OJOS INFIELES

por Elmer N. Dunlap Rouse

 

La debilidad del Presidente Clinton con las faldas es una oportunidad y un reto a todo cristiano para tratar esta cuestión mientras tanto que dirige la atención, tanto de cristianos como, también, al público en general. Nuestro mensaje es claro: Cristo no vino para quitar el gozo de la vida, sino aumentarlo y hacerlo más duradero (Juan 10:10). Es buen pastor y lo recomendamos al Presidente Clinton como, también, a todo alma. La infidelidad no da gozo sino sólo amarguras.

"Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mat. 5:27-28). La codicia es adulterio porque Dios juzga la intención como un hecho. El séptimo de los Diez Mandamiento del Viejo Pacto prohibió el acto carnal de adulterio, pero el décimo prohibió el contemplar el acto: "No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo" (Exo. 20:14, 17). Este versículo demuestra capacidad espiritual en la vieja ley porque traspasa hechos y se dirige a actitudes, la fuente de los hechos.

Según el testimonio de Mónica Lewinsky, la mirada de Clinton fue lo que precipitó el asecho del Presidente. Jesús no condena la mirada natural ya que el sexo contrario atrae miradas y Dios nos hizo así, pero la mirada deliberada, repetida y soñada en el sentido que construye un mundo de fantasía, esa es la mirada que no nos conviene. Esta mirada es un "cómo sería" que sueña con oportunidades y prepara la mente, hasta de manera inconsciente, para un encuentro sexual. Esta mirada es un mensaje enviado de una mente a otra que dice: "Tengo interés en tí"; "Si tú quieres, yo estoy listo". Esta mirada es la invitación a iniciar una relación fornicaria o adúltera. Después de varias miradas así de parte del Presidente, las cuales Monica interpretó como una autorización, esta empezó a buscar oportunidades y hacerse disponible.

Tal vez alguien dirá, "Pues si pensarlo es malo, no me hago más culpable si realizo lo que ya estoy pensando". La aves vuelan dondequiera. De que un ave nos aterrize en la cabeza, eso le puede pasar a cualquier. De permitir al ave hacer allí su nido es otra cosa. Así es la mente habituada a pensamientos carnales. Poco a poco estos pensamientos se van apoderando y van cambiando la persona en adúltero. Salomón dijo: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal" (Prov. 4:23-27). Claro, cuando instruye a mirar lo que tienes delante, no se refiere a la tentación sino al camino recto. Las cosas perjudiciales no están en el camino, sino fuera del camino.

Al llevar a cabo los pensamientos adúlteros, uno progresa en su carrera infernal (1) porque destruye los matrimonios; (2) porque destruye la vida y la felicidad del otro, haciendo el otro más débil que antes; (3) porque si ésto hiciste, es natural que cometes otros pecados también; (4) porque esta historia que hoy escribes te va a seguir por muchos años y quizás toda la vida y (5) porque estás predicando a todos los que te conocen que el adulterio y la fornicación no son nada.

Claro que Dios siempre está dispuesto a perdonar cualquier pecado si podemos arrepentirnos, pero el pecado es más de lo que parece. No es tan solo un acto apuntado en la memoria de Dios y archivado para el juicio final, sino que algunos pecados llevan consecuencias más duraderas que otros, nos debilitan más que otros y nos alejan de las personas que más nos quieren y más pueden ayudarnos. Todo pecado tiene la capacidad de romper nuestro eslabón con Dios, frustrar al Espíritu Santo que vela por nosotros e iniciar un rumbo que termina, como el rey Saúl, cuando Dios le quitó su Espíritu Santo y le envió un espíritu malo para tormentarlo. Además el adulterio establece un mal ejemplo para los hijos, ya que éstos tienden a imitar a los padres. El adulterio es serio porque contamina toda nuestra relación con Dios. Es un mensaje claro y público de que Dios es último en nuestra vida - después del placer, después del poder y después de adquirir.

Invitamos al Presidente de los Estados Unidos y a todos nuestros distinguidos lectores a ser fieles al Señor empezando con los ojos - que siempre miren solamente lo recto como dijo Pablo: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros" (Fil . 4:8-9).

 

OJOS MAGICOS
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?