EL TREN EQUIVOCADO

por José Castillo, Jr.

Warren Wiersbe cuenta una historia muy interesante. Se trata de un conductor ferroviario que una mañana comenzó su trabajo como de costumbre, cuando se encontró con una situación anormal. El primer pasajero que se montó en el tren tenía el boleto equivocado. "Lo siento mucho señor", dijo el conductor, "pero usted está en el tren equivocado. Tendrá que cambiar de tren en la próxima estación". Inmediatamente después, tomó más boletos y se encontró que todos estos pasajeros iban en el tren equivocado. Le comenzó a parecer extraño que tanta gente hubiera cometido el mismo error. No hubo de pasar mucho tiempo para que la verdad saliera a flote: era el conductor el que iba en el tren equivocado.

Este acontecimiento ilustra como el error de una persona puede llevar a otros por el camino equivocado. Por supuesto, el error del conductor, aunque no fue intencional, tuvo consecuencias adversas, por lo menos para los pasajeros. Algunos siguieron las instrucciones de¡ conductor y tuvieron que perder el tiempo de tren en tren hasta enterarse de la verdad. Con todo, la pérdida no fue grave. Pero hay casos en que el error es menos tolerable. En asuntos de finanzas, una equivocación de cualquier índole puede dejar en la ruina aun hombre rico. Cuando se trata de salud, un error es aún más crítico. Una equivocación por parte de los médicos, puede resultar en la muerte física de un ser humano. En el área de la religión un error puede desviar a muchos del camino de la salvación eterna.

Es sorprendente que en nuestro mundo exista una inclinación a buscar la verdad en todo menos en la religión. Hoy día, existe lo que llaman "método científico" el cual es un procedimiento creado para estudiar al ser humano y la materia con el fin de poder sacar conclusiones definitivas respecto al objeto específico en observación. Usando este método, aunque no siempre se llega a conclusiones definitivas, una persona puede llegar lo más cerca posible a la verdad. Esta sociedad le otorga mucho valor a la exactitud; los hechos, no las opiniones cuentan. Por esa actitud inquisitiva hemos dado grandes pasos de avance tecnológico, médico, etc. Pero en lo que concierne a la religión, generalmente aún estamos en la edad de piedra. Nuestro mundo parece conformarse con menos que la verdad; no se aprecia la exactitud; no se buscan conclusiones definitivas. Más bien, lo que vemos es la predominancia de opiniones y teorías humanas, la aceptación de¡ relativismo, y la tolerancia de la inseguridad e incertidumbre que resulta de todo esto.

Lo inaceptable secularmente hablando, es común en la religión hoy día. Términos como "yo creo" o "yo pienso" no tienen cabida en la medicina, ni en las finanzas, ni en la matemática. Ellos buscan los hechos, la verdad; tienen que ser exactos. ¡Cuánto más importante es el estar correctos en el área de nuestra vida que tiene consecuencias eternas! Aquellos que dependen de opiniones o emociones o sentimientos en la religión, están poniendo su destino eterno en un gran riesgo. Debemos asegurarnos que vamos en el tren correcto y en la dirección correcta. Esto por supuesto no se logra a base de opiniones, emociones, o sentimientos, sino a base del conocimiento y la obediencia de la verdad. Cristo lo dijo muy claro: "La Palabra que he hablado ella le juzgará en el día postrero" (Juan 12:48). Cuando se trata de la salvación del alma, la búsqueda de la verdad es aún más imperante que cuando se trata de las cosas de este mundo material. Es un asunto de vida o muerte (Hebreos 2:1 3).

HABIA TRES JOVENES
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?