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La Cena Nos Une

por Elmer N. Dunlap Rouse

La iglesia de Cristo es unida y expresa su unidad en todo lo que hace, especialmente en el momento de comer la Cena. Ninguna iglesia es perfecta y puede que hayan hermanos que no se llevan, luchas por el poder, celos, diferencias doctrinales y falta de perdón. Para resolver esto, Cristo instituyó la Cena que es la comunión de Cristo y común a todos sus seguidores. Es muy atractiva porque soluciona nuestros problemas. Su amor y unidad nos brinda un poco del cielo aquí en la tierra. Nos educa a no confiar en nuestro lugar de origen, en nuestra raza o cultura ni en lo que tenemos. Puede que nuestra abundancia nos hace sentir independientes de los demás, como que no necesitamos de nadie, capaces a ofender y ofenderse por la cualquier cosa. La Cena del Señor nos educa a unirnos con los demás miembros. Lo que tenemos puede desaparecer en un momento. Por eso el cristiano que tiene vive como si no tuviera nada y el que no tiene nada, vive como si lo tuviera todo porque tiene a Dios que sí lo tiene todo. En vez de familia, raza, origen, cultura, bienes y otros intereses, la Cena nos une.

La iglesia expresa su unidad cada domingo cuando los hermanos se reúnen para celebrar la Cena del Señor y compartir de un sólo pan. Pablo dijo, "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan" (1 Cor. 10:16-17). Cuando los hermanos dan gracias a Dios por el sacrificio de Jesucristo, recuerdan que su salvación es por gracia, no por obras, y que recibimos nuestra salvación de la misma persona, Cristo, y que nadie es mejor que otro porque todos necesitamos de su perdón y de su amor.

Cuando compartimos el pan y expresamos nuestra unidad. Somos uno. Somos un cuerpo, figurado por el pan que está en nosotros. Al comer, recordamos que Cristo está en nosotros. Somos su cuerpo. Cuando caminamos por el mundo, Cristo en nosotros camina por el mundo. Somos uno con el Señor, uno en propósito, en sacrificios, servicio, sufrimientos, evangelización, oraciones, y en unión con todos los demás miembros del cuerpo de Cristo.

La Cena es la comunión porque nos es común a todos los miembros. Todos participamos de un sólo pan y si compartimos el pan, también debemos compartir todo lo otro. Si compartimos el pan, debemos compartir todos los cultos de la iglesia, todos los trabajos, todos los proyectos, todas las decisiones, todas las visitas que llegan a nuestros cultos, todas las clases bíblicas, saludar a todos los hermanos, compartir con todos los niños que nos acompañan, dar cariño a todos los ancianos presentes, orar por todos los enfermos, orar por todos los gobernantes, orar todos por la paz del mundo, perdonar todos al hermano restaurado que regresa a la iglesia, llorar con todos los que perdieron a un ser querido y unirnos todos en rechazar la doctrina falsa que trae un hermano equivocado o un extraño, y en rechazar a un hermano que no cumple con las instrucciones de Cristo y ha sido señalado por la iglesia para tenerlo fuera de la comunión. Somos un solo pan.

Estos últimos que mencionamos no deberían comer de la Cena del Señor porque no tienen comunión con Cristo y, como consecuencia, no pueden tener comunión con su iglesia. No están en Cristo. Al celebrar la Cena del Señor, explicamos esto a los presentes en momentos oportunos, pero como personas mansas, humildes, sufridas, pacientes e inofensivas aunque firmes, no resistimos con fuerza la participación de éstos. Ningún daño hacen a la comunión de la iglesia si comen. Tampoco reciben ningún provecho por comer. Con paciencia les enseñamos y los evangelizamos. ¿De qué le vale comer del pan si no participan del bautismo y los demás mandamientos del Señor? ¿De qué provecho tiene comer un pedazo de pan si desprecia, odia y no perdona a su hermano? ¿Puede el pan salvarle? ¿Le perdone su pecado? ¿Lo lleva al cielo sin tener a Cristo en su corazón? Qué coman si quieren. Judas también comió.

Necesitamos recordar cada domingo que nosotros, con ser muchos, somos un solo cuerpo. Nos reunimos el primer día de la semana a comer en comunión como los discípulos en Troas (Hech. 20:7). Nos unimos como la comunidad de la fe. Los que comen con nosotros son de nosotros. Nos pertenecen. Son más familia que nuestros familiares carnales. Tenemos más obligación con ellos que con ningún otra persona en este mundo. "Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre." (Mat. 12:46-50). Los discípulos que participan de aquél pan son nuestros hermanos y son más familia que ningún otro.

Todos los hermanos que participan de aquél pan son nuestros hermanos. Aunque viven en la China o en el país que sea, son nuestros hermanos y si ellos tienen una necesidad, nosotros tenemos una necesidad. "Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno" (Hech. 2:44-45). Todo lo que tenemos pertenece a aquél que lo necesita porque somos un solo cuerpo. Si nosotros tenemos, ellos tienen y todo lo que tenemos es del Señor y el puede usarlo cuando sea y dárselo al miembro que sea porque somos un solo cuerpo. Los hermanos egoístas imitan a los corintos que comían del pan menospreciando a sus hermanos, ignorando sus necesidades y practicando la división. Estos al igual a los de hoy son ignorantes, negligentes, y necesitados de reprensiones fuertes como las que repartió Pablo. "Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo" (1 Cor. 11:17-22). Comer del pan de la Cena es participar del cuerpo de Cristo, unirnos a su cuerpo y a todos los demás hermanos que participan por todo el mundo. Sus problemas son nuestros problemas. Pertenecemos a ellos y ellos pertenecen a nosotros. No somos nuestros sino miembros del cuerpo de Cristo. ¿Cómo podemos comer una comida sin esperar que todos estén presentes? Ni una familia come así por más mundana que sea y si llega una visita, quitan la comida a uno de la casa para que la visita no se quede sin comer. La iglesia se une en considerar a todos los demás hermanos. El hermano glotón lo quiere todo para el y come como las bestias que no se respetan. Pablo dice si es así, es mejor que coma aparte en su casa. Hay que reprender a los avaros duramente; y si no se arrepientan, sacarlos del cuerpo (Tito 1:12; Lucas 21:34; Rom. 13:13). No podemos comer con los hermanos avaros (1 Cor. 5:11). Nos juntamos con los hermanos para comer con ellos de un solo pan, sin egoísmo, sin comer de más, sin comer antes que todos los hermanos hayan llegado. La comida nos enseña a compartir con los hermanos, formar amistades con ellos, amarlos, apreciarlos, a interesarnos en las cosas que les sean importantes, reconocer que somos un cuerpo en el Señor y miembros los uno de los otros, humildes y dispuestos a compartir todas las cosas, amándolos hasta el fin imitando a nuestro Señor (Jn. 13:1). Oramos por ellos, les lavamos los pies y estamos dispuestos a hacer cualquier cosa que nos sea posible para ayudarles resolver sus problemas. Pues, todos los que participan de aquél mismo pan son nuestros hermanos y si necesitan, pueden buscar ayuda en nosotros. Estamos para servirles.

Cuando nos reunimos a comer, Pablo pide que esperemos la llegada de los demás hermanos. Si usted es parte del cuerpo de Cristo, tus hermanos le van a esperar para que sean un solo pan. Trate de llegar al tiempo acordado. Vivimos una vida más ligera que los cristianos primitivos pero hay, también, la tecnología modera de celulares con despertadores y alarmas que nos ayudan a llegar a tiempo si lo proponemos. Su ausencia o atraso afecta el compromiso de la iglesia de ser un solo pan y "para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 15:6). ¿Quiere que los hermanos esperen por usted? Otros hermanos son atentos, diligentes y se prepararon a tiempo. Dios merece lo mejor y Jesús siempre está presente y espera su llegada y su amor.

Cante, hermano. Cante con sus hermanos. Los mudos y los enfermos están excusados. Los demás, unánimes, todos cantamos porque somos un solo pan. No tiene que cantar lindo sino con amor, en espíritu, adorar a Dios con sus hermanos "a una voz". Si pertenece a nosotros, cante con nosotros. "Y cuando hubieron cantado el himno,... "(Mat. 26:30). Cristo cantó también. ¿Quién no cantó en la Ultima Cena? Hermano, únase a nosotros, en cuerpo y alma. Cante con nosotros, porque somos un sólo pan y nuestra iglesia es una iglesia unida.

Que nadie se atreva irse temprano porque somos un sólo pan hasta el último amén, hasta el último saludo, hasta el último beso. ¿Cómo se va a ir sin despedirse de sus hermanos? "Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo" (Rom. 16:16). Los hermanos que no saludan ignoran el significado del pan que comen los domingos porque todos los hermanos que participan de aquél mismo pan son nuestros hermanos. Si usted se retira temprano de la reunión, ¿dónde está el beso que usted le debe a sus hermanos? ¿Dónde está la gracia y la paciencia de nuestro Señor Jesucristo en usted? La Cena no es un sacramento que uno pueda tomar aparte, separado de cuerpo, porque, además de ser un recordatorio, una acción de gracias y una profecía del futuro regreso de nuestro Señor, simboliza la unidad de la iglesia, que somos partes los unos de los otros. De la Última Cena, el que se fue temprano fue Judas. Que nadie se vaya temprano a menos que sea una emergencia.

¿Expresa usted la unidad de la iglesia cuando coma la Cena del Señor?