. El bautismo mueve el creyente de una posición fuera de Cristo a la posición dentro de Cristo por medio de la fe. En ninguna parte de la Biblia afirma que uno puede recibir a Cristo mediante la oración ya que para ésto es el bautismo. Se recibe a Cristo bautizándose en Cristo. Tampoco afirma la Biblia que no puede creer "eis" Cristo, o sea, "creer "entrando a" Cristo", sino que la Escritura es ecuánime en expresar que uno es bautizado "eis" Cristo. La entrada a Cristo es por medio de la fe en el momento en que uno es bautizado.
De este versículo Martín Lutero comentó, "Por lo cual, el bautismo tiene gran fuerza y eficacia" (Comentario de Gálatas, Kregel Publications, p.222).
LA EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES
Según Colosenses, el bautismo es una obra espiritual porque es la circuncisión no hecha a mano. El bautismo es la circuncisión de Cristo donde nuestros pecados están cortados y separados de nosotros (Colosenses 2:11). Por lo tanto, el bautismo es la obra de Dios y no de uno. El bautismo es una obra espiritual porque quedamos sepultados con Cristo y resucitados con él (Col. 2:12). Mediante la fe en el poder de Dios, el bautismo efectúa una resurrección de los muertos para recibir vida juntamente con Cristo cuando nuestros pecados quedan perdonados (Colosenses 2:12-13). Lejos de ser un mero rito, el bautismo es el momento cuando somos salvos por la fe.
No podemos enfatizar este punto lo suficiente. El bautismo es la obra de Dios y no del hombre. Dios resucitó a Cristo y Dios nos resucita a nosotros, perdonando nuestros pecados y vivificándonos. Nuestra parte en este proceso es confiar en el poder de Dios sometiéndonos al bautismo (Colosenses 2:12-13). Cristo es nuestro cirujano que corta nuestros pecados de nosotros por el poder de su sangre. Nosotros, como los pacientes humildes, nos sometemos a la operación. No obramos nada. El es quien nos vivifica para que tengamos novedad de vida.
Y ¿qué dijo Martín Lutero de este versículo? Citamos: "Sí, es verdad que nuestras obras no sirven para nada para nuestra salvación. El bautismo, sin embargo, no es nuestra obra sino la de Dios" (como citado por Jack W. Cottrell en Baptism And The Remission of Sins, College Press, 1990, p. 32-34)
EL BAUTISMO EN LA EPISTOLA A TITO
Según la carta de Pablo a Tito, el bautismo es el lavamiento de la regeneración (Tito 3:5). Esto no puede sorprender a nadie, pues ya hemos considerado dos textos donde Pablo también habla del bautismo como un nacimiento. Está Romanos 6:4 donde el bautismo es una resurrección para andar en novedad de vida y está Colosenses 2:12-13, donde el bautismo es cuando, estando muertos, nos da vida. Por eso, el bautismo es un "lavamiento de regeneración". Martín Lutero y muchos otros entendieron que Tito 3:5 se refería al bautismo. Somos salvos al bautizarnos. El "lavamiento de regeneración" literalmente significa un lavamiento que renace. Además el bautismo es "la renovación en el Espíritu Santo" porque nuestra renovación es obra del Espíritu. Así dijo Jesús en su conversación con Nicodemo, "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Jn 3:5). Es como el Espíritu "se movía sobre la faz de las aguas" en la creación según Génesis 1:2, de la misma manera el Espíritu espera la resurrección bautismal del creyente para morar en él y renovarlo.
El lavamiento y la regeneración no se ganan porque el bautismo no es una obra de justicia en la cual merecemos la salvación, sino que somos salvos en el momento en que nos bautizamos gracias a la bondad, amor y misericordia de Dios (Tito 3:4-5). La misericordia de Dios nos salva, no nosotros mismos. Dios nos salva por el lavamiento de regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. El lo hace cuando nos bautizamos en Cristo. Por su misericordia somos "justificados por su gracia" (Tito 3:6-7).
EN RESUMEN
Según las epístolas de Pablo, el bautismo es (1) la sepultura en la muerte de Cristo; (2) la crucifixión del viejo hombre para morir al pecado; (3) la resurrección con Cristo para poder andar en novedad de vida; (4) el vestirse de Cristo para llegar a ser hijo de Dios; (5) la circuncisión espiritual cuando se nos corta nuestros pecados; (6) la obra de Dios de sepultarnos con Cristo y darnos vida por perdonarnos nuestros pecados y resucitarnos con el; (7) la obra de la gracia y la misericordia de Dios en el cual experimentamos el lavamiento de regeneración y la renovación en el Espíritu Santo. ¡Interesante! ¿Cómo será posible que alguien diga que el bautismo no hace falta?
Con todo esto, algunos dicen que el bautismo no tiene nada que ver con la salvación. Estos afirman que bautizarse para ser salvo es negar la salvación por fe y tratar de salvarse por las obras. Este celo equivocado se destaca por ignorar lo que la Biblia dice del bautismo. El bautismo no es la negación de la fe, ni es salvarse por obras. Entonces, ¿qué es el bautismo sino el momento cuando uno es salvo por gracia mediante la fe? Martín Lutero inició la expresión, "salvos por fe sola", más, sin embargo, éste negó la posición de que el bautismo no hace falta. ¿Por qué mal interpretan al apóstol Pablo, obligándolo decir lo que nunca dijo? ¿Por qué no mejor apreciar lo que claramente dijo del bautismo? ¿No será que decidieron que el bautismo es salvación por obras y este prejuicio los ciega a testimonio bíblico?
En su comentario sobre Gálatas 3:27, Lutero escribió: "Se debe de notar esto con toda diligencia, ya que algunos de espíritu de fantasía y capricho se pasean difamando la altura del bautismo, hablando de él con malicia. Al contrario, Pablo lo recomendaba, poniéndolo aparte con títulos de honor, llamándolo "lavamiento de regeneración y renovación en el Espíritu Santo". Y aquí también dice que todos los que hemos sido bautizados en Cristo, nos hemos revestido de Cristo. Por lo tanto, el bautismo es de gran fuerza y eficacia". (Comentario sobre Gálatas, Kregel Publications, p. 222).
No nos conviene difamar la majestad del bautismo por un celo equivocado. El bautismo bíblico no se trata de una forma de salvación por obras, sino de la obediencia al evangelio.
Cuestionario
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