EL BAUTISMO por Elmer N. Dunlap Rouse Lección 3
EL BAUTISMO SEGÚN PEDRO
INTRODUCCION
Pedro entendió que el bautismo era parte de la prédica apostólica. ¿Cómo lo sabemos? Pues, Pedro mandó a sus oyentes del día de Pentecostés a bautizarse (Hech. 2:36-38) al igual que la casa de Cornelio (Hech. 10:47-48). Que ¿qué? ¡Los mandó a bautizarse! ¿Por qué será que Pedro se empeñó en esta acción? Pedro contesta: "para perdón de pecados" (Hech. 2:38). Según Pedro, cuando alguien creía en el evangelio, hacía falta el agua (Hech. 10:47). ¿Será que Pedro estaba enseñando que el bautismo era necesario para la salvación? ¿Enseñaba Pedro que uno es salvo al bautizarse en agua? No hay que adivinar. Pedro lo dijo muy claro: "El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena consciencia hacia Dios)" (1 Ped. 3:21). Además de enseñar que el bautismo ahora nos salva, Pedro también explicó lo que quiso decir. En esta presente lección vamos a estudiar más al fondo esta expresión de Pedro: "nos salva".
EL BAUTISMO ES UN ANTITIPO
¿Qué es un antitipo. La palabra griega "antitupon" significa algo formado por un patrón, aquello que corresponde a un tipo. Dos cosas se relacionan y corresponden el uno al otro, uno es el tipo y el otro es el antitipo.
El agua del diluvio es el tipo y el agua del bautismo es el antitipo (1 Ped. 3:20-21). En su comentario, el Sr. Albert Barnes dijo, "Aquí el significado del bautismo corresponde, o tenía semejanza, con el agua que salvó a Noé; el uso del agua en este caso corresponde en alguna manera al uso del agua en el otro caso, a saber, efectuar la salvación (Comentario sobre 1 Pedro).
El apóstol no dice que corresponde en todos los aspectos, como por ejemplo, en cantidad, o en la manera en que fue aplicado, o en su eficacia, pero hay un sentido en que el agua del bautismo efectúa un papel importante en cuanto a la salvación y de la misma forma que sucedió con Noé.
Pedro comparó la salvación de Noé con la nuestra. Acuérdese que Noé fue salvo por la gracia, por la fe y por el agua (Gén. 6:8; Heb. 11:7; 1 Ped. 3:21). La gracia era la parte de Dios, la fe era la parte de Noé, y el agua era el elemento y el momento que Dios usó para llevar a cabo su plan para salvarlo de aquella perversa generación. Nosotros somos salvos por la gracia, por la fe y por el agua (Efe. 2:5; Efe. 2:8; 1 Ped. 3:21). La gracia es la parte de Dios, la fe es nuestra parte y el bautismo es simplemente el elemento y el momento que Dios usa para llevar a cabo su plan de salvación por la sangre de Cristo.
Entonces, ¿en qué se relaciona el agua del bautismo con la salvación? ¿En qué corresponde la salvación de Noé y su familia con el agua del bautismo? Además, ¿en qué quedamos? ¿Somos salvos por la sangre de Jesús o somos salvos por el agua? Para contestar estas preguntas, vamos a continuar estudiando lo que Pedro enseñó sobre del bautismo.
EL BAUTISMO SALVA POR MEDIO DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
El calor no se encuentra en la sábana. Tampoco se encuentra la salvación en algún poder mágico del agua. El bautismo nos salva pero la salvación no está en el agua ya que Pedro dijo, "no quitando las inmundicias de la carne". La salvación se debe, no al agua, sino a la sangre de Cristo. Pues, somos justificados y redimidos por su sangre (Rom. 5:9; Efe. 1:7). No, Pedro no se contradice cuando afirma que el bautismo nos salva porque claramente cree que la sangre de Cristo nos rescató (1 Ped. 1:18-19). Por lo tanto, la salvación no está en el agua.
En el bautismo, la salvación se debe, no al agua, sino a la resurrección de Cristo. Si Cristo no fue resucitado, todavía estuviéramos en nuestros pecados (1 Cor. 15:17). Sin su muerte y resurrección, la salvación no tendría sentido. Pero Jesús fue resucitado de entre los muertos para que los bautizados en su muerte anden en vida nueva (Rom. 6:4). Jesús fue resucitado para que los que son bautizados en la semejanza de su muerte participen en el poder de su resurrección (Rom. 6:5). En otras palabras, el mismo poder de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos ahora nos salva y nos vivifica en el momento en que nos bautizamos (2 Cor. 12:12-13). En este sentido el bautismo nos salva, por el poder salvador de su gracia y su resurrección. No por algún poder mágico del agua, sino por lo que Dios hace en aquel momento por la sangre de Jesús y la regeneración en el Espíritu Santo (Tito 3:4-5).
LA ASPIRACION DE UNA BUENA CONCIENCIA
El bautismo nos salva porque es la aspiración de una buena consciencia. Otras versiones lo traducen como sigue: "es la respuesta de una buena consciencia" (NKJV); "Es la solicitud a Dios para una consciencia limpia"; "el deseo ardiente de una consciencia recta ante Dios" (Goodspeed); "la rogativa de una consciencia limpia ante Dios" (Moffat); "la solicitud de una buena consciencia" (Rotherham); "una apelación a Dios de una consciencia clara" (RSV); "una apelación a Dios de una buena consciencia (NASV). Por lo tanto, el bautizado desea y pide a Dios una consciencia limpia, o sea, el perdón de sus pecados.
Esta expresión de Pedro coincide con el propósito evidente del bautismo bíblico. En el mensaje apostólico, el bautismo no era una opción, sino un mandamiento: "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38) y para "lavar" los pecados (Hechos 22:16). En el tiempo neotestamentario, la gente se dieron cuenta de que eran pecadores y deseaban bautizarse lo más pronto posible (véase Hechos 8:35-38).
Por lo tanto, el bautismo, según la Biblia, tiene tres razones: primero, para tener una buena consciencia ante Dios, es decir, para que la sangre de Cristo limpia la consciencia (Hebreos 9:14); segundo, para que la sangre de Jesús lava los pecados, y tercero, para levantarse para andar en vida nueva por el mismo poder que resucitó a Jesús de entre los muertos.
¿Nos salva el bautismo? ¿Sí o no? Algunos dicen que el bautismo no nos salva, pero Pedro dijo lo contrario, "...el bautismo que corresponde a esto ahora nos salva...". ¿Cómo nos salva el bautismo? Según Pedro, por la resurrección de Jesucristo y como la aspiración de una buena consciencia. Esto nos ayuda a entender por qué es necesario ... para el perdón de pecados (Hechos 2:38). Hasta para los que ya habían recibido el Espíritu Santo - en algún sentido - necesitaron bautizarse para perdón de pecados (nos salva) y para obedecer el mandamiento de Cristo (Hech. 10:47-48). La verdad es que el bautismo salva a los que piden una consciencia clara por medio del poder de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos, cual poder trabaja juntamente con nuestra fe en la sangre de Jesús.
¿Hace falta el bautismo para ser salvo? La prédica apostólica ya contestó que sí en conformidad con las propias palabras de Jesús quien no se confundió ni se equivocó cuando dijo: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado" (Marcos 16:16). Si usted todavía no ha correspondido a este deseo y consejo del Señor, debe de hacerle caso cuánto antes posible. Estas mismas instrucciones fueron explicadas a Pablo y éste se bautizó en seguida: "Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" - Hechos 22:16. ¿Ha apelado usted a Dios por una buena consciencia por bautizarse en Cristo?
Cuestionario
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