Lección 25

CESACION DE LOS DONES

Judas 3; Marcos 16: 20

Empezamos esta lección citando Judas 3: "Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendéis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.»

A mi parecer, muchos han pasado por alto el significado y la importancia de este pasaje. Examinémoslo bien. La idea de contender ardientemente por las enseñanzas de Dios no concuerda con la filosofía de muchos que, tolerando toda clase de doctrina humana, no contienden por nada sino la tolerancia de todo, declarando que no debiéramos nunca cuestionar o criticar las creencias de otros. Tenemos que amar la verdad (2 Tes. 2:10). Y debiéramos sentir en el corazón la necesidad de proclamarla y defenderla. El texto, al hablar de "la fe," expresa otra idea ajena al concepto de muchos. En la Biblia no hay fundamento, como algunos especulan erróneamente, para muchos credos, sino que hay una sola fe revelada. "La fe", dice Judas.

De esta fe Judas afirma que "ha sido una vez dada a los santos." ¿Cuántas veces? ¡Una sola! ¿Cuándo fue revelada? En el primer siglo. ¿Cómo fue dada? Mediante los dones espirituales. Ya hemos probado de manera contundente que el propósito primordial de los dones era revelar la verdad. Del Espíritu Santo Cristo dijo, "El os guiará a toda la verdad" (Juan 16:13). El Espíritu hizo su trabajo por medio de los dones sobrenaturales usándolos para comunicar la voluntad divina a los hombres. El Espíritu Santo, después de haber revelado todo, no vuelve a repetir su obra de revelación. "La fe ha sido una vez dada», es decir, una vez revelada. Una vez, no muchas. Si la fe ha sido una vez dada y si los dones fueron usados para darla, entonces los dones han sido una vez usados. "La fe" no será revelada de nuevo. Por lo tanto, los dones tampoco serán usados de nuevo. No es preciso que el Espíritu Santo siga trabajando por medio de los dones puesto que los dones servían para dar a conocer la verdad. Si los dones existieran hoy día su propósito sería revelar la verdad. Pero, toda la verdad ya ha sido revelada. Entonces, ¿para qué servirían los dones hoy día? ¿La repetición de la revelación de la fe? Imposible. Judas dice que la fe fue dada una vez. El Espíritu Santo no repetiría su obra de revelarla.

Se presenta ahora el cuarto argumento a favor de la cesación de los dones en los tiempos apostólicos. Dice Marcos 16:20, "Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que les seguían." ¿Qué hizo Cristo con las señales? Confirmaba la palabra, o sea, el evangelio. Hay un texto de la misma índole en Heb. 2:4. Dice así el pasaje: "Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad." Dios testificó a la divinidad del evangelio. ¿Cómo? Con señales, prodigios, etc. ¿Qué fue el propósito de tales manifestaciones sobrenaturales? Dar testimonio incontrovertible de que Dios es el autor de la Biblia.

Preguntamos: ¿Cuántas veces tiene Dios que confirmar una cosa o testificar que es verdad? Una sola vez basta, ¿verdad? El habla y lo creemos. Con las señales del primer siglo él confirmó la divinidad del evangelio y no tiene que seguir confirmándola. Ha dado su testimonio respecto al origen del evangelio. Pedirle a que volviera a repetirlo todo el tiempo sería dar evidencia de falta de fe en las primeras señales. ¿Creemos en las señales que se presentan en la Biblia? Entonces, ¿por que seguir pidiendo nuevas señales?

Un pacto, una vez confirmado, es válido hasta que deja de estar en vigor. Es sellado por las firmas de los que tienen autoridad. No hay que volver a sellarlo. El mismo principio debe aplicarse también al Nuevo Testamento. Este Testamento, siendo la perfecta revelación de la voluntad de Dios para con nosotros, ya es confirmado, ya es sellado. No hay que volver a confirmarlo y sellarlo para cada generación. Sí creemos en lo que Dios hizo en el primer siglo, se creemos en los milagros de la Biblia, entonces, ¿con qué razón, con que propósito demandamos señales de Dios? Ya él ha dado señales para confirmar la palabra. Ya el ha dado su testimonio mediante prodigios y milagros. Ahora, ¿qué pasa con nosotros? ¿No creemos en los milagros del primer siglo? ¿No creemos en las señales? Y, si creemos, ¿por qué pedimos nuevas confirmaciones, nuevos testimonios? ¿No basta lo que Dios ya ha hecho?

Yo creo en todos los milagros y señales de la Biblia. Creo porque Dios ha hablado y porque él ha confirmado su mensaje. La fe mía no depende de manifestaciones continuas de índole sobrenatural. Dios quiera que todos los creyentes lleguen a creer con todo el corazón en la inspiración del Nuevo Testamento, en su validez y en la realidad de las señales hechas para confirmar la palabra en el primer siglo.

Pasar a la lección 26