EL DIOS QUE ENGAÑA por Elmer N. Dunlap Rouse
Micaías fue llamado por los reyes Josafat y Acab, reyes del Antiguo Testamento, para consultar a Dios antes de iniciar una guerra contra Siria. Ya habían consultado a los cuatrocientos profetas de Acab, los cuales profetizaron victoria. Pero Josafat desconfiaba de éstos y quería escuchar a algún profeta de Jehová. Para complacerlo Acab llamó a Micaías, pero le advirtió a Josafat que aborrecía al profeta de Jehová porque "Nunca me profetiza bien, sino solamente mal" (1 Rey. 22:8). "Sube", dijo Micaías, "y serás prosperado y Jehová la entregará en mano del rey", refiriéndose al área de Israel que Siria había capturado. Pero Acab no fue engañado por las expresiones de sátira del profeta de Dios y lo regañó. "¿Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová?" (ver. 16). Entonces le dijo a Acab la verdad, que el rey iba a morir en la batalla. Cuando Acab protestaba la profecía, Micaías añadió que Dios había inspirado a sus 400 profetas para mentir y que lo estaba engañando para que muriera. Acab murió aquél día.
¿Cómo es posible que el rey prefiera la profecía de cuatrocientos, sabiendo que es falsa, a la profecía de uno, sabiendo que es verdadera? Es muy simple. Habían dicho lo que el rey quería oír. Muchos religiosos hoy día siguen esta filosofía - de predicar lo que la gente quiere oír. Cuatrocientos contra uno, la proporción de lo falso a lo verdadero. Encontrar a un ministro verdadero, implica desechar a cuatrocientos falsos. Los hombres encuentran en la Biblia lo que quieren encontrar. No es defecto de la Biblia (1 Cor. 14:33) sino es que Dios permite que la gente se engañe. Permite que lean para afirmar sus ideas preconcebidas. Con la Biblia se puede probar cualquier cosa, no importa cuál sea. Dios revela la doctrina sana y única a aquellos que son honestos, sinceros, amantes de la verdad y obedientes.
Espíritus engañosos han salido por el mundo para engañar a las almas (1 Jn. 4:1; 1 Tim. 4:1-3; Mat. 24:4,5,11; 1 Ped. 2:1-2). Amigo lector, ¿eres tú uno de los que Dios está engañando? ¿Prefieres mejor la profecía moderna, las experiencias, los testimonios y los sueños antes que la simple verdad bíblica? ¿Lees la Biblia para confirmar lo que quieres creer? ¿Eres desobediente a la Palabra? ¿Te conformas con una religión cualquiera (1 Rey. 12:33) o la que Cristo autorizó? Dios no quiere que nadie se pierda (2 Ped. 3:9) pero para aquellas almas que no quieren la verdad, les envía un poder engañoso para que crean en mentiras y sean condenados (2 Tes. 2:11-12; Eze. 14:9).
La salvación consiste en no creerle a nadie: "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová" (Jer. 17:5). La salvación consiste en no confiar en nuestro corazón: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jer. 17:9). La salvación consiste en desconfiar de apariencias: "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte" (Prov. 14:12). Dios nunca engañará a aquellos que aman la verdad, que confían en su Palabra, que la leen con regularidad, la memorizan, la obedecen y la sigen dondequiera que los lleve. ¡Amén! El punto que va encima de la letra "i" de un versículo bíblico vale más que todas las revelaciones, testimonios poderosos y experiencias que hay en todo el mundo, porque Dios puede usarlas para engañarnos, pero su Palabra es inspirada, inmutable, eterna y digna de completa confianza. elmer@caribe.net