CARTA ABIERTA

por Elmer N. Dunlap Rouse

Estimado ministro sectario,

¡Que Dios le bendiga ricamente! Gracias por su carta del 18 de octubre del año en curso (1994) y por su interés en los puntos presentados en el tratado titulado "Concilios y Esclavitud". Le escribo para contestar sus preguntas. No sé si podré hacerlo, pero voy a tratar de cumplir con Gálatas 6:1 donde Cristo me pide que le corrija con espíritu de mansedumbre, reconociendo que yo puedo cometer los mismos errores que señalo. Voy a tratar de limitar mis palabras a las que sean buenas para su edificación y si tengo que decir algo fuerte, decirlo con amor, como un cirujano que corta pero no lastima. Si en algo le ofendo, le pido disculpas. Si cree que falté a la verdad, me lo hace saber; estaré eternamente agradecido.

Quisiera ayudarle a conocer mejor a Cristo, su verdad y la iglesia que estableció. Cristo dijo a unos judíos: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Jn. 8:31-32). Su garantía no aplica a la permanencia en escritos humanos, sea confesiones, constituciones, normas, o decisiones doctrinales de asambleas, sino a la permanencia en su palabra. Existieron cristianos completos y muy disciplinados en el primer siglo sin saber nada de la Confesión de Westminister, ni la Confesión de Nicea, sin haber leído los Institutos de Juan Calvino o los escritos de E.W. Smith. Poseo una copia de Documentos de la Iglesia Cristiana por Henry Bettenson donde aparecen textos seleccionados de la carta del Sínodo de Nicea, porciones de la Confesión de Westminister y extractos de Christianae Religionis Institutio de Juan Calvino, y estoy haciendo las gestiones para conseguir la Constitución de la Iglesia Presbiteriana (EUA) para leerla también. Reconozco la valiosa contribución del pensamiento presbiteriano a las instituciones demócratas de nuestra civilización moderna y reconozco que muchas de las libertades que gozo se deben al pensamiento demócrata de Calvino y otros. Sin embargo, cuando entramos en el campo religioso y bíblico, todo esto es secundario. Es como dice el primer capítulo de la Confesión de Westminister, y cito: «Nada en ningún momento se debe añadir (a la Sagradas Escrituras) sea por nuevas revelaciones o por tradiciones de hombres». Estoy de acuerdo con esta opinión. Es una buena tradición. Pero no hace falta porque las mismas Escrituras lo dicen (vea Apoc. 22:18-19; Deut. 4:2 y Mat. 15:3). Asi que, esta opinión o tradición o interpretación de la Confesión de Westminister está de más. La Declaración de su iglesia cita el Libro de Confesiones 5.246 y 9.47 para probar que «no se ordenarán al ministerio personas homosexuales confesas, ni se realizarán bodas entre personas del mismo sexo». ¿Por qué votaron sobre esto en la Asamblea General si el Espíritu Santo ya había inspirado al Apóstol Pablo para decir que los homosexuales practicantes eran dignos de muerte (Rom. 1:27, 32)? Hasta donde yo entiendo, el presbiterianismo consiste en añadir opiniones humanas innecesarias a la palabra de Cristo. Yo sé que los presbiterianos aman sus credos y le ofrezco un pensamiento muy sencillo. Si el presbiterianismo tiene más palabras que lo que Cristo dijo, tiene de más. Si el presbiterianismo tiene menos, le falta. Si tiene lo mismo, no hace falta. Yo no estoy de acuerdo en atar a los creyentes la carga de nueve confesiones y otras muchas leyes humanas. Creo que un cristiano puede cargar solamente con las Escrituras y le irá muy bien. ¿No está de acuerdo? Yo no me atrevería imponer a los discípulos de Cristo una carga de interpretaciones humanas porque esto es exactamente lo que hicieron los judíos que motivaron a Nuestro Señor a verter una de sus denuncias más severas (Mat. 15:3-14). Yo entiendo que las nueve confesiones de la iglesia presbiteriana son equivalentes al Talmud de los judíos, las interpretaciones de la ley, que llegó a ser más sagrado que las mismas Escrituras. Yo le invito a abandonar sus credos humanos, aceptar la pura Palabra de Dios como credo y ser un simple cristiano.

Jesús dijo: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mat. 6:24). Creo que podemos aplicar este dicho a su dilema: Servir a Cristo o servir a institutos de hombres. Como aquellos judíos estaban llenos de sus interpretaciones, tanto que las palabras de Cristo no cabían en ellos (Jn. 8:37) así tampoco usted va a poder discernir la voz de Cristo cuando su mente está llena de las interpretaciones de hombres. "El que es de Dios, las palabras de Dios oye" (Jn. 8:47). No me diga que no. Estudié con los Testigos de Jehová una noche y les hice la pregunta, ¿qué sucedería si de la noche a mañana el Watch Tower Tract Society desaparece, desaparece toda la literatura de los Testigos en todo el mundo y sólo queda la Biblia? ¿Qué sucedería? No me supieron contestar. Le expliqué que su fundador, el Sr. Russel, había contestado que "pronto estarían en tinieblas". Yo les dije que la única forma de sacar luz de una Atalaya era pegarle fuego. Las Sagradas Escrituras son suficientes. ¿No puede usted decir "Amén"? No me diga que usted cree como los Testigos, que sin las interpretaciones de su Constitución nos perdemos. La Palabra de Dios es la semilla, que cuando cae en un corazón honesto produce hasta cien por uno (Luc. 8, 11, 15). Por su forma de expresarse, creo que usted tiene un corazón bueno y honesto. Le invito a dejar el presbiterianismo y ser un simple cristiano. Voy a contestar sus preguntas en el orden en que aparecen en su carta. Si alguna se queda, favor de indicármelo.

(1) CRISTO COMO CONCILIO.

Usted dijo que Cristo es maestro y redentor pero no un concilio que es de humana configuración; que no debemos confundir la función de Cristo como Salvador con la función de concilios que es de reglamentar procedimientos y establecer normas para tratar los asuntos pertinentes.

Creo que su concepto de Cristo es deficiente porque Cristo también es Rey. La iglesia es su reino, o sea, los corazones que le aceptan como Rey. Pablo dijo: "Porque es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies" (1 Cor. 15:25). Nosotros los cristianos fuimos "librados de la postestad de la tinieblas, y trasladados al reino de su amado Hijo" (Col. 1:13). Si Cristo es rey, está calificado y capacitado para gobernar su iglesia. Los concilios no son ni autorizados ni capacitados para esta función. Su existencia excluye a Cristo de la función de gobernar su iglesia. Criticamos a la Iglesia Católica Romana por tener a un hombre que reclama ser el representante de Cristo en la tierra pero lo que es el papa en la Iglesia Católica Romana, lo es la Asamblea General en la Iglesia Presbiteriana. La única diferencia consiste en substituir la voz de un delegado por la voz de muchos. Ambos sistemas destituyen a Cristo como gobernador de su iglesia. ¿Por qué llamar a Cristo rey para entonces ignorar su palabra y obedecer a un concilio? "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mat. 28:18). ¿Dónde está el versículo bíblico donde Cristo comparte su autoridad con un congreso de delegados de una confederación de iglesias? Dios "sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo..." (Ef. 1:22-23). Cristo es rey, no en título solamente sino de verdad y su reino es la iglesia. Nunca ha renunciado a su autoridad. Su instrumento para comunicar su voluntad a su iglesia son las Sagradas Escrituras, no la voz de hombres falibles. Yo le pregunto: ¿Son inspiradas las Escrituras? Pregunto porque muchos presbiterianos liberales niegan que la Biblia es verbalmente inspirada. ¿Son completas las Escrituras? ¿O le falta verdades que la iglesia necesita y las encuentra en concilios como la Asamblea de Divinos de Westminister que se echaron cinco años en formular su credo no inspirado? ¿Son suficientes las Escrituras para guiarnos en todo asunto relacionado a la iglesia? ¿O nos hacen falta las opiniones de Calvino? Los congresos no pueden hacer leyes que tengan igual valor que las de Cristo, ni mucho menos anular sus palabras. Tampoco necesitamos a un concilio para interpretarnos las Escrituras. La revelación del Nuevo Testamento es suficiente para guiar a su iglesia hasta la segunda venida (2 Tim. 3:14-17; 2 Ped. 1:3; Mat. 24:35). Las asambleas generales pecaminosamente obligan sus opiniones a las iglesias, substituyendo la autoridad a Cristo. ¿Serán los presbiterianos como los obreros malvados de la parábola de Cristo en Lucas 19? "Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros" (Luc. 19:14). Delegar la dirección de la iglesia a una asamblea demócrata es decirle a Cristo que no lo queremos como rey.

(2) LOS CONCILIOS PROHIBEN LA ENSEÑANZA DE LA BIBLIA.

El único concilio mencionado en las escrituras es el que sentenció a Jesús a muerte y persiguió a los Apóstoles. "Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hech. 4:18-20). "Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech. 5:27-29). La reunión de Hechos 15 no era un concilio, sino una reunión de apóstoles inspirados. La voz cantante (no votaron) era de Jacobo cuando dijo: «Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:» (Hech. 15:28).

Creo que su carta confunde dos cosas distintas. Habla de la libertad de conciencia de miembros cuando el tratado cuestiona la libertad de expresión de ministros. Creer o no en "x" doctrina es una cosa, autoridad para enseñarla y predicarla es otra. De que la iglesia presbiteriana acepta por miembro a uno que tenga creencias distintas al concilio es una cosa, de que permitan que un ministro las enseñe es otra. El Sr. Frank S. Mead, en su libro "Handbook of Denominations in the United States (Abingdon, Nashville, 1979) en la página 225 refiriendo a presbiterianos dice y cito: "Doctrinalmente son calvinistas. Como en la mayoría de las iglesias reformadas, se requiere de los ministros, ancianos y diáconos que se adhieran a la declaración confesional" (traducción mía). Para ser ministro en la iglesia de Cristo, sólo tengo que ser fiel a las Escrituras, pero para ser ordenado ministro presbiteriano tendré que prometer lealtad a las Escrituras y a su constitución humana, dando prioridad al segundo porque tendría que enseñar el calvinismo. Por consiguiente, para enseñar la inhabilidad total, se me prohibe citar Lucas 8:15. Para enseñar la elección incondicional, no podría enseñar más sobre Hechos 10:34. Para enseñar la redención limitada, se me prohibe mencionar a 1 Juan 2:2. Para enseñar la gracia irresistible, tendría que arrancar la página donde aparece 1 Timoteo 2:4. Para enseñar la perseverancia de los santos, tendré que olvidarme de Gálatas 5:4. Estos versículos, tal y como están, contradicen la Confesión de Westminister. Me da la impresión de que la Iglesia Presbiteriana Unida ya no es tan calvinista como la Iglesia Presbiteriana (EUA) y espero que ambas abandonen su enfoque en Calvino por completo para preferir a Cristo.

(3) CASOS DONDE EL CONCILIO ENJUICIA A UN MINISTRO

Usted pide un caso, bien documentado, donde su iglesia haya enjuiciado a un ministro por no predicar la doctrina autorizada. Vamos al caso citado en el tratado. Barton W. Stone (1772-1844) de Maryland fue ordenado en 1798 para predicar en las iglesias presbiterianas de Cane Ridge y Concord, Kentucky y cito, "Stone tenía serias diferencias sobre ciertos puntos de teología presbiteriana y como parte de la ceremonia de ordenación, se le hizo la pregunta ceremonial de si aceptaba la Confesión de Fe. Era entonces que Stone contestó, 'Lo acepto hasta donde lo veo en armonía con la Palabra de Dios'" (The Story of the Restoration, Bill Humble, Firm Foundation Publishing House, Austin, Texas, 1968, página 8, traducción mía). Los ministros Stone, Robert Marshall, John Dunlavy, John Thompson y Richard McNemar fueron enjuiciados por el Sínodo de Kentucky en Septiembre de 1803 y acusados de ser arminianos. Antes de que el Sínodo pudiera enjuiciarlos por herejes, renunciaron a la autoridad del Sínodo (página 9) y formaron su propio presbiterio, el Presbiterio de Springfield, lo cual también deshicieron el 28 de junio de 1804. Este suceso también aparece en "Una Historia de la Iglesia Cristiana" por Williston Walker, Charles Scribner's Sons, New York, 1959, pág. 512.

El tratado en sí no se apunta a ninguna secta en específico, aunque el caso de Stone fue usado para ilustrar, sino que apunta a la historia de toda iglesia esclavizada por algún concilio. Muchos reformadores fueron enjuiciados y hasta asesinados por sus concilios. Martín Lutero fue citado por la Iglesia Católica Romana y sobrevivió porque no acudió a la cita y porque unos príncipes alemanes le dieron protección. Galileo fue encarcelado en su casa por el resto de su vida por no apoyar la doctrina de su concilio. Son casos raros, porque, como usted mismo dijo, la gran mayoría simplemente abandonan el ministerio sin causar problemas, lo que considero como acto irresponsable. Al arrepentirse de predicar una doctrina falsa, uno está en la obligación moral de hacérselo saber a las almas perjudicadas (Eze. 3:17-21; Mat. 15:14).

La Declaración de su iglesia confirma mi alegación de que el concilio puede cerrar el local si la iglesia no cree como el concilio y cito: "Todos los bienes de la Iglesia local son sostenidos a nombre de la denominación (Iglesia grande) como parte de nuestro pacto comunitario. Todo grupo que abandona el pacto con la iglesia tiene la responsabilidad de devolver los bienes a la comunidad pactante (Hech. 4:32)". El concilio, que legalmente representa la denominación, es dueño de la propiedad de la iglesia local esclavizada y puede cerrar su local cuando juzga que haya abandonado la doctrina autorizada por dicho concilio. Lo bíblico sería que cada iglesia fuera independiente y que juzgue por sí misma a sus ministros (Rom. 16: 17-18; 1 Tim. 6:3-5; Apoc. 2:2; Judas 3-4; 2 Jn. 9-11; 1 Jn. 4:1).

(4) TODA ORGANIZACION HA DE TENER UN REGLAMENTO

No aparece en la Biblia ni denominaciones ni asambleas generales de delegados para votar por reglamentos, confesiones, o doctrinas. No hay provisión en las Escrituras para sínodos para fiscalizar a ministros. Todas las iglesias del Nuevo Testamento eran independientes y cada iglesia se encargaba de lo suyo. Cualquier historia de la iglesia lo reconoce. Los obispos de Hechos 20:28 tenían que "apacentar la iglesia del Señor". ¿Cuál iglesia? No eran obispos universales para apacentar todas las iglesias del mundo, ni apacentaron las iglesias de Asia, sino solamente una iglesia local, la de Efeso. Pablo había llamado a los ancianos de la iglesia en Efeso (verso 17). Esa era la iglesia que tenían que apacentar. La idea de sínodos y asambleas generales es extraño a la Biblia y contraria a ella. En la iglesia de Cristo, a la cual yo pertenezco, tenemos un solo libro que nos sirve de credo, de confesión, de constitución y libro de orden. Es el mismo credo, confesión, constitución y libro de orden que tenía la iglesia primitiva: el Nuevo Testamento.

Citando su carta "Toda organización ha de tener un reglamento, un compendio de normas por las cuales ha de regirse la actuación de sus miembros". Estamos de acuerdo, excepto que la constitución de la iglesia de Cristo es inspirado mientras que la de la iglesia prebiteriana es humana. La iglesia de Cristo no necesita un concilio para juzgar si homosexuales pueden casarse o ser ministros porque nuestra constitución (el Nuevo Testamento) declara que tales relaciones merecen la muerte (Rom. 1:27, 32). Cuando un grupo de hombres escribe una constitución y la obligan a una iglesia, están afirmando que saben, más que el Espíritu Santo, lo que le conviene a la iglesia. Pecaminosamente añaden escritos de meros hombres sin inspiración alguna para que tenga más voz y autoridad que la misma Palabra de Dios. Están afirmando, por su orden humano que las Escrituras no pueden hacer al hombre perfecto sin los escritos de ellos (2 Tim. 3:16-17). La Declaración de su iglesia es ofensiva para este servidor, porque documenta sus afirmaciones con textos bíblicos y citas de su Libro de Confesiones como si ambos tuvieran la misma autoridad. Pablo dijo: "Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura para ganar a Cristo" (Fil. 3:8). Todo documento humano es una basura cuando se compara con el documento inspirado. La iglesia presbiteriana tuvo que revisar la Confesión de Westminister, después de 300 años y ahora su iglesia tiene la Confesión de 1967. ¡Que bonito! La confesión mía no se puede revisar nunca porque es inspirada. No envejece ni tiene errores.

(5) DENOMINACION Y SECTAS

Su carta presenta a denominaciones y sectas como cosas distintas. Creo que un simple repaso de los diccionarios y la Biblia le lleva a la conclusión de que son sinónimos. Ambas se refieren a divisiones. Denominación significa poner un nombre para distinguir una cosa de otras. Secta indica lo mismo, una parte o sección de algo. Esto es exactamente lo que Pablo prohibe (1 Cor. 1:12). El nombre "presbiteriano" es pecaminoso porque distingue unos cristianos de otros, o sea, "Yo soy Bautista", "Yo soy Presbiteriano". Ambos términos se refieren a secciones, divisiones y entidades separadas. Pablo dijo que este proceder era carnal (1 Cor. 3:1-4). Los diferentes nombres sectarios, propagados por los concilios, no son producto del Espíritu Santo sino de una sabiduría carnal. Son productos de divisiones. Si yo fuera presbiteriano sería un sectario porque pertenecería a un grupo peculiar, a otros que son cristianos. E.W. Smith tiene unas opiniones muy ciertas, pero no soy seguidor de Smith, ni seguidor del pensamiento presbiteriano, sino cristiano, seguidor de Cristo.

La Declaración de su iglesia me sorprende cuando cita 1 Corintios 1:10 que dice "Afirmamos la unidad del Cuerpo de Cristo..." y «habléis todos una misma cosa», pero con el mismo soplo afirma el derecho de afirmar cosas distintas como el uso de nombres peculiares (Presbiteriano, Bautista, Católico, etc.). Cita el texto que ruega que "no haya entre vosotros divisiones" y con la misma respiración apoya el Libro de Confesiones que los divide de aquellos que no aceptamos su credo humano, sino sólo las Escrituras como guía infalible.

La Iglesia Prebiteriana es un ejemplo perfecto para demostrar la tendencia humana de dividirse en sectas. En Escocia e Irlanda, en los siglos pasados, había la Iglesia Presbiteriana Regular, que era entonces la religión "oficial". Posteriormente, surgió una diferencia de opinión sobre la autoridad de los reyes y otros líderes que controlaban la ordenanza y colocación de pastores en las iglesias. Por causa de esto, la iglesia se dividió en dos sectas: La Regular y la Separatista. Luego, la propia iglesia Presbiteriana Separatista se dividió en dos partidos sobre la exigencia de un juramento personal de lealtad a "la verdadera religión ...autorizada por la ley de Escocia". Entonces surgieron tres grupos - el Regular, el Separatista "Burger" (constituido de aquellos que sostienen el juramento en cuestión) y el Separatista "Anti Burger" (contra el juramento). Después surgió un conflicto más, esta vez sobre la autoridad de magistrados civiles en el sector religioso, resultando en cuatro partidos: Los Burgers Originales (o "Luz Vieja"); los Burgers "Luz Nueva"; los Anti Burgers Luz Vieja y los Anti Burgers Luz Nueva. Ninguno tenía comunión con los demás. Frank S. Mead en su libro, "Handbook of Denominations" ofrece una lista de nueve sectas hoy día que usan el nombre "presbiteriano", cada uno con su concilio aparte. No puedo pertenecer a ninguna de las nueve porque si fuera presbiteriano, estaría apoyando la división que desagrada a Cristo. El tratado en cuestión invita a todos a abandonar sus concilios y nombres humanos y que sean simplemente cristianos.

Para terminar, cito el desarrollo del sistema de gobierno del catolicismo romano. En el primer siglo, todas las iglesias eran independientes y Cristo era su única cabeza universal. Cada iglesia era responsable solamente a Cristo. La lectura simple del Nuevo Testamento da testimonio a esto, como también la lectura de cualquier libro sobre la historia de la iglesia primitiva. Cada iglesia local tenía una pluralidad de ancianos (= obispos). Para el año 110 -117 D.C. ya Ignacio se había hecho obispo único de la iglesia en Antioquia. Esta organización episcopal era el primer paso en la apostasía de la organización de la iglesia. Este escribió cartas a otras iglesias que hicieron lo mismo. Para el fin del segundo siglo, las iglesias dejaron de dirigirse por las Escrituras y empezaron a mirar hacia las iglesias de las ciudades importantes para su dirección como Roma, Smirna, Efeso y Alejandría. Ya para 325 los obispos únicos de cada iglesia estaba reuniéndose en Nicea para formular el primer credo. De allí al obispo universal de Roma era solo un pasito. ¿Por qué reformarse un poquito? ¿Por qué la iglesia presbiteriana no puede volver por completo al patrón de la iglesia primitiva?

Si le he ofendido, pido disculpas. En cuanto a la verdad aquí presentada, espero que usted sea sincero y noble como los de la sinagoga en Berea, que "recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hech. 17:11). No soy un cristiano solitario sino que pertenezco a la iglesia de Cristo, una hermandad de iglesias independientes que tienen unos tres millones de miembros. Cada iglesia se gobierna a si misma usando solamente las Escrituras. Cada iglesia es responsable solamente a Cristo por lo que hace. Cada iglesia tiene la responsabilidad y la libertad de seguir las Escrituras como mejor cree. Decimos que somos cristianos ... nada más y nada menos. No imponemos ninguna opinión a los miembros, sino solamente lo que dice la Biblia (1 Ped. 4:11). Si usted llega a ser miembro de la iglesia de Cristo, no tiene que hacer nada más de lo que dice la Biblia, pero tampoco nada menos. Donde las Escrituras hablan, hablamos. Donde callan, nosotros callamos. Invitamos a todos a ser uno en Cristo, no en una unidad falsa, sino una verdadera bajo la plataforma de solo Escritura, imitando la iglesia primitiva en su doctrina, gobierno, adoración y requisitos para membresía.

Atentamente,

ENDR