HERMANA POR MUJER

por Elmer N. Dunlap Rouse

Estimamos que unas mil mujeres leen este Boletín - mil mujeres que necesitan consejos, ánimo e ideas para llevar a cabo cada día su valiosa contribución en el reino de Cristo. Son muy amadas y apreciadas. Este artículo es un esfuerzo de ayudar a aquellas mujeres cuyos maridos son líderes en las congregaciones y, en especial, a las esposas de ministros. Distintas a otras, éstas son objeto de un escrutinio más riguroso y necesitan de una espiritualidad poco común para sobrevivir y hasta vencer en un ambiente tan vulnerable. Pablo reclamó el derecho de llevar consigo una hermana por mujer (1 Cor. 9:3), aunque no hay evidencia de que haya usado el privilegio. Sería difícil imaginar una mujer al lado de Pablo dado la lista de sus sufrimientos tales como registra 2 Corintios 6:4-5 y 11:23-29, pero tampoco dudamos que las había y que las hay hoy día. Ser esposa del ministro de una iglesia es una profesión bastante adversa debido a la tensión que conlleva, y le sugerimos, si nos permite, unas sugerencias especiales.

Sugerencia #1: No te conviene que tu esposo te cuente los problemas que están pasando en la iglesia o los últimos escándalos de los miembros problemáticos. Que los resuelva él y los otros líderes de la iglesia como puedan. No te conviene saberlo. Es que te afectan porque vas a tratar de ayudar a tu marido a solucionarlos, desvelándote, tal vez, de noche. Se te hace difícil saludar a fulano o fulana en la reunión, después que, según se rumora, dijo tal o cual cosa de tu marido o de ti. Te conviertes en parte del problema cuando debieras de ayudar a tu marido a escapar de los problemas y pasar un rato agradable, y recreativo contigo y sus hijos.

Sugerencia #2: No tomes las críticas de forma personal. Para que puedas amar a todos los miembros de la iglesia, inclusive los débiles y complejados, es necesario la mente de Cristo, su sonrisa y entender que la gente dice muchas cosas sin pensar. Además, nuestra lucha no es contra sangre y carne sino contra potestadades y huestes espirituales (Efe. 6:12). El diablo usa a personas para destruir a la iglesia. Como es cobarde, no ataca al ministro sino a su esposa e hijos. Si hay algo en la crítica que sea cierto, acéptalo. El resto, entrégalo a Jesús que cargó con los pecados de otros. Debes perdonar a la fuente de la crítica y amarlo como si fuera tu hermano carnal. Fue un bobo que se dejó usar por Satanás para hacerle daño a tu marido. No le hagas caso. Siembra el amor y la gracia (favor no merecido) con tus hermanos.

Sugerencia #3: No tienes que decir a tu marido todo lo que te cuentan. Siendo mujer y esposa del ministro, muchos se sienten más cómodos hablando contigo que con tu marido. Quieren que tú hables con él de parte de ellos. Si crees que algún comentario tenga mérito, cuéntaselo o pide que hable con fulano. Debes tener cautela en ponerte a resolver problemas que envuelvan la responsabilidad de los líderes de la iglesia.

Sugerencia #4: Tu vida espiritual es más importante que tu servicio en el reino. La iglesia es un ambiente donde abundan necesidades que agobian los recursos espirituales del más maduro. Es imposible funcionar en este contexto sin la actitud correcta, sin un corazón lleno de amor, sin conocer las Escrituras y sin beber de Cristo. Tienes que cuidar tu vida espiritual personal para poder ser suficiente para la situación. Primero que los trabajos de la iglesia, primero que tu familia, primero que tu marido es leer la Biblia y orar con Dios a solas. Con tu espíritu lleno del amor de Dios, gozarás de un auto imagen positiva y te sentirás más satisfecha con la misión que Dios te ha dado.

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