¿ERES DESERTOR?

por Elmer N. Dunlap Rouse

En marzo, 1836, unos 183 independentistas tejanos se encerraron en el fuerte Alamo para resistir el avance de unas 4,000 tropas mexicanas. Al ver su posición sitiada por varias semanas por fuerzas superiores, y al entender que no habría ayuda para rescatarlos, se decidieron pelear hasta la muerte. Para la gloria de Texas, hubo un sólo desertor, el cual desapareció en la noche para salvar su vida. Pocos días después, en una madrugada, los restantes 182 dieron su vida por su patria. Su sacrificio detuvo el avance mejicano suficiente para que Sam Houston pudiera organizar su ejército. ¿Y tú? Si tú hubieras estado allí, ¿darías tú vida por la libertad de Texas? O ¿seguirías mejor a aquél desertor?

En las fuerzas armadas, se le dice "ausente sin permiso", una falta seria que no se tolera. Al tocar la trompeta, todos hacen fila y cada uno dice "presente" al escuchar su nombre. Después del informe de ausencias, los demás en la lista son declarados "ausentes sin permiso" como soldados que, después de jurar la bandera, abandonaron sus deberes. En tiempo de guerra, son fusilados en el acto o en el momento en que se capturan. Pues, su ausencia puede costar la vida a sus compañeros. Sólo hay tres razones por desertar: (1) debilidad de carácter, (2) cobardía, o (3) egoísmo.

La noche de la tración de Judas, todos los apóstoles huyeron y desertaron a Cristo (Mat. 26:56). Jonás era otro desertor. Dios lo envió a Nínive y él se dirigió en la dirección contraria hacia Tarsis. Dios le dio una obligación y él se negó a cumplirla. Aunque más tarde se arrepentió y fue, todavía era desertor de corazón. ¿Cuántos cristianos habrá en la iglesia débiles de carácter, cobardes y egoístas? ¿Reciben de Dios la misión de salvar las almas y se niegan hacerlo? ¿Cómo es la iglesia tuya? Si es una de estas donde dos o tres hermanos hacen toda la obra, es una iglesia de desertores. Son hermanos ausentes sin permiso de los cultos, no importa que el culto sea en el edificio o en una casa. Cuando un hermano pregunta, "¿quién va conmigo?", se quedan mirando, como sordos, ¿no son desertores?. El reino de lo cielos es de los valientes y de los que se esfuerzan.

El otro desertor en la Biblia era Demas. No vendió a Pablo por treinta piezas de plata como Judas a Cristo, sino que simplemente lo abandonó en su momento de necesidad. Sí, tenía sus virtudes. Dondequiera que se menciona a Demas en la Biblia, allí aparece también el nombre de Lucas (Col. 4:14; Filemon 23-24; 2 Tim. 4:9-11). Eran buenos amigos. Como fue escogido por Pablo para predicar, tiene que haber poseído gran talento y dedicación al Señor. Era del grupo íntimo de Pablo, un escogido.

Para comprender a Demas, es necesario diferenciar entre las dos encarcelaciones de Pablo. La primera sucede al final de Hechos cuando Pablo era un preso muy distinguido, casi un dignatario, representando una nueva secta de judaísmo y visitado por los judios ricos de Roma. Aquello era una fiesta para Demas, quien se gozaba predicando a Cristo por las sinagogas de Roma.

Las circunstancias de la segunda encarcelación eran distintas, según refleja en la segunda carta a Timoteo. La iglesia ya no era una religión tolerada, sino perseguida. Bajo Nerón, Pablo sería decapitado y ser su amigo era peligroso. La fiesta se acabó. Pablo envió a diferentes evangelistas a predicar en varios sitios, pero Demas no quiso ninguna asignación sino que escogió mejor el mundo, su libertad y su vida. Pablo le apestaba a muerte. Pablo escribió: "Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes, tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas" (2 Tim. 1:15-16).

No es malo gozar la vida, ni tampoco casarse, y vivir lo mejor que uno pueda. Pablo supo gozar la abundancia (Fil. 4:12) y Demas gozó muchas veces con Pablo. Pero el cristiano verdadero pone las cosas de Dios en primer lugar, antes de consideraciones personales, sea el tiempo bueno o malo, y está dispuesto hasta a morir si así debe ser (Hech. 21:13). No es un desertor.

¿Por qué murieron los 182 del Alamo? ¿Por que mejor no desertaron y devolvieron el Alamo a Méjico sin pelea? ¿Valía morirse? ¿No pudieron mejor correr y pelear otro día cuando las circunstancias eran más favorables? ¿Por qué no entregar el fuerte a los mejicanos, disculparse por la molestia, y ser amigos? El Sr. Benjamín Franklyn dijo: "Si no tienes por qué morir, no tienes por qué vivir". Tal vez hay cuatro razones de por qué la gente están dispuesta a morir: (1) tienen una visión que creen más importante que su propia existencia; (2) están completamente ausentes de egoísmo; (3) sienten un alto sentido de honor; o (4) están dispuestos a pagar el precio supremo por proteger algo que aman.

La motivación de Pablo era clara: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demas, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquél día" (2 Tim. 4:7-8); "Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preseverá para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos" (ver.18). Su visión era de Cristo con una corona en las manos. ¿Piensas recibir la tuya? O ¿eres como Demas? Con su visión Pablo podía ganar sobre cualquiera tentación, cualquiera soledad y cualquier miedo del futuro. Con su visión de Cristo, este mundo pasajero no le satisfacía. Pablo meditaba en aquél himno primitivo, "Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fueramos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo" (2 Tim. 2:11-13).

Una visión opaca las demás. Nuestra visión de Cristo opaca el mundo, o el mundo opaca nuestra visión de Cristo. ¿Eres desertor? Te invito a volver a Cristo y asumir de nuevo tus obligaciones. ¿O eres presente en cuerpo pero ausente sin permiso en espíritu? Cuando el ejército del Cordero salga a la próxima batalla, ¿dirás "presente"?