¿Mandamiento o Fruslería?

por Carla Montalvo

Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor " (1 Corintios 14:37).

Cuando yo era muy pequeña quizás tenía unos diez años y miraba como en algunos programas televisivos a mujeres que predicaban el Evangelio con tanto ímpetu y destreza, en mi mente decía: "algún día yo seré como ellas". ¿Pero será correcto? ¿Qué dirá la Biblia con respecto a eso?

Si nos remontamos a la antigüedad ¿Por qué Dios creó un hombre? ¿Por qué escogió a Abraham y no a Sara? ¿Por qué doce patriarcas y doce apóstoles? ¿Por qué Dios mandó a Jesús y no a una mujer? Y si no basta eso, dirijamos un vistazo a las costumbres de los tiempos bíblicos.

La posición de una mujer era siempre inferior con respecto a la de un varón, se mantenía fuera de vista cuando aparecía un visitante (Génesis 18:9) servía a los varones de la familia antes de comer, acarreaba el agua, hacía los vestidos, cocinaba y caminaba, en tanto que los hombres cabalgaban; incluso cuando Lot y su mujer huían a toda prisa de Sodoma ella caminaba detrás de él (Génesis 19:26). Esto también queda claramente reflejado en los escritos de Pablo donde el varón es la cabeza de la mujer (1 Corintios 11:3). Cuando Pablo da razones teológicas para ello, le dice a Timoteo que el hombre fue creado primero, pero que la mujer fue la primera en ser tentada a quebrantar el mandamiento de Dios (1 Timoteo 2:13-14).

Recordemos que en los tiempos del Nuevo Testamento las mujeres debían aún sujetarse (1 Timoteo 2:11-15). Estas no son fruslerías, sino mandatos divinos, según San Pablo "no se permite que las mujeres enseñen públicamente en la Iglesia" porque enseñar es un oficio de autoridad (1 Corintios 14:33-37).

Pero también escuchamos hablar de los movimientos feministas de antaño y de ahora que promueven la igualdad de género, la oportunidad y el acceso a los puestos de gobierno. Una psicó loga colombiana de nombre María Elena López manifestó que está convencida que las mujeres por muy liberadas que estén, en el fondo siguen buscando el compromiso de una relación estable; incluso una serie de televisión norteamericana demuestra que existe una generación de mujeres desorientadas que intentan encajar en un mundo que no se parece al idílico paraíso que prometían las feministas. Con esto nos damos cuenta que nuestro ministerio no es igual que el de nuestros esposos ya que hay una escalera: Dios, el hombre y la mujer. Tampoco estoy tratando de decir que como nuestros esposos son la cabeza del hogar, que ellos hagan todo. ¡NO! Lo que quiero decirle, mi estimada hermana, es que nos ubiquemos y si nos preparamos profesionalmente, seremos capaces de educar mejor a nuestros hijos y ayudar más a nuestros esposos; además no debemos pensar que estamos exceptas de aprender lo necesario para la salvación. En la Iglesia, hay diversos ministerios en los cuales podemos encajar perfectamente, tal es el ministerio de damas, el de los niños y otros como benevolencia; aunque no deben de usurpar la autoridad de los varones (Efesios 5:21). Las mujeres debemos de sujetarnos a nuestros esposos, por cuanto uno ama a alguien, se sujeta a lo que se sabe de él o ella.

Pablo esperaba que los líderes de nuestros tiempos ya sean hombres o mujeres se ajusten a la pauta bíblica.

"Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor 1 Corintios 14:33-34, 37).