UN SOLO PASO AL FRENTE

por Brenda Lee August

Luego de un año de dura prueba para mi, he aprendido el valor incalculable de poner todo en manos de Dios - y dejarlo allí. Mis oraciones no faltaban, mis ruegos por la sabiduría y la fortaleza que sólo Dios puede darnos para enfrentarnos a una dura situación no faltaban - pero nada sucedía y no comprendía por qué todo seguía igual. Mis conversaciones con Dios se iban tornando más a menudo en una pregunta: "¿Por qué? Señor, ¿por qué?" De pronto un día, de la manera misteriosa en que Dios suele darnos entendimiento, comprendí que mi error consistía en decirle a Dios en mi oración matutina que le dejaba todo en Sus manos, pero al salir por la puerta a trabajar aún me llevaba todo conmigo. Sentía Su presencia a mi lado, pero El tenía las manos atadas, pues yo, por la libertad que nos concede Dios de tomar nuestras decisiones, inconscientemente no le dejaba obrar, pues quería resolver las pruebas a mi tiempo y a mi manera.

Necesitaba re-programar mi modo de pensar y comencé por dejar de preguntar "¿Por qué, Señor?" y lo reemplacé con: "No comprendo por qué sucede ésto, pero confío en Ti, Señor, y lo dejo en Tus manos". Pero aún faltaba algo. Aún no me sentía en paz. Como todo ser humano, aún sentía el peso de las duras pruebas en mi corazón al tropezar, al desviarme, o al perder de vista a mi Señor en tiempos difíciles.

Una madrugada de la semana pasada, luego de pasar una larga noche sin dormir, leí, oré, y conversé con el Señor, y finalmente encontré la respuesta. Yo sentía la presencia del Señor, y finalmente encontré la respuesta. Yo sentía la presencia del Señor a mi lado durante cada día de este difícil período. Estuvo a mi lado porque mi libre decisión de ser autosuficiente no le permitía encaminarme a Su manera. Esa madrugada comprendí y le pedí a Dios que anduviera a un paso al frente de mi. No detrás de mi y no a mi lado. Que anduviera a un sólo paso al frente de mi. A un solo paso al frente para ser mi Guía. A un solo paso al frente para no perderlo de vista en la posibilidad de enfrentarme a otro período de confusión. A un solo paso al frente para encontrar en El al estirar mi mano mi soporte en el evento de tropezar.

Sí, las puertas y el dolor todavía existen, pero cuando comienzo a sentir el peso otra vez, me repito que ya no son míos y se los devuelvo a El. Sí, existen y existirán, pero no tienen ya la misma importancia. Es más importante para mi saber que ahora sí puedo entregarle todo a Dios - y dejarlo allí - y que ya no camino a la deriva, pues Dios está a un solo paso al frente de mí.

SE VA A MORIR
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