REBELARSE

por Elmer N. Dunlap Rouse

INTRODUCCION

A. Cuando el negro Rodney King fue sacado de su carro y golpeado por policías blancos en Los Angeles, California, todo el mundo estaba pendiente al caso, porque existía un video de lo que había ocurido. Al salir inocentes los policía, comenzaron los negros en dicho pueblo a levantarse, quemar y sequear. La injusticia, real o alegada, puede crear en la gente el deseo de dequitarse y oponerse a la autoridad. Según VOX, rebelarse es levantarse faltando la obediencia debida a un superior o a la autoridad legítima. Conlleva las ideas de sublevación y contumaz.

B. Samuel reprendió al rey Saúl por su rebeldía contra Dios y descubrió su deseo de ser su propio dueño (1 Samuel 15: 1-35; especialmente vers. 22-23). Dios no acepta una obediencia substancial, sino espera una obediencia estricta y completa. Observa la reacción de Saúl: (1) prefirió su propia voluntad a la clara voluntad de Dios; (2) estimó su rebelión como poca cosa; (3) reveló su verdadera naturaleza; (4) se descualificó de servir a Dios.

C. Vivimos en una sociedad rebelada contra Dios, contra el gobierno civil y contra el hogar. El regateo de automoviles en las vías publicas, el abuso de poder por servidores públicos y la desobediencia fragante a las leyes confirma que la sociedad moderna es similar a la de Israel bajo los jueces: "cada uno hacía lo que bien le parecía" (Jueces 21:25). Es indeseable, y hasta imposible, vivir en anarquía, sin ley, donde todos hacen lo que quieren.

I. REBELDIA Y EL HOGAR

A. Es deber de los padres preparar a sus hijos para una vida productiva y buena por enseñarlos a respectar a autoridad. Según la ley de Moisés, los hijos rebeldes eran apedreados (Deut. 21:18-21).

B. Padres débiles y consentidos pueden producir hijos rebeldes pero casi siempre corresponden a padres demasiado de rígidos. En tales casos, curar la rebeldía consiste en tratarlo como adulto, por explicarle las reglas y exigencias junto con una relación buena con el hijo. Cuando los padres no saben curarlo, sólo intensifica.

II. REBELDIA Y EL GOBIERNO

A. Los cristianos obedecen las leyes civiles (Rom. 13:1-7). Pagan contribuciones (Luc. 20:20-25). Honran y oran por todos los que están en eminencia (1 Ped. 2:13-18; 1 Tim. 2:1-4).

B. Si el cristiano cree que el gobierno le perjudica, recurir a la corte para defender sus derechos (Hech. 22:15; 25:11).

C. La presencia de corruptos, no excusa la desobediencia a las leyes (Rom. 12:21). Sólo puede desobedecer cuando la ley civil interfiere con su lealtad a Dios (Hech. 5:29; Dan. 6:4-10).

III. REBELDIA Y LA IGLESIA

A. Nadie debe aspirar una posición de liderato en la iglesia si no obedece la ley divina y civil (Tito 1:6). Los puestos en la iglesia no se regalan a amistades ni a familiares como en la política, sino se encargan a hombres fieles, probados y de madurez espiritual (1 Tim. 3:1-13; Hechos 20:28). Ordenar líderes incompetentes es provocar la murmuración y la rebeldía en la membresía. Como la iglesia no siempre dispone del mejor candidato, "hay que arar con los bueyes que hay" (2 Tim. 2:20-21). Hay que pidirle a Dios obreros para su viña (Luc. 10:2).

B. Exhortamos a los recien convertidos a no elevarse y arremeterse contra los líderes de la iglesia (1 Ped. 5:5). La paciencia es fruto del Espíritu Santo pero contiendas y diviciones son obras de la carne. Con una actitud amorosa y positiva, se puede lograr mucho para mejorar la iglesia sin tener que virarla a revés.

C. Ningún hermano debe de apoyar a los rebeldes de la iglesia, que se esconden detrás de causas para adquirir poder político o se aprovechan del error de un líder para sacar provecho personal. Es provechoso estudiar la murmuración de María y Aarón (Núm. 12), la rebelión de Coré (Núm. 16) y la sublevación de Absolón (2 Sam. 15).

III. REBELDIA Y DIOS

A. Toda rebeldía es contra Dios (Luc. 17:18) porque toda autoridad es de parte de Dios. Como Cristo adolecente se sujetó a sus padres (Luc. 2:51), todos necesitamos estar sujeto a alguien, porque no hay autoridad sino de parte de Dios. Los hijos obedecen a sus padres "porque esto agrada al Señor" (Col. 3:20). El siervo obedece a su amo, "temiendo a Dios" (Col. 3:22). La mujer se sujeta a su marido "como al Señor" (Ef. 5:22). La persona que no respeta a Dios tampoco respetará otra autoridad.

B. Toda persona que entiende el evangelio y no lo obedece inmediatemente es un rebelde (Hechos 26:19). Dios es paciente, pero cada vez que uno se niega a obedecer a la voluntad clara de Dios, se vuelve más incapacitado y endurecido a obedecerlo. No existe en el libro de los Hechos un sólo caso de uno que comió o durmió después de escuchar el evangelio sin primero obedecerlo. Todos sentían la urgencia, porque a Dios no se le puede decir, "horrita" (Heb. 3:7-11).

C. Dios castiga a los rebeldes (Heb. 12:5-11), con pruebas para despertarlos. Los latigasos de Dios, aunque duros, son motivados por amor (Heb. 10:26-31). Pero el mismo calor que ablanda la cera endurece el barro, y algunos solo se vuelvan más rebeldes.

©1993