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Lección 2

LA IGLESIA NACIENTE

Antes de comenzar esta lección, lea con cuidado Hechos 2:1-47.

 

EL DIA DE PENTECOSTES

Pentecostés era una de las fiestas religiosas que los judíos observaban anualmente. Tenía lugar cincuenta días después de Pascua. Jesús fue traicionado la noche de Pascua, pasó casi tres días en el sepulcro, fue resucitado, y se les presentó a los discípulos durante cuarenta días antes de su ascensión. Por lo tanto, los acontecimientos relatados en Hechos 2, como ocurridos el día de Pentecostés, tuvieron lugar más o menos siete semanas después de la muerte y resurrección de Jesús, y entre una y dos semanas después de su ascensión.

 

EL DESCENSO DEL ESPIRITU SANTO

(Lea Hechos 2:1-4). El texto no aclara si otros de los discípulos de Jesús estaban reunidos con los doce apóstoles cuando el Espíritu Santo descendió, por eso hablaremos solamente de los apóstoles. La prometida venida del Espíritu Santo fue acompañada por "lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos", y por "un estruendo como de un viento recio que soplaba". No hubo viento, sino un estruendo como de viento. Un fuerte viento causaría alarma, pero no sería considerado un milagro, mientras que el ruido de un fuerte viento sin que en realidad soplara viento, llamaría la atención. En efecto ese milagro reunió a una multitud que entonces vio otro prodigio todavía más impresionante. Los apóstoles "fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas". El Espíritu de Dios se apoderó de los apóstoles y, por medio de ellos, anunció su mensaje a la multitud.

 

EL EFECTO SOBRE LA MULTITUD

(Lea Hechos 2:5-13). Habla en Jerusalén judíos de muchas naciones. El texto no explica si estaban allí sólo con motivo de las fiestas religiosas, o si hablan emigrado a Palestina. Eran hombres piadosos que reverenciaban y querían agradar a Dios. Pero a pesar de su buena fe, muchos de ellos ignoraban cuál era la verdadera voluntad de Dios, porque habían participado en la muerte de Jesús (Hechos 3:17). Esa situación desmiente la idea bastante difundida de que para agradar a Dios, basta ser sincero en las creencias y prácticas. Como el caso de esos judíos demuestra, es posible ser sincero sin estar en lo cierto ante Dios. Además de las buenas intenciones, El exige también que conozcamos y hagamos su voluntad así como está revelada en la Biblia.

Todos podían entender el mensaje de los apóstoles, aunque había cerca de 15 naciones representadas. La multitud reconoció inmediatamente que estaba presenciando un verdadero milagro. No había posibilidad de engaño, porque cada uno entendió a los apóstoles en su propio idioma, a pesar de que todos éstos eran de la región de Galilea. Era obvio que los apóstoles no actuaron por su propio poder. Por eso, los oyentes se quedaron asombrados y perplejos, y se preguntaron unos a otros: "¿Qué quiere decir esto?"

Unos incrédulos intentaron explicar el comportamiento de los apóstoles, diciendo que estaban ebrios. La falla de esa explicación es obvia: los ebrios mal pueden hablar su propio idioma, mucho menos una lengua ajena.

 

EL MILAGRO EXPLICADO

(Lea Hechos 2:14-21). La escena estaba lista. Los apóstoles habían recibido el milagroso don del Espíritu y una multitud se habla reunido, queriendo saber el significado de lo que estaba presenciando. Entonces Pedro tomó la palabra y les explicó que los apóstoles actuaban así, no por estar bajo la influencia del alcohol, sino por estar bajo la influencia del Espíritu Santo.

Se estaba cumpliendo en aquella ocasión una etapa del plan de Dios que el profeta Joel habla anunciado hacía siglos (Joel 2). En presencia de un obvio milagro que, además, estaba predicho en sus sagradas Escrituras, esos judíos reconocieron que el mensaje que iban a escuchar provenía de Dios.

 

¿QUIEN ES JESUS?

(Lea Hechos 2:22-36). Los judíos eran pecadores, pero no lo sabían. Para que se dieran cuenta de su condición, Pedro tuvo que establecer para sus oyentes la verdadera identidad de Jesús, porque sin esa información no hubieran podido apreciar el error que habían cometido al matarlo. Entonces el apóstol comenzó a mostrarles evidencias de que Jesús era el Cristo, el prometido Salvador:

1. Los milagros que Jesús hizo mostraron que Dios lo aprobaba (versículo 22). Cuando los judíos mataron a Jesús, no frustraron el designio de Dios. Al contrario, El ya había previsto e incorporado ese crimen en su plan para reconciliarse con el hombre. (Note que ni los que ignoran la voluntad de Dios, ni los que se oponen a ella, pueden impedirla).

A pesar de que los judíos no mataron personalmente a Jesús, aprovecharon a los infieles (Pilato y los soldados romanos) como instrumentos de su maldad. Pero su crimen no fue menor por haber utilizado agentes ajenos para realizarlo.

2. Dios resucitó a Jesús de la muerte (vers. 24 y 32). Pedro citó al muy respetado rey David, que había predicho la resurrección de una persona antes de que se corrompiera su cuerpo (Salmo 16:8-11). ¿A quién se refería David? El uso del pronombre "yo" llevaría a pensar que hablaba de sí mismo. Pedro destacó, sin embargo, que David no podría estar refiriéndose a su propia persona, porque había muerto y su sepultura era conocida por todos (versículo 29). Ningún judío creía que David había sido resucitado. Más bien, David, siendo profeta de Dios, había previsto y anunciado la resurrección del Cristo.

A la profecía de David, Pedro agregó el propio testimonio de los apóstoles, porque Jesús les había enseñado después de su resurrección.

3. Dios confirió a Jesús honor y poder en los cielos (versículo 33). Pedro citó otra profecía hecha por David en la que éste se refiere a una ascensión a los cielos y una glorificación. Como David no había subido a los cielos, y por lo tanto no podía estar hablando de sí mismo, se concluye que se refería a Jesucristo, cuya ascensión los apóstoles habían presenciado (Hechos 1:9-11).

El poder que Dios concedió a Jesús fue el Espíritu Santo. El descenso del Espíritu confirmó la veracidad del mensaje de Pedro, que decía que fue Jesús mismo quién había comunicado el Espíritu Santo a los apóstoles. Esa era la prueba máxima en cuanto a la identidad de Jesús: nadie podía conceder el Espíritu Santo sin haber recibido la autoridad y el poder de Dios mismo para hacerlo. Por eso, Pedro resumió lo que había dicho, declarando: "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo".

 

LA REACCION DE LA MULTITUD

(Lea Hechos 2:37). El sermón de Pedro tuvo como finalidad convencer a los oyentes de su condición de pecadores y de la necesidad de la salvación. Si Pedro hubiera iniciado su discurso diciéndoles lo que debían hacer para recibir el perdón de Dios, se habrían reído de él, porque no se daban cuenta de quién había sido realmente su víctima cuando mataron a Jesús, y, por consiguiente, no sentían la gran carga de culpa que les correspondía. Por eso, era esencial que Pedro los hiciera conscientes de lo que habían hecho, para que pudieran reconocer su condición de pecadores.

Al escuchar el mensaje de Dios, los que antes habían sido incrédulos, creyeron que Jesús es el prometido Mesías. Hoy, como en aquel entonces, la fe en Jesús se logra por medio de la Palabra de Dios (Juan 20:30-31). Esta Palabra, que se encuentra en la Biblia, debe ser la base de nuestra fe y de nuestra vida. Desde el momento en que no todo lo que en el mundo lleva el nombre de Dios proviene de El, debemos conocer bien la Biblia, para poder distinguir entre enseñanzas bíblicas y opiniones humanas.

Muchos de los que escucharon el mensaje de Pedro el día de Pentecostés fueron tocados en lo más íntimo del corazón, dándose cuenta de que carecían de la salvación que tanto necesitaban. Por eso preguntaron qué debían hacer. En la víspera de su muerte, Jesús había prometido que mandarla el Espíritu Santo a los apóstoles, el cual les haría conocer toda la verdad acerca de la voluntad de Dios para con los hombres (Juan 16:13). Esa promesa se cumplió el día de Pentecostés. Ahora veamos cuál es esa voluntad divina.

 

LOS DOS ORDENES DE PEDRO

(Lea Hechos 2:38-39). Cuando sus oyentes preguntaron qué debían hacer, Pedro NO respondió: "Ustedes no pueden hacer nada". Al contrario, Pedro los exhorto diciendo: "Sed salvos" (versículo 40). Por medio de la muerte expiatoria de Jesús, Dios ha puesto al alcance del hombre la salvación. Esta no se gana ni se merece, sino que es un don gratuito de Dios (Tito 3:4-6; Efesios 2:8-9). Lo que hace el hombre es simplemente aceptar el perdón de la manera en que Dios se lo ha indicado por medio de los apóstoles.

Hay personas que creen que sus pecados han sido tan graves o numerosos que no pueden recibir la salvación. Pero Pedro muestra que el perdón de Dios puede llegar aun hasta los que asesinaron al Hijo de Dios. Cuando los judíos preguntaron qué debían hacer, Pedro ordenó que cumplieran las condiciones por las cuales se recibe de Dios el perdón de los pecados:

1. El arrepentimiento. ¿Qué es arrepentirse? No es solamente sentir tristeza por causa de los pecados. Cuando los que oyeron a Pedro "se compungieron de corazón", es decir, después que se entristecieron por su carga de culpa y preguntaron qué debían hacer, entonces Pedro les ordenó: "Arrepentíos". Por lo tanto, el arrepentimiento sigue al remordimiento por el pecado (II Corintios 7:10).

El arrepentimiento es el resultado del remordimiento por los pecados cometidos. Es un cambio de actitud, o de intención, que encauza para bien la dirección de la vida, para entrar en la debida relación con Dios. Todo hombre es pecador. Debe arrepentirse, o sea, debe dar las espaldas al pecado y servir a Dios. Para acercarnos a Dios, el arrepentimiento está tan vigente hoy como en el día de Pentecostés.

2. El bautismo. Esta es la segunda orden que el Espíritu de Dios dio a los pecadores mediante Pedro. Después de arrepentimos, Dios exige que seamos bautizados. Como el arrepentimiento, el bautismo todavía rige para nosotros, puesto que la voluntad de Dios para con los hombres no ha variado desde los días apostólicos.

Existen los que no ven una relación entre el bautismo y el perdón, y por eso no se ven obligados a ser bautizados, a pesar de que el bautismo es un mandato de Dios tanto como el arrepentimiento. Deben tener presente que el perdón de los pecados tiene lugar en la mente divina. Por lo tanto, es Dios, no el hombre, quien establece las condiciones de salvación. El hombre no debe empecinarse en no cumplir un mandamiento divino. Los que piensan que tienen el derecho de determinar por sí mismos cómo van a acercarse y entregarse a Dios (cuando El ya ha delineado explícitamente en su Palabra los términos que exige), no están mostrando la entrega y la obediencia que Dios requiere de sus hijos.

Note que el bautismo bíblico es sólo para adultos, porque es necesario que esté precedido por fe y arrepentimiento, dos requisitos con los que el bebe es incapaz de cumplir. Por eso, el bautismo de los bebes es ineficaz por no ser el bautismo bíblico.

 

CARACTERISTICAS DE LA PREDICACION BIBLICA

Una diferencia singular e importante entre el mensaje del inspirado apóstol Pedro, y el de muchos predicadores de hoy, es que Pedro mostró clara y completamente el camino hacia la salvación. Note que dijo a los pecadores exacta y definitivamente lo que debían hacer para estar en la debida relación con Dios: dijo a los que creyeron en Jesús como Salvador que se arrepintieran y fueran bautizados para recibir el perdón de los pecados. ¿Quién puede acusar a Pedro de ambigüedad o de no haber enseñado el evangelio en su totalidad?

En cambio, el mensaje de muchos predicadores modernos es vago e incompleto. Solamente dicen a los pecadores que se arrepientan y acepten con confianza la salvación que hay en Jesucristo. Hasta este punto están en lo cierto, pero les falta explicar bíblicamente COMO Dios exige que aceptemos esa salvación, como lo hizo Pedro.

En el inspirado mensaje de Pedro del día de Pentecostés, y en muchas otras ocasiones registradas en el libro de los Hechos (que estudiaremos en otras lecciones), se ve que la fe, que es el confiar en Jesús como nuestro Salvador personal y dejar que él entre en nuestro corazón, es solamente el primer paso hacia la salvación. Después viene la obediencia. Tenemos que recibir la salvación de la manera en que Dios nos lo ha indicado por medio de los apóstoles.

Si creemos que la Biblia revela la voluntad de Dios para con los hombres, entonces debemos desconfiar de cualquier enseñanza religiosa que no esté de acuerdo con la revelación bíblica. Los que NO dan a los pecadores la misma respuesta-remedio que les dio el apóstol Pedro (como si conocieran mejor que el Espíritu Santo cómo se recibe el perdón de Dios), están enseñando una doctrina falsa. En cambio, los que agradan a Dios cumplirán y enseñarán al pie de la letra las condiciones precisas y especificas de salvación que el Espíritu Santo reveló a Pedro.

Además del contenido de su predicación, debemos imitar la valentía con que Pedro comunicó el mensaje de Dios. Es evidente que la meta del apóstol era agradar a Dios y no a los hombres. Hablaba a una multitud asesina que ya había causado la muerte de un inocente, pero no por esto Pedro temió. Ni siquiera ante el peligro de muerte ocultó o suavizó la verdad de Dios, porque confiaba en la poderosa presencia del Espíritu. La disposición de los primeros cristianos a arriesgar la vida por la veracidad del evangelio, resultaba incomprensible para los enemigos de Jesús. Todos los que hoy pretendemos proclamar el mensaje de Dios debemos hacerlo igual que Pedro: con valentía, convicción, claridad y fidelidad.

 

LAS PROMESAS DE PEDRO

1. El perdón de los pecados. Cuando la gente se dio cuenta de que había matado al Cristo, le preguntó a Pedro qué hacer. En respuesta, el apóstol les ordenó que se arrepintieran y se bautizaran, con la promesa de que, cumplido esto, recibirían el perdón de sus pecados. El perdón es la primera promesa hecha a aquel que: (1) cree, (2) se arrepiente, y (3) es bautizado. El perdón de los pecados se finalice en el creyente cuando se arrepiente y se bautiza. El pecador se arrepiente y es bautizado NO porque ya ha obtenido perdón, sino para recibirlo.

2. El don del Espíritu Santo. Esta es la segunda bendición prometida a los que creen, se arrepienten y se bautizan. Imagínese la alegría de la multitud en el día de Pentecostés, al saber que podrían tener dentro de sí la presencia de ese mismo Espíritu que se había manifestado con tanto poder en los apóstoles. Esa presencia divina distingue a uno como hijo de Dios, y es el anticipo de la herencia que El dará a los suyos (II Corintios 1:22; Efesios 1:13-14; 4:30; Gálatas 4:6). Además, es el Espíritu el que ayuda, gula y perfecciona al cristiano (Gálatas 5:22-25; Romanos 8:14, 26-27). Pedro dijo (versículo 39) que el don del Espíritu sería también para "los que están lejos". Estos serían no solamente los obedientes de generaciones futuras, sino también los gentiles. A pesar de haber dicho esto, parece que Pedro no lo entendió bien en aquella ocasión, como veremos en otra lección (Hechos 10).

 

LA OBEDIENCIA DE LA MULTITUD

(Lea Hechos 2:40-41). Lucas no incluyó en su relato el sermón entero de Pedro. Más bien, nos dice simplemente que Pedro testimoniaba y exhortaba "con otras muchas palabras". Sería interesante y esclarecedor saber cuáles fueron esas palabras no registradas, porque provinieron del Espíritu de Dios. Sin embargo, podemos confiar en que Dios, con su providencia, preservó lo suficiente y lo necesario del mensaje de Pentecostés para que podamos saber cuál es su voluntad para con nosotros.

Después de que la multitud se enteró de las condiciones que había que cumplir para recibir el perdón de Dios y el don del Espíritu Santo, cerca de 3,000 personas se arrepintieron y fueron bautizadas.

En el Nuevo Testamento, la palabra "bautismo" quiere decir ''inmersión'' en agua. Para el que quiere recibir la salvación de Dios, el bautismo representa la muerte y el entierro del viejo ser pecaminoso, y la resurrección del nuevo ser consagrado a Dios (Romanos 6:1-6). Por eso, rociar la frente a alguien no es bautizarlo en el sentido bíblico apostólico.

Había varios estanques en Jerusalén adecuados para

la inmersión. Por ejemplo, el de Siloé (Juan 9:7) tenía 15 metros de largo y 5 de ancho, con escalones de 1.20 metros de ancho que llevaban al fondo.

Los 3.000 bautismos fueron realizados en aquel mismo día de Pentecostés. Algunas personas, queriendo justificar el bautismo no bíblico de rociar a alguien, concluyen erradamente que hubiera sido imposible sumergir a 3.000 personas aquel día porque no habría habido suficiente tiempo, y por eso concluyen que los apóstoles probablemente 'bautizaron" a la multitud rociándola. Sabemos que antes del día de Pentecostés, ya había más de 100 discípulos de Jesús que se reunían con los apóstoles (Hechos 1:15). Lucas no indica si aquéllos ayudaron a bautizar a los 3.000, pero aunque los doce apóstoles fueran los únicos que efectuaron los bautismos, y partiendo de la base de que una persona puede ser sumergida en un minuto, no habría llevado mucho más de cuatro horas hacerlo.

LA VIDA DE LA IGLESIA NACIENTE

(Lea Hechos 2:42-47). Los que recibieron la salvación en el día de Pentecostés empezaron a actuar como una iglesia: seguían fieles a las enseñanzas de los apóstoles, oraban, alababan a Dios, aliviaban a los necesitados, vivían en comunión fraternal, y con alegría y sencillez de corazón partían el pan. La expresión "partir el pan" puede referirse a la Cena del Señor, o a las comidas diarias que se compartían. Las dos prácticas eran comunes, y muchas veces hasta eran celebradas simultáneamente. Los apóstoles continuaban predicando el mensaje de la salvación, y haciendo muchos milagros por el poder del Espíritu Santo. Cada día el número de cristianos aumentaba.

En el Nuevo Testamento la palabra "iglesia" no se refiere a un templo o una casa de oración, sino a personas, a los que pertenecen a Dios, a los que forman parte de su familia. Note que a medida que los hombres obedecieron las condiciones que Dios impuso para recibir su perdón, El los incorporó a su iglesia (versículo 47). No había personas salvadas fuera de la iglesia, porque el proceso que las salvaba era el mismo que las hacia miembros de la iglesia. Tampoco había votación por parte de la iglesia para determinar quien podía ser nuevo miembro, porque solamente Dios puede añadir miembros a su familia.

 

Cuestionario

Marque un botón en cada expresión que es la frase más correcta. Se requiere JavaScript para que funcione la auto-corrección.


1. El descenso del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue acompañado por lenguas como de fuego y...

un ruido como de viento fuerte.
una luz más brillante que el sol.
un coro de ángeles alabando a Dios.
un terremoto..

2. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, ellos comenzaron a...

profetizar la muerte y resurrección de Jesús.
curar a los enfermos.
cantar alabanzas a Dios.
hablar en idiomas que ignoraban antes.

3. El discurso de Pedro del día de Pentecostés tuvo lugar...

mientras Jesús enseñaba en Samaria.
antes del arresto de Jesús.
entre la resurrección y ascensión de Jesús.
después de la ascensión de Jesús.

4. Pedro acusó a los que le escucharon de...

haber participado en la muerte de Jesús.
haber adorado ídolos.
haber apoyado el gobierno romano.
haber obedecido los mandamientos de Dios.

5. Pedro afirmó que los milagros que Jesús había hecho demostraban que...

Jesús jamás pecó.
Jesús era aprobado por Dios.
Jesús amaba a todos.
Jesús venía al mundo para salvarlo.

6. Los incrédulos intentaron explicar el comportamiento de los apóstoles diciendo que...

eran locos.
estaban poseídos por demonios.
estaban ebrios.
eran charlatanes.

7. Pedro le explicó a la multitud que el milagroso comportamiento de los apóstoles había sido previsto por el profeta...

David.
Ellas.
Moisés.
Joel.

8. Para mostrar que Jesús era el prometido Cristo, Pedro citó dos profecías de...

Joel.
Moisés.
David.
Abraham.

9. Lo que Dios requiere de los hombres es...

solamente que sean sinceros.
que conozcan y obedezcan su voluntad tal como está revelada en la Biblia.
que hagan lo imposible.
que no tengan nada que ver con los que no son creyentes.

10. Muchos de los que escucharon el discurso de Pedro...

se rieron.
quisieron matar a Pedro.
se taparon los oídos.
fueron tocados en lo más íntimo del corazón.

11. Según Hechos 2:38, el Espíritu Santo dijo por medio del apóstol Pedro que se recibe el perdón de los pecados...

en el momento en que se cree que Jesús es el Cristo.
por medio de la oración.
al arrepentirse y bautizarse.
por medio de las buenas obras.

12. El arrepentimiento...

es solamente el remordimiento por los pecados cometidos.
no es necesario para recibir la salvación de Dios.
precede al remordimiento por los pecados cometidos.
es un cambio de actitud e intención que encauza para bien la vida.

13. El bautismo bíblico está precedido por...

fe y salvación.
fe y arrepentimiento.
arrepentimiento y el don del Espíritu Santo.
una ofrenda.

14. El bautismo bíblico apostólico...

es tanto para bebés como para adultos.
no rige para los tiempos actuales.
consiste en rociar la frente con agua.
es sumersión, simbolizando una muerte y resurrección.

15. En el día de Pentecostés se bautizaron...

50 personas.
100 personas.
200 personas.
3.000 personas.

16. Los que reciben la salvación de la manera en que Dios se lo ha indicado, reciben, además del perdón de los pecados...

el don del Espíritu Santo.
riqueza material.
una vida sin problemas u obstáculos.
perfecta salud física.

17. El proceso por el cual se recibe la salvación de Dios...

es distinto hoy de lo que era en los días apostólicos.
es el mismo que hace de uno un miembro de la iglesia.
no está explícito en el discurso de Pedro.

18. Según la Biblia, uno llega a ser miembro de la familia o iglesia de Dios...

declarándose miembro.
pagando una cuota de ingreso.
siendo incorporado por Dios.
por votación de la iglesia.

19. En el Nuevo Testamento, la palabra "iglesia" se refiere...

al edificio donde se rinde culto a Dios.
a las personas que nunca han cometido pecados.
a las personas que componen la familia de Dios.

20. Los que recibieron la salvación de Dios el día de Pentecostés...

expresaban su nueva fe por medio de una vida en común.
no se llevaban bien entre sí.
ignoraron a los necesitados.
se apartaron de las enseñanzas de los apóstoles.

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