Lección 4
EL FIN DEL MUNDO SEGÚN MATEO 24
Además del error de atrasar el reino que estudiamos en la lección anterior, otro error básico de Hal Lindsey y otros es creer que Mateo 24 nos ofrece unas señales que nos permite descifrar la fecha del regreso de Jesús. Estos encuentran en las señales de este texto ánimo para alegar que Su segunda venida va a suceder en el presente siglo (1900 - 2000). Este capítulo de Mateo merece un estudio cuidadoso para ver si realmente da señales para determinar la fecha del regreso de Jesús.
Mateo 24 con sus señales siempre ha sido el texto favorito de aquellos que se prestan para adivinar la fecha del fin del mundo. Por ejemplo, en 1920, el Juez Rutherford escribió que la profecía de Jesús de que "nación se levantará contra nación y reino contra reino" (Mat. 24:7) fue cumplido en 1914 con el comienzo de la Primera Guerra Mundial (Millones Ahora Vivos No Morirán, pág. 17-18). Dijo que la "pestilencia" de Mateo 24 era el gran brote de influenza que se regó por el mundo en aquellos días y que los "temblores" de que habló Jesús eran las revoluciones ocurridos en Rusia, Alemania, Austria y Hungría (pág. 18-19).
En la presentación del libro de John Wesley White titulado WWIII, también Billy Graham consideró la lista de señales en Mateo 24 como "señales que según Jesús presentan el contexto del mundo que indican su inminente regreso". En su libro White dedica un capítulo a cada uno de las señales de Mateo 24 como temblores, pestilencia, hambre, maldad, señales en el cielo y así por el estilo.
Hal Lindsey se une a este grupo de personas que creen que Mateo 24 aporta la información necesaria para predecir el fin del mundo. Graham, White y muchos otros, encuentran en los temblores, guerras, hambres y sucesos similares indicio de que el fin del mundo va a ocurrir durante nuestra propia vida. Por eso, el libro, The 1980s: Countdown to Armageddon, cita a menudo tales señales y concluye, "Somos la generación que verá el fin del presente mundo y el regreso de Jesucristo" (pág. 181).
Es cierto que casi todos los que creen saber cuándo el mundo va a terminar, se apoyan principalmente en Mateo 24. Son los mismos que también creen que, a regresar Cristo, que habrá un reino en la tierra de mil años.
¿Será correcto interpretar lo que Jesús dijo de guerras, rumores de guerras, hambres, temblores y otros eventos, como señales de su regreso y fin de nuestra era? ¿Dijo Jesús que el aumento en la cantidad de temblores y de problemas de nivel mundial eran pruebas de que el fin se acerca?
La verdad es que, a través de los siglos, la gente siempre han encontrado en estos versículos que hablan de guerras, temblores y hambres, la idea de que el mundo iba a acabar cuando ellos vivían, y siempre se han equivocando. Por lo tanto, debemos ser reservados en usar estos mismos versículos para adivinar (especular) el fin del mundo. Ahora bien, si Jesús quiso decir que, con estas señales, se puede saber cuándo el mundo va a terminar, entonces no hay problema en añadir nuestros nombres a esta lista de intérpretes. Pero si eso no fue lo que Cristo quiso decir, entonces no deberíamos usar estos versículos de esta manera.
¿Qué fue lo que Cristo quiso decir? ¿De qué estaba hablando? ¿Serán "señales del fin?" Nuestro propósito con esta lección es repasar a Mateo 24 con mucho cuidado. Vamos a mirar por nosotros mismos lo que Jesús de verdad quiso decir. A continuación, hemos agrupado los versículos del capítulo en diez secciones porque hablan de cosas similares.
1. La Ocasión 23:9 24:3
Para comprender las expresiones de Jesús en Mateo 24, es necesario empezar con la condenación de los escribas y fariseos en el capítulo anterior. "Hay de vosotros" es una expresión de lamento. Jesús llora a estos líderes religiosos y, al final de su lista de condenaciones, los acusa de seguir los pasos de sus padres que habían rechazado a los profetas que les fueron enviados. Al igual que sus padres, Jesús profetizó ellos también iban a matar a los profetas. Como resultado, Jesús les dijo, "para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación" (23:35-36).
Es muy importante observar que Jesús estaba señalando a aquellas personas que estaban vivos cuando el habló. Eran ellos, los vivos cuando Jesús habló, los señalados como "para que venga sobre vosotros" y "sobre esta generación". El pueblo judío continuamente había rechazado las palabras de un profeta tras otra, pero el gran y terrible castigo de toda esta maldad le iba a tocar a la generación que estaba vivo cuando Jesús dijo estas palabras. Sus oyentes eran "esta generación".
Entonces sucedió un momento muy emocionante. Cuando Jesús miró la ciudad, sus ojos se llenaron de lágrimas y se pegó a llorar. Su lamento era, "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta" (23:27-38).
Al abandonar el templo donde había hablado, sus discípulos le comentaron de lo hermoso que era el templo. Tal vez quisieron asegurarse de que el templo no iba también a ser destruida. Jesús miró la estructura que llevó unos seiscientos años en construirse, y que existía desde el retorno de los judíos de su cautividad en Babilonia, y que recientemente fue renovado por el rey Herodes y dijo: "¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada" (24:2). Hasta el templo mismo, que viene siendo el centro de la adoración judía, no iba a escapar la destrucción venidera, sino que será totalmente demolido, tanto que no iba a quedar una piedra sobre otra.
2. La Pregunta 24:3
Después que Jesús dijo estas palabras que pertubaron a los discípulos, ellos cruzaron por el Valle de Kidrón y subieron al Monte de los Olivas donde pudieron mirar allá abajo a la cuidad y el templo. Las palabras de Jesús les había dejado con el deseo de saber más de este desastre.
Preguntaron a Jesús: "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?" Marcos nos presenta este mismo relato y apuntó la pregunta como sigue: "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?" (Marcos 13:4). De la misma manera, Lucas registró la pregunta como, "Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?" (Lucas 21:7).
Al unir la circunstancia con los tres relatos de las preguntas de los discípulos, parece que estaban pidiendo que Jesús les explicara dos cosas: (1) cuándo serán "estas cosas" o sea, la destrucción que había dicho, y (2) qué señal habrá que les permitiera saber que estas cosas estaban por cumplirse. Las expresiones en Mateo de "su venida" y "el fin del mundo" están en paralelo con "todas estas cosas hayan de cumplirse" de Marcos y "cuando estas cosas estén para suceder" de Lucas. No es difícil imaginar que, en las mentes de estos discípulos, la destrucción de Jerusalén y el templo tendría que ser el "fin del mundo".
La frase en Mateo, "el fin del siglo", es una traducción correcta de la expresión en griego. La destrucción del templo fue usado por Dios para marcar el final de una era, de tiempo cuando los judíos formaban el especial y escogido pueblo de Dios. Después del comienzo de la iglesia en 30 DC, hubo un tiempo de transición para terminar con el sistema judía, pero con la destrucción del Jerusalén y el templo por Tito en el año 70 DC, la era judía había llegado a su fin completo y total. Nunca más podrá guardar la Ley de Moisés como fue entregada en el Antiguo Testamento. Al borrar para siempre las distinciones de genealogía entre los diferentes tribus, sería imposible restaurar el sacerdocio levítico. La era judía había terminado en absoluto.
Era natural que una predicción tan espectacular de Jesús motivara estas preguntas. Los discípulos quisieron saber cuándo iban a suceder estas cosas y cómo podrían ellos saber el momento cuando estaban por cumplirse. Los términos de "su venida" y el "fin del siglo" que aparecen en Mateo era la manera en que estos discípulos, según su mentalidad, entendieron un evento tan destructivo y significativo. Por lo tanto, estos términos no son una referencia al "fin del mundo" según nuestro parecer. Cuando entendemos la respuesta de Jesús, veremos que eso es también como Jesús entendió su pregunta.
El Versículo 34 Limita el Contexto
Antes de estudiar la respuesta de Jesús a estas preguntas, es importante tener en cuenta que el versículo 34 de Mateo 24 limita el contexto de su respuesta. Jesús declaró, "De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca". En otras palabras, durante el límite de "esta generación", todas las cosas que Jesús acabó de mencionar serán hechas. Desde el versículo 4 hasta el 33, todos estos sucesos sucederán durante la vida de la generación que Jesús aquí señala.
Por lo tanto, la manera de uno entender Mateo 24 gira de cómo entiende estas dos palabras: "esta generación". Debido a esto, hacemos una pausa aquí para mirar más de cerca esta expresión de nuestro Señor.
Lo curioso es que ya hemos visto estas mismas palabras al final de Mateo 23 (el capítulo anterior), cuando Cristo habló a los escribas y fariseos que estaban siguiendo las pisadas de sus padres en rechazar a los profetas de Dios. Les dijo: "para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación" (23:35-36). Queda establecido que unos pocos momentos antes de decir "esta generación" en Mateo 24:34, Jesús usó esta misma expresión en 23:36 para significar aquellos que estaban vivos cuando El estaba hablando.
Jesús usó el término, "generación" unos siete veces en el libro de Mateo, que son 11:16; 12:39, 41, 42, 45; 16:4; 17:17. En cada caso, Jesús se refería a las personas que le estaban escuchando - que vivían en el primer siglo. Considerando estas siete referencias, más "esta generación" de Mateo 23:36, todo esto indica que Jesús se refería a los vivos cuando estaba hablando y seguramente este es también el significado de Mateo 24:34.
En su comentario sobre Mateo, Jack P. Lewis comenta:
Aunque Scofield sigue Jerome en contender que significa la raza judía, sólo existe un solo caso en el Nueva Testamento (Lucas 16:8) donde el léxico ofrece "raza" como una traducción para el griego "genea". Existe una distinción entre "genos" (raza) y "genea" (generación). Otros han argumentado que "genea" significa generación final, eso es, una vez que empiezan las señales, todas estos sucesos suceden durante una generación (vea 23:36). Pero en los demás casos de Mateo, "genea" quiere decir, la gente viva en el tiempo de Jesús ... y sin lugar a duda, significa lo mismo aquí. La destrucción del templo sucederá antes de pasar una generación. (The Gospel According to Matthew, Part II, pág.. 129 130).' "Used by permission. The Gospel According to Matthew by Jack P. Lewis. Copyright 1976, Sweet Publishing Company.Jesús señaló un límite con el versículo 34. Todos los sucesos mencionados antes del versículo 34, iban a suceder a "esta generación", o sea, aquellos que estuvieron vivos cuando Jesús habló. Los sucesos después del versículo pueden, como veremos, suceder después. Invitamos al lector a tener presente este límite cuando estudia este capítulo.
3. Las Falsas Señales 24:4 14
Cuando Jesús comenzó a contestar la pregunta de sus discípulos acerca de la destrucción del templo y de cuáles serían las señales que indicarán su destrucción eminente, comenzó con la advertencia: "Mirad que nadie os engañe" (ver. 4). Parece que Jesús tuvo el presentimiento de que sus predicciones pudieran exponer sus discípulos a la incertidumbre de sentir angustia cada vez que oyeran de un suceso inusual. Pudieran pensar, "ahora es" cada vez que sentieran un temblor, o escucharan de un hambre, o una guerra.
Así que Jesús les advierte de no dejarse engañar, "Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin" (vers. 5 6). No debieran pensar que el fin del mundo iba a acompañar una guerra o el rumor de una guerra. Clara que no. Como hemos visto, todas estas cosas iban a suceder durante la generación que estaba vivo cuando Jesús habló y el "fin" de que hablaba no era el fin del mundo, sino el de Jerusalén y su templo.
Sin embargo, su expresión no es tanto que no deberían pensar que el fin era eminente cuando oyeran de guerras y falsos Cristos, sino Jesús quiso advertirlos a que, cuando oyeran de estas cosas, no deberían dejarse engañar por pensar que el fin estuviera cerca. Tales sucesos iban a continuar sucediendo, así como en el pasado, pero no deberían entenderlos como señales de lo cerca que estuvieran del fin. Nada habló de que, entre más cerca del final, más aumentan estos sucesos.
Cristo, entonces, enumera otras señales que van a suceder antes de la destrucción del templo y que también pudieran malinterpretarse. "Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores" (ver. 7-8). En otras palabras, Jesús dijo que tuvieran presente que cuando escucharan de temblores o de guerras o hambres, que no les dieran gran importancia porque estas cosas comoquiera iban a suceder y pudieran acontecer antes de la destrucción de Jerusalén o acompañar el fin del templo, pero estos sucesos no son señales para indicar que el fin se acerca. Nuevamente repetimos que todo esto fue dicho antes del versículo 34 y era, por lo tanto, dicho de lo que iba a suceder durante la vida de los que estuvieron presentes cuando Jesús habló.
Jesús habló de otros sucesos que deberían suceder antes de la caída de Jerusalén. "Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (vers. 9-14).
Recordamos el versículo 34. Todas estas cosas iban a suceder durante la generación a quien Jesús estuvo hablando, y así fue. Todos sabemos que la iglesia fue perseguida durante aquél tiempo. Cuando Pablo escribió su carta a los cristianos en Colosi como por el año 62 DC, dijo que en su generación el evangelio se había predicado a toda la creación. Dijo: "el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo" (Col. 1:23). Como el evangelio fue predicado a "toda la creación" en el primer siglo, no puede ser una señal del fin del mundo.
Para poner estos versículos en contexto, recordamos que Cristo está hablando del "fin", o sea, de la destrucción de la ciudad de Jerusalén y el templo. Los discípulos han preguntado "¿cuándo?" y "¿cuáles señales? , para saber cuándo todo esto iba a acontecer. En efecto, Jesús les dice: "No se dejen engañar por los falsos maestros, ni por guerras, ni temblores, ni hambres, ni tampoco por las persecuciones. Todas estas cosas seguirán sucediendo mientras que el evangelio se lleve a todas las naciones, pero estas cosas no son de ninguna manera señales para identificar la eminente caída de Jerusalén".
4. La Verdadera Señal 24:15
Con el versículo 15, sin embargo, Jesús da a los discípulos una señal que es tan específica como clara que, contrario a los eventos que acabamos a mencionar, ellos pueden confiar en esta señal para saber el momento preciso para abandonar a la cuidad para escapar su terrible destrucción. No deberían equivocarse por cosas como temblores o guerras o hasta la persecución de la iglesia, pero habrá una señal que les dejaría saber el momento exacto para moverse.
Aquí está la señal: "Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), " (ver. 15). Jesús se refiere a un pasaje en Daniel 9:27 donde Daniel habla de un período de "setenta semanas" y la mayoría de los comentarios lo entienden como una manera figurada de expresar un período de 490 años. Si entendemos que "semana" figura siete años en vez de siete días, entonces 70 semanas de siete años sería 490 años. Según la profecía de Daniel, en la última semana, o sea en los últimos siete años, viene el "Mesías Príncipe" (ver. 25) y "se quitará la vida al Mesías, mas no por sí" (ver. 26). Otras traducciones, en vez de "mas no por sí" tiene "y no tendrá nada". Así se describe el final repentino de la vida de Cristo, que le quitaron la vida por crucifixión, como un aparente fracaso, sin ninguna propiedad más que un pequeño seguimiento. Murió en vergüenza.
Entonces, según Daniel 9, viene otro príncipe: "y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones." (ver. 26). En el versículo 27 Daniel habla del desolador que viene con "la muchedumbre de las abominaciones" y es esta frase que Jesús cita cuando habla de "la abominación desoladora" en el lugar santo. Si recordamos que Jesús está contestando unas preguntas relacionadas con la destrucción de Jerusalén y su templo, es natural que fuera a referirse a la profecía de Daniel que fue dada antes de que el templo y la cuidad fueron edificados. Daniel profetizó cuánto iba a durar la cuidad reconstruida y el templo.
Jesús no sólo usó estas palabras proféticas de Daniel para que sus discípulos pudieran saber de antemano cuándo la destrucción de Jerusalén iba a ocurrir, sino según el relato de esta conversación en Lucas, Jesús también explicó el significado de "la abominación desoladora". Dijo: "Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado" (Lucas 21;20).
Así como Daniel había predicho, en el año 70 DC, cuarenta años después que el Mesías fue cortado, los ejércitos romanos se acercaron a Jerusalén. Después de situar la cuidad por 134 días para disminuir su resistencia, el ejercito romano traspasó las murallas, destruyó la cuidad y quemó el templo. Entonces los romanos erigieron sus insignias sobre la puerta este del templo y ofrecieron sacrificios a estas insignias (Josephus: War VI, vi. 1 [316]).
Es imposible que pudiera haber un cumplimiento más preciso de las profecías de Daniel y las de Cristo. La cuidad fue destruida y desacralizada. Hasta las piedras del templo fueron derribados, tanto que no se quedaba uno encima de otro.
Jesús les dijo a sus discípulos, entonces, que cuando vieran un ejército dirigirse a Jerusalén para sitiarla, que ésta era la señal de escaparse. En los próximos versículos, Jesús va a ser más explícito todavía de qué deben de hacer al ver esta señal.
5. Qué Hacer Cuando Vieran la Señal - 24:16 20
Cuando los discípulos vieran que se aproximara el cumplimiento del "la abominación desoladora" de Daniel, entonces era el momento de tomar acción. Jesús dijo: "entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa" (vers. 16 18).
Jesús dijo que cuando vieran el ejército formar un círculo alrededor de la cuidad, deberían actuar de inmediato. Si estuvieran en Judea, deberían huir a los montes. Si estuvieran encima de la casa, donde los judíos iban a descansar, deberían bajar por la escalera exterior y huir sin entrar en la casa, sin tomar nada de la casa. Si estuvieran en el campo, deberían comenzar entonces al huir ya que regresar a la casa para buscar la capa pudiera ser una demora suficiente para perder la oportunidad de escapar.
La imagen visual que Jesús creó era clara. Cuando viene un ejercito, corra. No se detenga por nada para no perder la oportunidad de escapar. Jesús entonces menciona tres cosas que pudieran dificultar su escape (vers. 19-20). "Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo". Primero, es difícil viajar si uno tiene hijos pequeños; segundo, las condiciones del tiempo en el invierno hace difícil el viajar; y tercero, viajar en día de sábado sería un problema debido a las restricciones judías y por las puertas del la ciudad que se cierran los sábados.
Todo esto sueña correcto si se trata de escapar de un ejército que se aproxima. No vaya a preparar maletas para no perder la oportunidad de escapar. Ojalá y que no haya niños que le vayan a causar demoras. Ojalá y que no haya que huir en el invierno ni en día de sábado porque serías más difícil en estas circunstancias. Según el historiador Eusebio, habían cristianos que entendieron correctamente estos consejos y huyeron de Jerusalén a tiempo y escaparon el sitio romano. Huyeron a Pela que queda al otro lado del río Jordán (Church History, 111. 5).
Sin embargo, nada de esto tiene sentido si se trata del fin del mundo, como creen algunos. Cuando Cristo regresa, ¿habrá beneficio en huir a las montañas de Judea? Cuando Cristo regresa, ¿sería los niños pequeños un problema para los padres? ¿Sería adverso si Cristo regrese en el invierno o en el día de sábado? Estos consejos de Jesús caben muy bien cuando se aplican a la destrucción de Jerusalén, pero no tienen sentido ninguno cuando se trata del fin del mundo.
Es importante para el estudiante entender la forma de Hal Lindsey de interpretar estos versículos. Dice que los temblores, hambres, guerras y otras señales de los versículos 5 al 14 están sucediendo ahora y nos permiten entender que el fin del mundo se acerca. Según Lindsey, a los siete años antes del fin de la era, el anticristo romano va a hacer un pacto para proteger a los judíos para luego quebrantar el pacto después de tres años y medio. En este momento, dice Lindsey, "el anticristo va a entrar en el recién construido templo judío, coloca allí en el lugar santo una estatua de sí mismo, y se va a proclamar Dios. Desde este momento exige que todos le adoren a el y a su estatua. Este es la máxima profanación que pudiera pasar a la nación judía y fue profetizado por el profeta Daniel (Daniel 9:27; 12:11), y por Jesús mismo (Mateo 24:15). En terminología judía, esto es lo que se llama la "abominación desolador" (There's a New World Coming, pág. 178).
Bien, según el punto de vista de Lindsey, entonces, el comentario de Jesús de la "abominación desoladora" no trata de la destrucción del templo de Su día, sino la profanación de un templo que todavía está por construirse. Según Lindsey, esto no sucedió en el primer siglo, sino será en nuestra tiempo, justo tres años y medio antes de la gran batalla de Armagedón.
Este concepto sufre de muchos errores. Primero, viola los dichos claros de Jesús, de que las cosas mencionadas antes del versículo 34 iban a suceder durante la vida de aquella generación que vivía cuando el hablaba. Segundo, obliga las palabras de Daniel y de Jesús acerca de la "abominación desalodor" a aplicarse a la profanación de un templo imaginario que todavía no se ha hecho, en vez de la destrucción del templo que existía en el tiempo de Jesús. Ambos Jesús y Daniel hablaron del templo que existía en el primer siglo.
En tercer lugar, la idea de Lindsey de los últimos siete años de la profecía de Daniel está claramente equivocada. Admite que las setenta semanas se refiere a un período de 490 años, pero luego dice que a los 483 años, Dios paró el reloj, dejando los últimos siete años sin cumplir. En sus propias palabras dice, "483 años habían pasado en el día que Jesús se presentó a la nación judía como Mesías" (New World, pág. 100). El Sr. Lindsey paró el reloj de Dios el día que Jesús comenzó su ministerio, ignorando el hecho de que el reloj tiene que correr otros tres años y medio para incluir el ministerio de Cristo. Está de acuerdo de que Cristo no comenzó su ministerio hasta que no se cumplieron los primeros 69 semanas, pero dice que Dios paró el reloj antes que Jesús comenzara su ministerio. Esta idea claramente contradice la profecía que dice que la obra de Jesús ocupa la última semana y "a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda" (vers. 27). En medio de los últimos siete años, la muerte de Jesús elimina el valor del sistema judía de sacrificios, y, a pocos años, vienen los romanos para destruir el ahora innecesario templo. Lindsey no deja tiempo en la profecía para la obra de Cristo en este mundo, cuando en realidad este es el tema principal de la profecía.
No hay nada en las palabras de Daniel que indica que parte de la profecía sería dejado para cumplir en una fecha posterior. La historia narra un cumplimiento total de esta profecía en la vida y muerte de Jesús y en la venida del ejército romano para destruir a Jerusalén y el templo. Si la profecía dicha por Daniel no se cumplió como lo dijo Dios, entonces la profecía fracasó y Dios no cumplió su palabra.
Otro problema para la interpretación de Lindsey es que las instrucciones de Jesús de lo que sus discípulos debieran hacer cuando vieran la señal de la venida de ejércitos. Estas instrucciones no son propias para el comienzo de una guerra mundial de proporciones enormes. No existe una Judea moderna y aunque hubiera, ¿por qué limitar estas instrucciones sólo a los de Judea si se trata de una guerra mundial? Correr a los montañas judeas no ofrece ninguna protección si, como dice Lindsey, habrá unos 300 millones de soldados en Israel con tanta sangre de las matanza que llega a la barriga de caballos por cientos de kilómetros en todas las alrededores de Jerusalén (New World, pág. 206). Además, el problema de aquellos con niños, los tiempos de invierno y la huida en día de sábado pierden su significado cuando se aplica a una guerra moderna en vez de una guerra del primer siglo.
Después de dar la señal a los discípulos para que supieran cuando la destrucción iba a empezar, y después de explicar lo que debieran hacer en el momento preciso, Jesús comenzó a explicar la destrucción venidera.
6. La Destrucción de Jerusalén 24:28 28
Jesús ya había dicho que la destrucción del templo sería total, que no iba a quedar una piedra sobre otra (24:2) y que no habrá otra tribulación igual, ni antes ni después (ver. 22). Ahora Jesús pasa para dar más detallas diciendo: "Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (v.22). El horror de la caída de Jerusalén está muy documentado y los atrapados sufrieron de manera terrible. Se cree que hasta un millón de judíos murieron en esta tragedia.
Jesús advirtió que "entonces", o sea, durante el sitio de la ciudad, habrá algunos que ofrecerían la esperanza falsa de que el Mesías ya había venido o estuviera en el desierto, o en un lugar secreto. Los discípulos no debierían creer esos cuentos, ya que la venida del Hijo de Hombre no será un acontecimiento secreto. Esta expresión de Jesús vale no importa que se trata de su primera venida, su segunda venida o una venida figurada para llevar a cabo sus advertencias de que Jerusalén será destruida.
El versículo final de esta sección es un proverbio que quiere decir que dondequiera que haya un cadáver, allí las águilas (aves de rapiña) se congregan. Esta es una clara referencias a lo que había dicho a los líderes religiosas al final del capítulo 23. Ellos estaban siguiendo el ejemplo de su antepasados en matar a los profetas y rechazar a los enviados. Ellos, de la misma manera, rechazaron el último - el Hijo de Dios. Por eso, el sistema judía completa se considera como muerta y lista para el trato que le den los aves de rapiña al cuerpo de algún animal muerto. La destrucción que les esperaba era el resultado natural de sus propios actos de rechazar a Dios y a su Hijo, Jesús.
Como señala Kik, "El término "águila" en el Antiguo Testamento se refería a una nación extranjera que atacaba a Israel como un castigo de Dios por su pecado". Moisés (Deut. 28:29; Oseas 8:1) y Habacut (1:8) todos usan esta misma figura. De la misma manera, Jesús lo aplica a la destrucción de los judíos. (Véase Kik, An Eschatology of Victory, pág. 126.)
7. Los Asombrosos Sucesos que Inmediatamente Sigan 24:29 31
Jesús entonces pasa a explicar los sucesos que sigan "inmediatamente" lo que acaba de expresar. Como todavía nos falta para llegar al versículo 34 y como estas cosas suceden inmediatamente después de aquellos días que claramente se refiere al la destrucción de Jerusalén, concluimos que el lenguaje figurativo en los versículos 29-31 refiere a las cosas que sucedieron inmediatamente después de la caída de Jerusalén.
La lista consta de ochos sucesos: (1) el sol se oscurece, (2) la luna no da su luz, (3) las estrellas se caen del cielo, (4) los poderes celestiales se conmueven, (5) la señal del Hijo de Hombre aparecerá, (6) todas las tribus de la tierra lamentan, (7) verán al Hijo de Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, y (8) enviará sus ángeles para reunir a los elegidos desde los cuatro extremos de la tierra.
Algunas expresiones de estos ocho sucesos pueden referirse a la segunda venida de Jesús, pero por razón de "inmediatamente" y "esta generación", debiéramos preguntar si podemos aplicar todos los ocho a lo que sucede poco después de la caída de Jerusalén. Como veremos, la respuesta es afirmativa.
A menudo los profetas del Antiguo Testamento usaron expresiones como "el sol se oscurece" y "la luna no da su luz" y "las estrellas se caen del cielo" cuando hablaron de la caída de naciones. Isaías, por ejemplo, habla de la caída de Babilonia con expresiones como estas (Isa. 13:10). Habla de la caída de Idumea con términos similares: "Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército (estrellas)" Isa. 34:4 5). Ezequiel emplea un lenguaje similar cuando profetiza la caída del Faraón en Egipto (Ezek. 32:7 8).
Joel 2:28-32 habla de "prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo" y que "el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre". Pedro dice (Hechos 2:16) que la profecía de Joés fue cumplida en el día de Pentecostés cuando vino el Espíritu Santo, el fin de la era judía y el comienzo de la era del evangelio.
A menudo las Escrituras usa un simbolismo como el que aparece en Mateo 24:29 para significar sucesos importantes, en especial cuando se trata de la caída de una nación o el fin de una era. Por lo tanto, era un estilo de lenguaje muy aceptable usar símbolos como estas para simbolizar el final de la nación judía y el fin de la era de la ley de Moisés. No es necesario, entonces, obligar tales símbolos para que sólo puedan referirse al fin del mundo o a la segunda venida de Cristo.
Y ¿qué de la "señal de Hijo del Hombre en el cielo"? Observe que no dice, "el Hijo de Hombre aparecerá" como algunos se imaginan, sino, "aparecerá la señal". Es la señal del Hijo de Hombre. ¿Dónde está el Hijo del Hombre cuando aparece su señal? Está en el cielo. Una lectura cuidadosa del versículo muestra que el mensaje es que una señal aparecerá y que la señal es del Hijo del Hombre que está en el cielo. Entonces, ¿que es la señal?
La caída de Jerusalén era el cumplimiento de uno de las profecías más específicas de Jesús. Era una señal muy significativa para aquellos que oyen, leen y entienden. La caída de Jerusalén era el fin del sistema judío, que según Hebreos era un sistema necesario aunque imperfecto. La caída permitió que el evangelio de Cristo substituyera la Ley de Moisés. Con la caída del judaísmo, los "tribus" de los judíos de todos el mundo lamentaron el hecho de que no habían aceptado como grupo a Jesús como su Mesías. Para ellos, la destrucción del templo era un gran desastre y un fracaso para la causa de Dios. Ellos no entendieron la destrucción como parte del plan de Dios para poner fin de una era y el comienzo de otra.
Vamos a pasar ahora a la expresión, "y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria". A primera vista parece que este versículo trata de la segunda venida. Pero hay varios lugares en la Biblia que hablan de la venida de Dios o de Cristo cuando en realidad no se refiere a una venida visible y tampoco trata del fin del mundo. Por ejemplo, Isaías profetiza que Dios "monta sobre una ligera nube" (19:1) cuando Dios viene para apoderarse de Egipto y los Salmos hablan por figura de Dios como "El que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento" (104:3).
Al ser interrogado por el sumo sacerdote, Jesús ilustra su identidad por medio de la figura del que viene "en las nubes del cielo" (Mateo 26:64). Dijo: "veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo". El Hijo del Hombre hace las dos cosas a la vez: está sentado y viniendo en las nubes. Está sentado a la diestra de Dios a donde ascendió (Hech. 2:33) y tiene "todo poder en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18). Por lo tanto, Jesús "viene en la nubes" de manera figurada para ejecutar juicio y cumplir su profecía acerca de Jerusalén. Su expresión parece referirse a la profecía de Daniel 7:13-14 donde Daniel afirma haber visto en las visiones de la noche a uno como el Hijo de Hombre y "he aquí con las nubes del cielo venía ... hasta el Anciano de días". Aquí el Mesías viene a Dios con las nubes del cielo.
En la libro de Apocalipsis, a menudo Jesús dice, "Vengo pronto" (22:7, 12, 20). Si fuera su segunda venida, no cumplió su palabra, porque ya han pasado unos 2000 años desde que dijo aquellas palabras y no vino pronto. Por eso tenemos una "venida" figurativa porque en efecto está diciendo, "Vengo pronto para cumplir lo que dije en este libro", es decir, para destruir el perseguidor. Por eso, estos versículos en Apocalipsis usan una venida figurativa para destruir una nación similar a la expresión en Mateo 24.
Si consideramos que todos estos pasajes, que dicen que Jesús viene pronto, no se tratan de manera literal, no es difícil aceptar que Mateo 24:30 lleva un significado similar. Dijo que vendría con las nubes del cielo para derribar a Jerusalén y el templo por medio de su agente, el ejército romano. Jesús cumplió su palabra ya que vino mientras aquella generación estuviera viva.
El versículo final de esta sección habla de Jesús enviando ángeles para reunir a los "elegidos". Con el templo desaparecido y la imposibilidad de cumplir la Ley de Moisés en forma original, el evangelio puede esparcirse sin obstáculo por los judíos que antes lo habían estorbado. Con la posible referencias a año de jubileo judía cuando se anunciaba la libertad de los esclavos, Cristo puede enviar a sus "ángeles" (palabra griega que también significa "mensajeros") por el mundo para llamar a todos a la salvación por medio del evangelio (2 Tes. 2:14). Los que responden y aceptan sería los elegidos.
8. "Esta Generación" 24:32 35
Estos cuatro versículos empiezan con una parábola sencilla que dice que cuando la higuera empieza a echar las hojas, que uno puede saber que el verano se acerca. De la misma manera, Jesús explicó a sus discípulos que cuando vean estas cosas suceder, que puedan saber que se acerca. Los discípulos le habían pedido una señal para saber cuándo iba a ocurrir la destrucción del templo que Jesús había predicho. Entonces les dio la respuesta. Después de ofrecer una lista de señales falsas como guerras, rumores de guerras, temblores, hambres y persecuciones, ofrece la señal verdadera que sería la ciudad de Jerusalén rodeada de ejércitos, el cumplimiento de la profecía de Daniel de la abominación desoladora. Al ver esto, debieran dejar de inmediato a la cuidad. Debieran orar que su huida no sea en las condiciones adversas como con niños, en invierno o en día de sábado. La tribulación de aquellos en la cuidad sería horrible pero iba a terminar antes que todos murieran. Con la caída de la cuidad y el templo, entonces la nación judía y aquellos que rechazaron a Cristo verían su gran poder y gloria al cumplirse su profecía. El evangelio ahora puede extenderse libremente sin considerarse como un tipo de judaísmo.
Jesús contestó las preguntas de sus discípulos y sincillamente dice que, como por la higuera se puede saber cuándo se acerca el verano, y así también se puede discernir por medio de la señal ahora dada cuándo aquel momento se acerca.
Para ayudarlos más todavía, Jesús puso límite a cuándo "estas cosas" iban a suceder con la expresión "esta generación". No sólo les dio la historia por adelantado, sino que les explicó que iba a suceder durante la vida que personas entonces vivos. Habló en el año 30 DC, y los sucesos mencionados sucedieron en el año 70 DC con la caída de Jerusalén - cosa que cabe en la vida de las personas con quienes habló. Terminó sus expresiones por afirmar que sus palabras no fallarán (v.35).
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Como Ladrón en la Noche © 2005 21 Century Christian