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Lección 6

DOS CONVERSIONES EJEMPLARES

Antes de comenzar esta lección, lea con cuidado Hechos 8:26-9:31

 

FELIPE ENSEÑA A UN ETIOPE

Favor de leer primero a Hechos 8:26-35.

Una vez cumplida la misión evangelizadora de Felipe en Samaria, Dios le encomendó otra muy distinta. Felipe fue enviado a enseñar las buenas noticias de salvación a un extranjero que viajaba por la despoblada región situada entre las ciudades de Jerusalén y Gaza. Ese hombre, que era alto funcionario de la reina de Etiopía, regresaba a su país después de haber hecho una peregrinación de millares de kilómetros a Jerusalén con el fin de adorar a Dios en el Templo. Sin duda, era temeroso de Dios y muy sincero en su deseo de agradarlo.

 

Sentado en su carruaje, leía las Escrituras en voz alta mientras viajaba. Felipe conocía tan bien la Palabra de Dios que cuando se acercó al etíope, reconoció inmediatamente que el pasaje que leía era del profeta Isaías. (¡Ojalá que todos tuviéramos un conocimiento tan profundo de las Escrituras como el que tenía Felipe, para guiar a las almas perdidas hacia el Señor!).

 

El etíope confesó que no entendía lo que leía y preguntó a Felipe a quién se refería el profeta, y obtuvo como respuesta a Jesús. Felipe no fue el primero en identificar a Jesús con el siervo de quién habló el profeta (Isaías 53). Jesús mismo había hablado de sí y de su misión mesiánica en esos términos (Marcos 10:45), y además había confirmado esa asociación con sus hechos, cumpliendo la profecía en su propia persona. Entonces Felipe, partiendo de la profecía de Isaías, enseñó al etíope acerca de Jesús, explicándole, sin duda, su papel en la salvación del hombre.

 

EL ETIOPE RECIBE LA SALVACION

 

Favor de leer primero a Hechos 8:36-38.

Aparentemente Felipe dijo al etíope, tal como había dicho a los samaritanos (Hechos 8:12) y como Pedro había comunicado en el día de Pentecostés (Hechos 2:38), que parte de la respuesta apropiada al poder redentor de Jesús consistía en bautizarse para recibir el perdón divino; porque al ver una cantidad de agua suficiente como para ser sumergido, el etíope quería aprovechar -la oportunidad de entrar en la debida relación con Dios. Le preguntó a Felipe si había algo que impidiera su bautismo y al no haberlo, Felipe lo bautizó por inmersión.

 

Note que el etíope cumplió con su deber ante Dios tan pronto como supo lo que Este requería de él. No postergó su obediencia, ni siquiera vaciló. Tenga cuidado en no dejar usted pasar el momento oportuno de responder a la llamada de Dios. Si no obedecemos en cuanto conocemos lo que El nos exige, ya hemos empezado a rechazarlo. Y con las siguientes negaciones de tomar esa decisión suprema, será cada vez más difícil decirle a Dios que sí.

 

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA "BAUTISMO"

 

¿Cómo se sabe que el etíope fue bautizado por inmersión? Sencillamente porque para Felipe y el etíope no había otra manera de entender la palabra "bautismo". "Bautizar" era cómo se decía "sumergir" en el idioma griego de la época apostólica. Por eso, la gente del primer siglo entendió por "bautizarse" lo que nosotros entendemos por nuestro verbo equivalente: sumergirse. Cuando alguien nos dice "sumergir", no quiere decir, ni tampoco entendemos, rociar ni mojar con un chorro de agua, sino cubrir completamente. De igual manera, cuando Jesús y sus discípulos dijeron que Dios exige el bautismo para recibir el perdón de los pecados (Marcos 16:15-16; Hechos 2:38), no querían decir, ni tampoco había manera de entenderlo, como rociarse o mojarse con un chorro de agua, sino cubrirse o sepultarse en agua. Y en efecto, el bautismo bíblico simboliza el entierro del viejo ser pecaminoso y la resurrección a una nueva vida consagrada a Dios en unión con Cristo (Romanos 6:1-11).

 

Lo que ha creado la desorientación y el malentendido en cuanto a ese concepto bíblico, es que los traductores de las Escrituras dejaron la palabra "bautismo" sin traducirla. Por eso, a través de los siglos, esa palabra ha adquirido varias interpretaciones humanas que nada tienen que ver con su sentido original y único de "inmersión", ni tampoco con la intención del mandamiento divino.

Algunos piensan que lo único que realmente importa es la actitud y la sinceridad con las que uno obedece a Dios, no el acto de obediencia en sí (en este caso, el bautismo). Pero ¿somos sinceros en nuestra entrega y estamos mostrando la debida actitud ante Dios si dejamos de lado lo que El nos manda que seamos sumergidos? Sin duda están en lo cierto los que dicen que es la actitud del pecador la que determina si su entrega y obediencia son aceptables a Dios, si son sinceras o tambaleantes. Por eso, los discípulos de Jesús recalcaron que la única manera de acercarse a Dios es con las actitudes de fe (que es la confianza en el poder redentor de Jesús, que nos lleva a obedecerle y servirle) y de arrepentimiento (que es el rechazo y la renuncia al pecado). Pero no solamente la sinceridad de nuestra fe y de nuestro arrepentimiento, sino que también la manera en que respondemos a lo que Dios nos ha ordenado, determina si estamos entregándonos a El con la debida actitud.

 

Dios dijo mediante Jesús y sus discípulos que es necesario que el hombre sea sumergido para recibir el don de la salvación, sin embargo, muchas veces la atrevida respuesta humana es la de calificar la importancia de ese mandamiento. Pero el hombre NO tiene el derecho de decir que una parte de lo que Dios nos ordena es sumamente importante e inalterable (por ejemplo, la fe y el arrepentimiento), mientras que otra parte del plan divino no pesa tanto y puede ser alterada .(la inmersión). No tenemos el derecho de suprimir un acto de obediencia que Dios nos ordena, ni tampoco podemos reemplazarlo por algo que se adapta más a nuestro gusto personal. El escoger cuáles de las exigencias divinas queremos cumplir y cuáles no, es desobedecer. Tal actitud imposibilita que nos entreguemos a Dios sin condiciones, como le agrada. Por eso, cuando estudiamos la Biblia, siempre debemos tener presente que un mandato divino no deja lugar a la preferencia humana.

 

LOS CAMINOS DEL ETIOPE Y FELIPE SE SEPARAN

 

Favor de leer primero a Hechos 8:39-40.

El Espíritu de Dios siempre tiene una misión para los que están dispuestos a servir. Evidentemente Felipe tenía esa actitud, porque en cuanto hubo ayudado al etíope a cumplir el mandato de Dios, el Espíritu lo llevó a la ciudad de Azoto para proclamar el mensaje de salvación. Al salir de allí, enseñó el evangelio en todas las ciudades hasta llegar a Cesarea, donde parece que fijó residencia.

 

Cuando el Espíritu de Dios alejó a Felipe de la presencia del etíope, éste siguió gozoso el viaje de regreso a su país. Se regocijó de haber encontrado y obedecido al Salvador, y así recibido el perdón divino. La alegría es uno de los frutos que el Espíritu Santo otorga al cristiano (Gálatas 5:22-23).

 

Se menciona a Felipe sólo una vez más en el libro de los Hechos, aproximadamente 20 años después de su encuentro con el etíope. Hechos 21:8-9 dice que Felipe vivía en Cesarea, tenía cuatro hijas solteras que profetizaban y alojó en su casa por muchos días al apóstol Pablo y a sus compañeros de viaje.

 

SAULO EL PERSEGUIDOR

 

Favor de leer primero a Hechos 9:1-9.

Como ya hemos visto en Hechos 8:1-3, Saulo era el líder de la persecución contra los cristianos. Celoso de la defensa de las tradiciones del judaísmo frente a la creciente popularidad del cristianismo, perseguía y encarcelaba a los creyentes de Jerusalén, fueran hombres o mujeres. A través de sus propias palabras, se sabe que Saulo llegaba a castigar a los cristianos para obligarlos a renegar de su fe, y votaba para condenarlos a muerte. Además, no se contentaba con obligar a los cristianos a huir de Jerusalén, sino que continuaba persiguiéndolos en otras ciudades (Hechos 26:9-11).

 

Fue intentando extender su persecución a la ciudad de Damasco, cuando Saulo tuvo un enfrentamiento directo con su adversario, Jesús, lo cual cambió por completo su vida. Había conseguido la autorización de llevar encadenados a Jerusalén a todos los cristianos que pudiera encontrar en Damasco, pero camino a esa ciudad Jesús mismo le pidió cuentas.

 

Tenga presente, que aunque Saulo odiaba el nombre de Jesús y quería destruir a la iglesia, no lo hacía por maldad, sino porque pensaba que así agradaba a Dios (Hechos 26:9). Saulo sabía, y con razón, que no se puede agradar a Dios sin entregarse totalmente a su servicio. Pero, a pesar de la buena fe de Saulo, su entrega no agradaba a Dios porque él ignoraba cuál era la voluntad divina. Ahora que Dios nos ha revelado en la Biblia su voluntad para con el hombre, ya no hay excusa para no entregarnos totalmente a El de la manera debida, tal como lo hizo luego Saulo.

 

En el caso del etíope, Dios le había hablado únicamente por medio de las Escrituras y un predicador, pero considerando la personalidad y fama de Saulo, era necesario dirigirse a él primero de una manera sobrenatural para convencerlo de su condición de pecador, y así prepararlo para recibir el mensaje de Dios. Note que Jesús no le dispensó a Saulo la salvación ni tampoco le explicó cómo lograrla, sino que le mandó entrar en Damasco donde se enteraría, por medio de un cristiano, de lo que Dios requería de él (versículo 6). Hoy, como en aquella ocasión, son los seguidores de Jesús los encargados de comunicar a los hombres el mensaje de salvación, de enterarlos de cómo se recibe el perdón de los pecados.

 

Cegado por el fulgor de la luz, Saulo entró en Damasco y pasó tres días orando y ayunando. Sin duda experimentó la agonía del temor por lo que había descubierto en la insólita revelación: en su celoso esfuerzo por servir a Dios, lo que en realidad había logrado, era convertirse en su enemigo. Era Saulo mismo, no aquéllos a los que él había odiado y perseguido, quien carecía del favor y perdón divinos.

 

Saulo bien sabía que los cristianos confesaban a Jesús como Señor y Mesías, y ahora sabía que tenían razón. No necesitaba más pruebas para estar convencido del hecho de que Jesús era el Hijo de Dios.

 

EL BAUTISMO DE SAULO

 

Favor de leer primero a Hechos 9:10-19.

El Señor se les apareció a Saulo y Ananías separadamente para prepararlos para su encuentro. Sin duda, Saulo estaba esperando ansiosamente la visita de Ananías, porque sabía que era éste quien iba a restituirle la vista. Pero Ananías, que conocía lo que los cristianos de Jerusalén habían sufrido a manos de Saulo y el porqué de su presencia en Damasco, vaciló cuando el Señor Jesús lo mandó a verlo Entonces el Señor le explicó que iba a utilizar a Saulo para una misión evangelizadora muy especial que abarcaría todas las naciones (versículo 15). Obediente a lo que Dios le había dicho, Ananías fue, para que Saulo recobrara la vista y recibiera al Espíritu Santo. Aquél le impuso las manos y Saulo pudo ver de nuevo. Entonces Ananías le dijo lo que debía hacer para lograr el perdón de sus pecados.

 

Es interesante notar que hay tres momentos en el libro de los Hechos en los que se registra la conversión de Saulo: en Hechos 9, el Señor explica a Ananías los planes de Dios para con Saulo; y en otras dos oportunidades, esos mismos planes le son explicados a Saulo mismo por Ananías (Hechos 22) y por el Señor (Hechos 26). Esta reiteración resulta lógica si se tiene en cuenta el carácter singular y sorpresivo del apostolado de Saulo.

 

Muchas personas piensan erradamente que Saulo fue salvado en el momento en que Jesús se le apareció en el camino a Damasco, pero según aquél, no fue así. Cuando Saulo relató ante los judíos de Jerusalén el episodio de su conversión, incluyó unas palabras de Ananías no mencionadas en Hechos 9, que explican la razón por la cual Saulo tuvo que bautizarse. Según él, Ananías le dijo que se levantara, se bautizara y lavara sus pecados, invocando el nombre del Señor (Hechos 22:16). Obviamente Saulo no hubiera tenido pecados para lavar si hubiera sido salvado en el camino a Damasco. Al recibir esa orden del mensajero que Dios le había enviado, Saulo la obedeció.

 

¿COMO ENTENDER LOS EPISODIOS DE CONVERSION?

 

Dios ha indicado ciertas condiciones que hay que cumplir para recibir el perdón de los pecados, pero si NO estudiamos con cuidado los varios relatos de conversiones registrados en el libro de los Hechos, es posible que nos desorientemos. A primera vista, parece haber una falta de uniformidad en lo que Dios exige a los que buscan su perdón, pero no es así. Dios es constante e imparcial, habiendo revelado en la Biblia una vez y para siempre lo que requiere de todos los que buscan estar en la debida relación con El.

 

La mejor manera de averiguar sin confusión y error cómo se recibe la salvación es estudiar en conjunto todos los casos de conversión registrados en el libro de los Hechos. Al hacerlo se ve lo siguiente: para recibir el perdón de los pecados, primero es necesario creer que Jesús es el Hijo de Dios, confiando en que la salvación se logra por medio de él. Luego, es necesario que, mediante el arrepentimiento, demos las espaldas al pecado y encaucemos la vida hacia Dios. Finalmente, entrar en unión con Cristo mediante las aguas del bautismo. Según las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles, esos son los pasos y la secuencia que Dios requiere de los que buscan ser sus hijos. (Note que estamos considerando aquí solamente cómo se recibe por primera vez el perdón divino, NO cómo se mantiene la íntima relación con Dios una vez recibida la salvación).

 

La aparente diferencia entre las instrucciones que Dios comunicó a los pecadores se debe a dos razones:

 

1) Muchas veces los pecadores se encuentran en distintos puntos del camino que lleva hacia Dios y por eso, algunos necesitan caminar más que otros para llegar a ser perdonados. Por eso, los mensajeros de Dios siempre comienzan indicando a los pecadores el próximo paso que deben seguir. Si uno ya cree que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador, entonces no hay razón para decirle que crea. Si uno ya se ha arrepentido de sus pecados, ¿por qué decirle que se arrepienta o que crea? Pero es muy importante entender que aunque el texto bíblico no registre el momento del arrepentimiento de un pecador, esto NUNCA indica que sea posible acercarse a Dios y recibir la salvación sin arrepentirse. Lo mismo ocurre con la fe y con el bautismo.

 

2) Esto nos lleva a la segunda razón de la supuesta discrepancia en las condiciones bajo las cuales Dios ofrece al hombre la salvación. Siempre debemos tener presente que muchas veces el autor del libro de los Hechos no registra en su totalidad un discurso evangelizador, sino que lo resume diciendo que el predicador proclamó el mensaje de Jesús, como ya hemos visto en el caso de los samaritanos (Hechos 8:5) y el del etíope (Hechos 8:35). A veces podemos deducir algo del contenido de esos mensajes no registrados observando la reacción de los oyentes (Hechos 8:12, 38). Pero a veces ni siquiera se registra la reacción específica de los oyentes. Por eso, partiendo de la base de que las condiciones de perdón son las mismas para todo el mundo, es imprescindible que consideremos en conjunto los varios casos de conversión registrados en el libro de los Hechos. Sólo así podremos llegar a saber con exactitud cómo se entra en la debida relación con Dios.

 

En el caso de Saulo, no fue necesario decirle que creyera en Jesús como el Hijo de Dios, porque su experiencia rumbo a Damasco se lo había demostrado. Tampoco hacía falta decirle que se arrepintiera de sus pecados. El reconocer que había estado luchando contra el propio Hijo de Dios fue darse cuenta de su condición de pecador. Saulo sabía que estaba espiritualmente perdido. Había pasado los tres días de su ceguera ayunando y orando. Con sumisión, temor y arrepentimiento buscaba la manera de ser perdonado y así entrar en la debida relación con Dios. Por eso, cuando Ananías llegó para comunicarle cómo recibir el perdón divino, sólo fue necesario decirle que se bautizara para lavar sus pecados, porque Saulo ya había cumplido las otras condiciones de perdón que Dios requiere de los pecadores.

 

EL NUEVO SAULO

 

Favor de leer primero a Hechos 9:19-25.

El poder que lo cegó y que le restituyó su vista tres días después, fue prueba suficiente para que Saulo se diera cuenta de que Jesús y sus seguidores gozaban de la aprobación de Dios. Saulo adquirió conciencia del absurdo de haber estado malgastando su fervor religioso en luchas contra el Hijo y los servidores de Dios.

 

En tales circunstancias, un hombre de menos valor y carácter, se hubiera empecinado en no reconocer su error para mantener intacto su prestigio. Pero Saulo mostró una admirable actitud de humildad e integridad, al reconocer que la verdad de Dios era mucho más grande e importante que su opinión o reputación del hombre. No es nada fácil que el ser humano supere el orgullo que tanto lo domina y restringe, y admita que su vida está mal encauzada, y que luego la modifique drásticamente para conformarla a la voluntad de Dios. Fácil, no. Necesario, sí, porque la única manera en que el hombre puede acercarse a Dios para recibir la salvación y llegar a ser su hijo es con esa actitud de humildad y arrepentimiento que Saulo mostró (Mateo 18:24; Santiago 4:8-10).

 

La conversión de Saulo fue total, y produjo un cambio radical en su modo de pensar y actuar. Renunció a 'lo que antes había practicado con tanto fervor, abrazó lo que había querido destruir, abandonó las viejas amistades, abdicó de su autoridad y prestigio entre los judíos y padeció persecuciones de aquellos a quienes él mismo había enseñado a odiar y perseguir a los cristianos.

 

En su primera carta a Timoteo, Saulo (Pablo) se acusa de haber sido el mayor de los pecadores (1 Timoteo 1:12-17). Pero observa que la misericordia de Dios es lo suficientemente grande como para salvarlo a pesar de su pasado, y que, por eso, Dios seguramente salvará a todos los demás que se le acerquen de la debida manera. La conversión de Saulo ejemplifica el gran alcance del amor y de la misericordia de Dios, demostrando que hay salvación para cualquier pecador que se entregue a Dios como El lo ha indicado a través de su Palabra.

 

SAULO EN DAMASCO

 

Favor de leer primero Hechos 9:20-25.

En cuanto a su dedicación a Dios, no se puede acusar a Saulo de apatía o indiferencia antes o después de su conversión a Cristo. Al hacerse cristiano, Saulo no perdió tiempo en comunicar a los no cristianos de Damasco su nueva manera de entender a Jesús. Fue a las sinagogas, que eran los lugares donde se reunían los judíos para estudiar las Escrituras y rendir culto a Dios, y les expuso lo que acababa de aprender tan claramente en carne propia: que Jesús era de veras el Hijo de Dios, el prometido Mesías.

 

Los que escuchaban a ese célebre perseguidor de cristianos quedaban sorprendidos, porque no decía lo que ellos suponían. Su mensaje no correspondía a su fama. Algo le había ocurrido. Saulo proclamaba su mensaje acerca de Jesús cada vez con más vigor, hasta que los judíos tramaron su muerte. ¡Qué cambio de circunstancias: el perseguidor, perseguido! Sus enemigos estaban tan resueltos a matarlo, que vigilaban noche y día las puertas de la ciudad, aguardando que saliera. Pero enterados de la conspiración, los discípulos le ayudaron a escapar de noche, bajándolo por el muro de la ciudad, metido en un canasto. Las ciudades antiguas estaban rodeadas por una muralla como medio de protección, con las casas construidas junto a la muralla y los pisos superiores apoyados sobre ella.

 

Es difícil determinar exactamente cuánto tiempo había transcurrido desde la conversión de Saulo hasta el momento en que tuvo que huir de Damasco. A primera vista, el tiempo resumido en Hechos 9:18-30 parece comprender unas cuantas semanas, pero por medio de la carta que Saulo (Pablo) escribió a los gálatas, en la cual relata detalles de la historia de su apostolado, se ve que esos trece versículos del libro de los Hechos abarcan un período de por lo menos tres años. Sin especificar la duración de su estadía en cada lugar, Saulo afirma que fue desde Damasco hasta Arabia y después regresó a Damasco antes de dirigirse a Jerusalén. Se menciona todo esto para que el estudiante tenga presente que los autores de las Escrituras no siempre se preocupaban por dar una cronología completa.

 

SAULO EN JERUSALEN

 

Favor de leer primero Hechos 9:26-31.

Saulo estaba cambiado por completo por haber abrazado la fe cristiana, pero su fama como enemigo de cristianos se mantenía vigente. Los cristianos de Jerusalén habían sufrido tantos horrores a manos de Saulo que, cuando volvió a esa ciudad tres años después declarándose servidor de Cristo, le tenían desconfianza. Posiblemente pensaban que la conversión de Saulo era sólo una trampa que le daría la oportunidad de apresarlos y llevarlos a la muerte.

 

Entonces, Bernabé, el "Hijo de consolación" (Hechos 4:36), ayudó a Saulo, llevándolo a los apóstoles y explicándoles las circunstancias de su conversión y la consecuente valentía con que Saulo había enseñado en el nombre de Jesús en Damasco. Desde ese momento, Saulo formó parte de la comunidad de cristianos de Jerusalén, enseñando decididamente en el nombre de Jesucristo. Discutía tan irrefutablemente con los judíos de habla griega, que ellos tramaron su muerte. Pero cuando los cristianos se enteraron de las intenciones de los enemigos de Saulo, lo condujeron a Cesarea, de donde lo enviaron a Tarso, su ciudad natal, lo que muestra claramente que lo consideraban su hermano espiritual.

 

Durante esa época, la iglesia crecía en toda Palestina, gozando de paz y de la presencia del Espíritu Santo. 

 

Cuestionario

Marque un botón en cada expresión que es la frase más correcta. Se requiere JavaScript para que funcione la auto-corrección.


1. Felipe encontró al etíope en...

la ciudad de Jerusalén.
la región despoblada de Samaria.
el camino a Damasco.
el camino entre Jerusalén y Gaza.

2. El etíope había hecho un viaje...

a Jerusalén para visitar a Jesús.
a Gaza para representar a la reina de Etiopía.
a Jerusalén para adorar a Dios.
a Damasco para perseguir a los cristianos.

3. De regreso a su país, el etíope estaba leyendo...

el libro de los Hechos.
al profeta Isaías.
al profeta Jeremías.
el evangelio según Lucas..

4. Lo que el etíope leía...

se refería a Juan el Bautista.
era desconocido a Felipe.
todavía no se había cumplido.
tenía que ver con Jesús.

5. Cuando el etíope supo lo que Dios requería de él...

obedeció en seguida.
postergó su obediencia por una semana.
bautizó a Felipe.
no quiso hacerlo.

6. En el idioma griego de la época apostólica, la palabra "bautizar" quería decir...

rociar..
mojar con un chorro de agua.
sumergir.

7. El que quiere ser hijo de Dios...

tiene derecho a suprimir los mandamientos divinos que desee.
no necesita tener en cuenta la actitud con que se entrega.
debe obedecer sus propias preferencias y gustos personales.
debe obedecer completa y fielmente lo que Dios manda.

8. Después del bautismo del etíope...

él logró tener fe en Jesús.
Felipe lo acompañó a Jerusalén.
el Espíritu llevó al etíope a Cesarea.
Felipe proclamaba el evangelio en Azoto.

9. Antes de salir para Damasco, Saulo...

perseguía sólo a los cristianos varones.
ignoraba cuál era la voluntad divina.
no era sincero en su esfuerzo de servir a Dios.
tuvo un enfrentamiento directo con su adversario Jesús.

10. Cuando Jesús se le apareció al perseguidor Saulo,

éste quedó ciego.
éste quedó mudo.
le explicó cómo se recibe el perdón de los pecados.
le predijo su muerte.

11.Saulo pasó sus primeros tres días en Damasco...

en casa de Ananías.
enseñando en las sinagogas.
ayunando y orando.
leyendo las Escrituras.

12. Ananías fue a visitar a Saulo...

porque eran viejos amigos.
para hacerle ver su necesidad de salvación.
sin saber quién era.
para que recibiera la vista y fuera lleno del Espíritu Santo.

13. Según Hechos 22:16, Ananías le dijo a Saulo que...

siguiera ayunando por tres días más.
se bautizara y lavara sus pecados.
se rapara la cabeza.
volviera a su ciudad natal.

14. Las condiciones del perdón divino...

no son claras ni justas.
se enumeran en cada uno de los episodios de conversión.
son inconstantes.
se conocen mejor estudiando en conjunto todos los episodios de conversión.

15. La conversión de Saulo...

era fingida.
no produjo un cambio radical en su vida.
se relata cuatro veces en el libro de los Hechos.
muestra el alcance del amor y de la misericordia de Dios.

16. Después de su conversión, Saulo

no estaba tan dedicado a Dios como antes.
no fue aceptado como hermano espiritual por los cristianos de Damasco.
mantenía su autoridad y prestigio entre los judíos.
enseñó en las sinagogas que Jesús era el Mesías.

17. Después de su conversión a Cristo, según Gálatas 1: 13-20, Saulo...

fue a Arabia.
fue inmediatamente a Jerusalén.
nunca volvió a Damasco.
vivía en armonía con todos.

18. Cuando Pablo fue a Jerusalén por primera vez después de su conversión,

no vio a ninguno de los apóstoles.
fue ayudado por Bernabé.
la iglesia confió en él desde el principio.
ya se habían olvidado de sus hazañas como perseguidor.

19. En Jerusalén

algunos tramaron la muerte de Saulo.
Saulo se llevó bien con los judíos de habla griega.
Saulo nunca se unió a la comunidad de los cristianos.
Saulo no enseñó sino que sólo aprendió de los apóstoles.

20. En los años inmediatamente posteriores a la conversión de Saulo, la iglesia en Palestina...

sufrió nuevas persecuciones.
no creció.
careció de la presencia del Espíritu Santo.
gozó de la paz.

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