EL CRISTIANO MUNDANO

por Miguel A. Teruel

 

Pablo no era un cristiano mundano sino maduro, tanto que pudo decir con toda facilidad, «Más lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mi, y yo al mundo» (Gálatas 6:14). ¿Eres mundano? ¿Cristiano a medias? El cristiano mundano vive para sí mismo. Le controla el "yo" con sus esperanzas, promesas y sueños que son idénticos a las esperanzas, promesas y sueños de todo otro mundano.

Cuando el cristiano mundano ora, grandes cambios empiezan a suceder en su vida porque el Señor contesta la oración. No le parece que fue Dios. Tal vez dirá que fue el diablo, porque cuando oró por contrición, Dios le envío aflicción. Cuando pidió pureza, El le envío una angustia conmovedora. Si pidió el ser humilde, Dios le permitió que su corazón fuese quebrantado. Pidió en oración poder morir al mundo, y El mató su más viva esperanza. Cantó a Dios en un himno pidiendo el ser semejante a El, y Dios los colocó en el horno, velando siempre el calor, «como un refinador y purificador de plata,» hasta que el cristiano mundano empezara a reflejar Su imagen. Así es el negocio. El cristiano pide el tomar su cruz y al Dios dársela, sus manos quedan laceradas.

Le parece al cristiano mundano como que todo le salió al revés y que Dios le negó todas sus peticiones. Pero no fue así, sino que Dios aceptó sus palabras y le concedió todas sus peticiones, no importa que el que pide no sabe el qué ni el cómo de Dios. El mundano pensaba continuar siguiendo a Dios de lejos, cómodo con vivir mitad en el mundo y mitad con el Señor, pero Dios sabe que esta posición no le conviene. Cuando Dios se aproxima al mundano para ayudarlo, puede que éste se espante un poco como Jacob que tuvo miedo en Betel y dijo "¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo" (Gén. 28:17). Dios le toca su vida y el cristiano mundano parece como quién vio un fantasma (Job. 4:14,16), así como los apóstoles se espantaron cuando Jesús se le acercó (Mat. 14:26). Ellos casi podían rogarle que se marchase de su lado, pero su propósito es madurar al mundano e insistir en su santificación. La cruz es un instrumento de cambio. Es más fácil hacer la señal de la cruz que sufrir en la cruz; o colgar una cruz al cuello que el estar crucificado sobre ella. Ya es tarde para el mundano retroceder cuando la cruz invisible con sus virtudes penetre muy profundamente en él. Cristo está cumpliendo con su promesa: «Y yo, si fuese levantado de la tierra, a todos traeré a mi mismo» (Juan 12:32). Ahora ha llegado su turno. Antes solamente había oído de la cruz, pero ahora la siente. Cristo clavó en el su mirada de amor como hizo con María y Pedro, y lo único que puede hacer es seguirle.

Dios toca al cristiano mundano poco a poco y de vez en cuando. Al hacerlo, el misterio de su cruz brilla cada vez más sobre el con rápidos destellos. Contempla al resucitado viendo la gloria que resplandece de las heridas de su pasión sagrada; y a medida que mira avanza y se cambia en su semejanza. Al madurar por la cruz, parece vivir solo con Dios arriba en una comunión inexplicable; dispuesto a carecer de lo que otros poseen y el podía tener, y a ser diferente a todos y sólo semejante a El. Así son aquellos en todas las edades «que siguen al Cordero dondequiera que vaya.»

Si el cristiano mundano hubiera escogido para si mismo, la elección hubiera sido muy diferente. Tal vez hubiera sido más ilustre en el mundo y menos ilustre en el reino. Tal vez por su mentalidad mundana hubiera escogido mejor la porción de Lot y no la de Abraham (Gén. 13:10). No hubiera escogido la cruz. Por eso Dios no contesta la oración como el cristiano mundano espera.

Ahora, aún en esta vida, el cristiano que ha probado la cruz sabe que todo lo que El hizo en su vida estuvo bien hecho. Era bueno el sufrir aquí, para poder reinar más adelante. Era bueno el llevar la cruz abajo, para poder reinar arriba. Era bueno ser crucificado abajo, para poder llevar arriba la corona; y que se hiciese no la voluntad del cristiano, sino Su voluntad sobre el y en el.

 

MUSICA - ESTILO Y CONTENIDO
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