COMO PLANIFICAR OBRAS

por Elmer N. Dunlap Rouse

La cosecha es mucha. Vivimos en un mundo lleno de almas e iglesias moribundas. ¿Serás tú unos de estos pocos obreros que Dios envía a evangelizar y edificar Su iglesia? Buenos líderes son atrevidos como Pedro cuando anduvo sobre el agua. No esconden sus ideas para hacer crecer la iglesia sino que las cuentan sin miedo. Fracasan muchas veces pero se levantan para tirarse de nuevo porque es preferible intentar una obra grande y fallar que intentar lo insignificante y tener éxito o no intentar nada. Son distintos a los demás miembros. Visualizan imágenes. Sueñan sueños. Observan, escuchan, meditan, preguntan y reflexionan sobre lo que está pasando. Desarrollan ideas claras, precisas y exactas de lo que hace falta. No son buenos seguidores. Se impacientan por obedecer al Señor. A veces no pueden dormir de noche por una idea grandiosa que le llegó de momento. Estos obreros dinámicos que generan y ordenan planes son las únicas personas calificadas para dirigir una iglesia y sin ellos nada se hace. Los demás que se hacen pasar por líderes deben arrepentirse o renunciar. Pues no son líderes aquellos que se ponen a esperar que otro haga algo para entonces criticarlo. Tener lengua no le capacita a uno para ser líder, sino tener idea.

La iglesia en su estado actual es el resultado de los pensamientos de sus líderes. La iglesia de mañana será el resultado de lo que sus líderes piensan desde hoy en adelante. Poco pensar, poca iglesia. Es por eso que las reuniones de sus líderes son de vital importancia. Se reunen para pensar en las cosas de Dios; resolver problemas; tomar decisiones; repasar decisiones anteriores; inventar planes y escoger a individuos para trabajos. Casi el todo de una iglesia sucede primero en el pensar de sus líderes en una reunión. Cristo dijo: "Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?" (Luc. 14:28).

Planificar es el proceso de predeterminar un curso de acción dentro de un tiempo específico.

La falta de planificación es un abandono que resulta en actividades desorientadas e inútiles. Peor todavía es permitir que un hermano se adueñe de la iglesia. Algunos hermanos prefieren pensar por la iglesia, tomar decisiones por su cuenta, sin reuniones, para después obligar su idea a los hermanos. Entre más grande la obra, más necesario es la planificación ya que hay que envolver a otras personas. Pablo dijo: "Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz ...Pero hágase todo decentemente y con orden" (1 Cor. 14:33, 40). No basta lo que la iglesia hizo el año pasado. No basta engrasar la maquinaria de la iglesia para que todo marche bien. Si la iglesia no está planeando crecer, está planeando menguar. Planificar envuelve cinco pasos:

 

MEDITAR

El cristiano no debe malgastar su energía y tiempo, ya que algún día estos se van a acabar. La vida no da para hacer de todo ni da el bolsillo de muchos feligreses para comprar todo lo que hay. Hace falta gastar el tiempo y el dinero en aquello que es esencial para lograr lo que Dios quiere. El líder ora mucho. Si su plan no es lo que Dios quiere, pierde su tiempo y él de los que le siguen. "Señor, ¿qué quieres que yo haga? (Hech. 9:6). Pablo entró en Damasco y esperó tres días y tres noches. Hace falta descansar, salir de la rutina y estar a solas para orar y meditar. Cristo estuvo 40 días (Mat. 4:2). Pasó la noche orando antes de elegir a doce (Luc. 6:12). Tóma papel y apunta todas las ideas que se te ocurren, pidiendo a Dios que te ilumine para escoger lo mejor.

FIJAR LA META

¿Qué quieres? ¿Puedes apuntarlo en un papel? ¿Puedes medirla y saber cuando lo hayas alcanzado? Si tú me explicas dónde quieres llegar, yo te explico cómo llegar. La meta tiene que ser un resultado mensurable, concreto y explícito. A base de una meta juzgamos toda actividad de la congregación. Si nos acerca a la meta, se hace; si no, se elimina. La meta debe contar con Dios para su realización, es decir, que nosotros solos no vamos a poder lograrla sin la ayuda de Dios. Después que los líderes determinan la meta, deben comunicarla a la iglesia.

ESTABLECER EL PROCESO

El líder es capaz de determinar el proceso necesario para lograr lo que desea. Puede explicar los pasos a seguir en el orden correcto. Se siente tranquilo y seguro, porque sabe que si sigue haciendo las cosas en orden, según la lista, llegará exitósamente al destino que busca.

ESTABLECER EL HORARIO

"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora" (Ecc. 3:1). Es necesario determinar cuándo los pasos del proceso tienen que suceder. ¿Hasta qué fecha se toleran atrasos? ¿Cuáles fechas son factores críticos? Usando fechas, se puede evaluar constantemente si va a llegar a la meta al tiempo o no.

ESTABLECER LOS RECURSOS

¿Cuánto dinero, qué facilidades, cuántas personas y qué clase de personas son necesarias para llegar a la meta? Uno debe contar con Dios y no tan sólo con lo que hay. Dios puede suplir mucho más de lo que imaginamos (Fil. 4:19) y los líderes que no cuentan con Dios son unos líderes mediocres. Siempre planificas más allá de lo que tú crees que puedes lograr.

Si el beneficio es para muchos, no debes planificarlo tú solo, sino reunir a todos las personas interesadas y pedir su ayuda en planificar. Puedes modificar el plan a nivel de detalles, pero jamás vayas a cambiar lo que Dios quiere que se haga. Puedes modificar el calendario y la fechas de cumplimento, pero no aflojar el propósito. Los que constantemente cambian de planes son unos charlatanes que confunden a los hermanos y perturban su fe en Dios. El líder no es Sí y No sino Amén en Cristo para la gloria de Dios (2 Cor. 1:19-20).