Lección 13

EL DON DE LENGUAS (2)

El propósito obvio del don de lenguas era capacitar a la joven iglesia para la predicación del evangelio entre los pueblos paganos como también entre los judíos que vivieron esparcidos en las muchas provincias del Imperio Romano. Por medio del don de lenguas, la iglesia podía predicar el evangelio a los incrédulos dándolos de una vez una señal milagrosa probando que el mensaje era de Dios. Los hermanos que recibieron el don podían anunciar el evangelio a otras naciones sin tener que pasar años aprendiendo las lenguas que hablan los ciudadanos de las distintas áreas geográficas. Pedro, que a lo mejor no sabía nada del latín, podía hablarlo a perfección mediante el don de lenguas. Asimismo, podía hablar las lenguas de Egipto, Babilonia, Ponto, Galacia, Siria, etc. sin haberlas estudiado. El Espíritu Santo le dio este poder. Se lo dio también a muchos otros hermanos con miras de prepararlos para la evangelización rápida y completa de otros pueblos.

Hemos afirmado que las lenguas extrañas que hablaron algunos hermanos de la iglesia primitiva eran, sin excepción, idiomas usados por los pueblos de aquellos tiempos y aquellas tierras. Esta explicación se sostiene por muchos textos y varios factores importantes. El Nuevo Testamento no habla de dos categorías de lenguas extrañas, (1) una de idiomas existentes y usados en aquel tiempo, (2) la otra de lenguas angélicas o estáticas. La Biblia no enseña ni infiere que haya tal distinción entre las lenguas extrañas.

Las lenguas que hablaron algunos miembros de la iglesia en Corinto no era ni estáticas ni angélicas. Ya lo hemos probado citando 1 Cor, 14:21. Considere también lo que dice el versículo 22. "Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos..." Es decir, según la explicación del Espíritu Santo, las lenguas no eran principalmente para la iglesia sino para convertir a los incrédulos. Para estos, las lenguas eran una señal. ¿Señal de qué? Del poder de Dios y de la divinidad del mensaje predicado. ¿Cómo servían como señal? El inconverso, oyendo el mensaje en su propio idioma y dándose cuenta de que el orador no había aprendido hablar el idioma en escuelas ni por práctica, comprendería que estaba presenciando un verdadero milagro. Sería una señal irrefutable del origen sobrenatural del mensaje.

Pero, supongamos que un inconverso oyera lo que se llama una lengua estática o angélica. ¿Qué podría concluir él tal? NADA, porque no le sería posible averiguar si el mensaje dado era o no de Dios. El hablar extático no sería una señal para él. Sí un ruso oye a un puertorriqueño hablar el idioma de Rusia sin errores de gramática o de pronunciación y sin haberlo estudiado antes dirá que, de veras, el puertorriqueño tiene un don sobrenatural. Pero, sí oye al puertorriqueño hablar lenguas estáticas, ¿qué dirá? ¿Qué podrá decir? No puede determinar si tal acto es, o no es, inspirado por Dios. Probablemente dirá que está loco. La lengua estática no sirve como señal para el incrédulo. Al contrario, le sirve de tropiezo. La lengua extraña, o sea, el idioma hablado por poder divino, sí sirve para señal al inconverso.

En 1 Cor. 14:2 encontramos estas palabras: "Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios." Muchos, al leer este pasaje, concluyen que se trata de lenguas estáticas o angélicas, de lenguas que se usan solamente para alabar o orar a Dios. Se equivocan en su interpretación porque no tienen presente todo el contexto de 1 Cor. 14. En este capítulo Pablo reprende a algunos hermanos que no usaban racionalmente, o sabiamente, los dones que el Espíritu les había dado. Algunos en Corinto que tenían el don de lenguas, usaban su don en el culto de la iglesia. Hablaban aun sin intérprete. Ahora bien, el que hablaba lenguas sin intérprete, a los hombres no hablaba. ¿Por qué? El mismo texto que leímos contesta diciendo: "Pues nadie le entiende." ¿Por qué no le entendían? Porque no hablaban el idioma y porque no había quién se lo interpretara. El que hablaba sin intérprete no hablaba «la los hombres, sino a Dios." Y, ¿por qué a Dios? Porque sólo Dios entendía; porque Dios entiende todo idioma. No existe para Dios lenguas que no entiende. Por lo tanto, no hay por qué hablarle en lenguas extrañas. En 1 Cor. 14:2 no hay un mandamiento de hablarle a Dios en lenguas para glorificarle, ni tampoco da ejemplo de hermanos que lo hicieran. El pasaje sencillamente explica que si uno habla idiomas extraños en la iglesia sin interpretarlos solo Dios los entenderá.

Además, ya hemos aprendido que las lenguas son para los hombres; son para los inconversos. La afirmación de 1 Cor, 14:2 no contradice esta enseñanza. El don de hablar lenguas no era para Dios sino para los hombres. No fue dado con el propósito de ayudar a los miembros en su adoración pública o privada. ¿Le hace falta a Dios escuchar lenguas extrañas? No ¿Le hace falta al cristiano fiel en hablar en lenguas para adorar a Dios? No. Las lenguas ni aun eran para la iglesia. No fueron dadas a la iglesia primitiva para apoyarla o avivarla en su culto. Le fueron dadas como una señal para los incoversos. Cuando se usaron correctamente, los hombres sí las entendieron y recibieron las buenas noticias de salvación mediante ellas. Los miles y miles que oyeron las lenguas extrañas en el día de Pentecostés las entendieron.

Según 1 Cor. 14, los miembros de la iglesia primitiva que tenían el don de lenguas podían hablar en la iglesia solo sí había quién interpretara. 1 Cor. 14:5 dice: "Mejor es el que profetiza que el que habla lenguas, a no ser que las interprete para e la iglesia reciba edificación ..." 1 Cor. 14:27, 28: "Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia ..." ¡En la iglesia primitiva, nadie podía hablar lenguas sin interpretarlas!

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