por John N. Clayton
Envejecerse no es muy divertido, pero es mucho mejor que la alternativa. Existe actualmente mucha investigación científica sobre el envejecimiento y la muerte. No importa lo mucho que se cuide el cuerpo, desde el Imperio Romano hasta hoy, el cuerpo humano parece tener una longevidad de 115 años. Aunque la edad promedio de la gente ha subido de 45 en 1900 hasta 74 para los bebés que hoy nacen, el máximo se ha quedado fijado en 115. Parece que el material genético, los "genes", controlan la maduración sexual, la calvera, el color del ojo y todo otro atributo físico inclusive el envejecimento y la muerte. El Dr. Thomas Johnson de la Universidad de Califorinia en Irvine, encontró un "gene" mutante de un gusano llamado "nematode" que extiende la longevidad promedio a un 60%. Toda la evidencia parece señalar que el envejecimiento y la muerte están predeterminados como una parte del diseño de nuestra existencia.
Es óbvio que la evolución no favorecería la producción de tal "gene" por cuanto no ofrece ninguna ventaja de reproducción y obliga más competencia por abastecimientos de comida. Si Dios programó nuestro material genético así, ¿por qué planificó nuestra obsolencia como parte del sistema? El Dr. Leonard Hayflick de la Universidad de Forida ha sugerido que los "genes" son víctimas de la Segunda Ley de la Termodinámica. Opina que, como todo en el cosmos, el material genético se hace más inestable con el paso del tiempo hasta que los enzimas en las células no pueden cumplir con su tarea. Hasta esta explicación porfía la evolución, porque uno pensaría que los viejos "genes" evolucionarían con el tiempo para extender el tiempo de potencia reproductivo y hasta la vida misma. De nuevo, parece que Dios diseñó obsolencia en nuestro sistema.
Los retos de ateos y escépticos son prematuros y inmaduros cuando alegan que el envejecimiento y la muerte son evidencias de la falta de intelegencia de Dios en crear el mundo. Considera las siguientes ventajas del envejecimiento y muerte un de punto de vista impersonal y lógico.
(1) Envejecimiento y muerte promueven actitudes correctas. ¿Cómo puede uno ser arrogante, justo en su propia estimación, egoísta o vanaglorioso cuando el envejecimiento y la muerte son obvios por todos lados? Humildad, reconocimiento de lo que realmente es importante en esta vida y apreciación por cosas sencillas son productos de envejecerse. Estudios muestran que la gente mayor recupera más rápido de una crisis que la gente jóven. El requisito de haber envejecido es requisito para calificar como anciano por una razón buena y lógica. La química de envejecerse mantiene nuestro punto de vista dónde debe de estar. No me gustaría vivir en un mundo ausente de personas con sabiduría y sensitividad que el envejecerse produce.
(2) Envecimiento y muerte producen cambios. Oí uno que dijo: "Lo único que puede echar esta iglesia hacia adelante sería unos fallecimientos". Parece que había unos individuos que aguantaban el crecimiento y obra de la congregación. ¿Cuántas veces en la historia bíblica no sucedían cambios significativos cuando alguien fue removido por la muerte? La muerte de Herodes trajo a Jesús de Egipto. La preparación para el futuro es motivado por la pérdida cercana de los líderes. Si vivieramos en un mundo sin envejecimiento y muerte, la monotonía y las condiciones incambiables nos consumiría. Yo no quiero vivir para siempre en este mundo físico. No tengo apuro en morirme ahora mismo porque tengo muchas experiencias que espero gozar y muchas cosas que quiero hacer para Dios, pero cada año que pasa me trae un sentimiento que la muerte no me molestaría mucho como lo hubiera hecho el año pasado. Sospecho que llegará el día cuando ambicione la hermosa existencia sin limitaciones del tiempo en que pueda decir como Pablo: "Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe"(2 Tim. 4:6-7).
Traducido y adaptado de "Does God Exist",
Vol. 15, Núm. 15 (sept.&emdash;oct. 1988), Pág. 8-10.
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