Lección 4

EL PROPOSITO PRIMORDIAL

Al contemplar la obra del Espíritu Santo en el primer siglo reconocemos lo siguiente: (1) que tenía que revelar toda la verdad; (2) lo cual hizo; (3) pero que no lo hizo todo en un solo día; (4) que las primeras congregaciones no tenían documentos escritos revelados por el Espíritu sino hasta 14 años después del establecimiento de la iglesia. Tampoco tenían ni siquiera una copia del Nuevo Testamento en forma escrita hasta mediados del segundo siglo.

El maestro o predicador que estudia cuidadosamente las Escrituras sabrá que el Espíritu iba paulatinamente revelando a la joven iglesia la voluntad completa de Cristo, quien era y es la cabeza de la iglesia. La nueva organización espiritual creada por Cristo no podía recibir en los días de su infancia todas las doctrinas, fáciles y fuertes, prácticas y sublimes, del evangelio. Tenía que crecer. Empezó tomando la "leche espiritual no adulterada," o sea, empezó con "los rudimentos de la doctrina de Cristo," Se desarrolló. Luego llegó a tomar el "alimento sólido" y eventualmente alcanzó la madurez. En el día de Pentecostés cuando la iglesia nació, el Espíritu dio mediante los apóstoles el plan de Dios para redimir a la humanidad. "Arrepentíos y bautícese en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados ..." (Hechos 2:38). Según el versículo 40, Pedro "con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba." Fueron convertidos como 3000 personas. Entonces, el Espíritu les enseñó a perserverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, el partimiento de pan (la cena del Señor) y en las oraciones," (Hechos 2:42). No en el mismo día sino mucho más tarde, el Espíritu enseñó a la iglesia en Jerusalén a escoger diáconos (Hechos 6). Durante el transcurso de los años el Espíritu reveló a la iglesia en Jerusalén toda la verdad. La dio primero por medio de comunicaciones orales, luego por libros, cartas, etc., o sea, en forma escrita. Doctrinas tales como la sobre la abolición del antiguo testamento, la respecto a comidas y carnes, la de la segunda venida del Señor, la de la resurrección y la de la glorificación del reino aparentemente no fueron reveladas y completamente expuestas por el Espíritu durante los primeros días de la existencia de la iglesia. Todo fue revelado en su debido tiempo.

Llegamos ahora a un punto de gran importancia: la cuestión del método o métodos empleados por el Espíritu Santo en su empeño de cumplir con el deber de guiar a toda la verdad. ¿Cómo lo hizo? El, un ser espiritual invisible, tenia ser el Embajador divino que llevaría un mensaje celestial al mundo material de los seres humanos. ¿Cómo lo lograría sin encarnarse? ¿Sin hacerse visible? Son preguntas que la Biblia contesta con exposiciones extensas y claras. La Biblia enseña que el Espíritu hizo su obra por llenar los apóstoles con poderes milagrosos y dar dones sobrenaturales a los miembros de la iglesia. A base de lo que explican varios textos afirmamos que el propósito singular del Espíritu en dar dones sobrenaturales a la ¡glesia era comunicar, mediante dichos dones, toda la voluntad del Padre a los hombres, tanto perdidos como salvos. Era el método que El escogió. Los dones no eran de mayor importancia. La verdad era lo que iba a librar a las almas encadenadas en pecado y los dones harían posible la revelación de la verdad. Los dones no salvaban; la verdad sí.

Afirmamos también que, en el primer siglo, todas las manifestaciones milagrosas del Espíritu Santo, inclusive el bautismo del Espíritu los dones sobrenaturales, etc., tenían como fin (1) el revelar la verdad (2) el organizar y poner en marcha la iglesia y (3) el confirmar la divinidad del mensaje y el origen divino de la iglesia. El propósito primordial del Espíritu en dar dones no era aliviar el sufrimiento de la raza humana; no era acabar con enfermedades, ni detener la propia muerte. Tampoco era dar un estreno o espectáculo en cada ciudad y pueblo. No era convertir por medio de señales vistas con los ojos de la carne.

Sabemos que hay mucha confusión sobre el propósito de las manifestaciones sobrenaturales del Espíritu Santo. Algunos suelen pensar que Cristo ofreciera por el Espíritu salvación, sanidad y el don de hablar lenguas a todo el que creyere. La promesa del Señor no fue así. Los términos de su promesa son: libertad espiritual por recibir y obedecer a toda la verdad - toda la verdad revelada por obra del Espíritu Santo. La sanidad del cuerpo físico no puede equivalerse con la santificación del alma. Hacer milagros y dar señales no era el trabajo principal del Espíritu sino el dar al mundo todo el mensaje de Dios A nuestro parecer, muchos creyentes de las iglesias del siglo 20 se fijan tanto en los milagros y prodigios que se les hace difícil ver la verdad. Van en busca de espectáculos. Demandan señales. Andan por vista, no por fe. No han llegado a entender el propósito de los dones sobrenaturales. Están mas interesados en el método que en el producto; más interesados en el mecanismo de comunicar el mensaje que en el propio mensaje. ¿Qué debería interesarnos más? ¿Saber cómo funciona una radio emisora u oír con entendimiento el mensaje que llega a través de la emisora? ¿Daremos mas importancia al mecanismo que al mensaje? Es precisamente lo que hacen los que dan mas importancia a los dones sobrenaturales que al mensaje que por medio de dichos dones fue revelado. En todo el plan de Dios para salvarnos, los dones milagrosos desempeñan sólo un papel de importancia secundaria. Es la verdad que salva. Es el alma que se salva, no este cuerpo que está destinado a volver al polvo de donde vino.

¿Por qué fueron bautizados los apóstoles con el Espíritu Santo? ¿Era para que sanaran a todos los enfermos? De ninguna manera. Recibieron ese bautismo para que fuesen capacitados de anunciar la verdad que librera. "Cuando venga el Espíritu de verdad él os guiará a toda la verdad." Antes de ascender a los cielos el Señor habló de nuevo con los apóstoles sobre la venida del Espíritu y les dijo según Hechos 1:5-8 que, al recibir el poder, saldrían a ser sus testigos verdaderos en "Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra ¿Testificar? ¿Cómo? Por el bautismo en el Espíritu Cuando fueron bautizados con el Espíritu comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:4). ¿Qué hablaron? ¿Disparates? No. Anunciaron el evangelio de salvación. Dieron mensajes que podían entenderse. El Espíritu Santo comunicó la verdad a los hombres por medio de ese bautismo, Capacitó a los apóstoles a declarar todo el consejo de Dios.

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