DROGAS Y LA IGLESIA

por: Elmer N. Dunlap Rouse

Las drogas están dondequiera, hasta en la iglesia. Cayeron de la Biblia de un joven, durante un culto el domingo por la mañana en la iglesia donde yo predicaba. Podemos mirar para el otro lado, pero no por esto dejan de existir ni de hacer daño. Tu iglesia puede ser libre de drogas si tú te lo propones y si cuidas ciertas áreas importantes.

I. Promover agresivamente un programa de jóvenes.

Criar hijos es deber del hogar, pero la iglesia no puede ignorar a estas almas tan fáciles de ganar. Por lo menos, debemos salvar los nuestros. Por experiencia, noto que los hermanos que no creen en proveer actividades sanas para los jóvenes son aquellos que no tienen jóvenes. La iglesia puede, con una inversión muy pequeña, ofrecer una alternativa a los jóvenes para que no sientan la tentación de correr con el mundo.

Cada iglesia necesita adultos que trabajen con los jóvenes como ministerio, Invirtiendo su tiempo y hasta dinero en los años más peligrosos de sus vidas - la adolescencia. Están allí con los brazos abiertos y cada fin de semana hay alguna actividad en la iglesia: deportes, giras, campamentos y reuniones de jóvenes. Estos adultos abren sus hogares y sus corazones y les dicen: "Yo estoy para ayudarte. El día que tú me necesites, estoy disponible, no importa el problema que sea, ni a la hora que sea. Cuenta conmigo".

La iglesia puede también invitar a miembros especializados de la Policía (Control del Vicio, División de Narcóticos) o de Servicios Contra la Adicción para dar charlas y demostraciones sobre el abuso de las drogas para que sus jóvenes no tengan que depender de informaciones falsas y torcidas. Algunos hermanos piensan "si nunca se lo mencionamos, nunca les va a pasar por la mente". Distinto al avestruz, que esconde la cabeza en la tierra, la iglesia responsable educa y prepara a sus jóvenes a no sucumbir a las drogas, sino a vivir victoriosos en medio de un mundo peligroso.

II. Enfatizar la familia.

El hogar sano donde ambos padres se aman y sirven al Señor es una defensa efectiva contra los vicios. Por esto, la iglesia con sus sermones y clases bíblicas busca mejorar a sus familias. No queremos una iglesia de divorciados, sino de matrimonios victoriosos donde los hijos se críen con el calor de padres y madres responsables. Fomentemos buenas relaciones entre padres e hijos para que haya buenos medios de comunicación. David permitió que una distancia insana se colocara entre él y su hijo Absalón. Después de años de abandono, su hijo se rebeló y murió tratando de destruir a su padre (2 Sam. 18). Enseñemos a los padres a estar pendientes a sus hijos, a su desarrollo escolar, social, deportivo y cristiano dedicando tiempo a sus hijos. La iglesia prepara a los padres para ser modelos para sus hijos. Si no queremos que los hijos usen drogas, primero tenemos que convencer a los padres a dejar los vicios de fumar y beber. Queremos que los padres tengan dominio propio para entonces enseñarlo a los hijos, ya que padres consentidos tienen hijos escandalosos y padres indiferentes al Señor tienen hijos que también son indiferentes al Señor.

III. Enfatizar el trabajo honrado.

No es fácil para un joven sin experiencia conseguir trabajo en una sociedad de alto desempleo. Huyendo de un trabajo duro y de poco provecho, algunos jóvenes caen en la trampa de vender drogas. Enseguida hacen más dinero del que jamás habían imaginado. Gozan de una estima instantánea, de muchos amigos y de un estilo de vida arriesgado como el del cine. Sienten el orgullo de manejar un negocio que produce suficiente para no tener más necesidades, pero no es un empleo ni honrado, ni honesto. No es correcto progresar vendiendo un producto que destruye la vida de otro. Si a ti no te gustaría que otro venda drogas a tu hermana, dañando su vida, ¿cómo podemos justificar hacerlo a otro? (Mat. 7:12). Un empleo deshonesto, como el de vender drogas, deja a uno expuesto a muchos peligros: (1) no confiar en nadie (2) pelear y matar por un territorio, (3) sufrir chantaje y ser "chantajeado", (4) exponerse uno y exponer a su familia a represalias al no cumplir con los contratos (5) arriesgarse a una sentencia al ser procesado en corte y (6) manchar el nombre de tu familia al quedar retratado en el periódico. Es mejor valerse de sí mismo por estudiar y prepararse para una carrera que recurrir a una vida flamante y corta. La venta de drogas produce más dinero, pero no da satisfacción ni tranquilidad, ya que uno ha vendido el alma al diablo (Prov. 19:3,23; 29: 1).

IV. Predicar a Cristo

Cristo dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mat. 11:28). Tanto la iglesia como sus jóvenes necesitan el descanso que sólo da Jesucristo. Las drogas no pueden dar descanso ni solución, ni escape, sino trabajo, problemas y esclavitud. Cristo ofrece la libertad del pecado a aquellos jóvenes que creen y permanecen en su palabra (Jn. 8:32). Los jóvenes que aceptan a Cristo como pastor pueden cruzar el valle de sombra de muerte sin miedo y entrar y salir sin dificultad entre angustiadores que les quieren matar con las drogas. Cristo es la puerta de escape cuando están confundidos con problemas por todos lados. Cristo es poderoso para socorrerlos porque él fue tentado en todo según nuestra naturaleza y ganó (Heb. 2:18; 4:15). Por esto los jóvenes pueden confiar en él. Cristo les ofrece la verdadera "recreación" creando en ellos un corazón nuevo, una vida nueva, un espíritu nuevo y un gozo que nunca termina (Sal. 51:10). En Cristo los jóvenes son una comunidad terapéutica que con amor sanan, levantan y se fortalecen los unos a los otros. El mundo no los puede ganar, sino que son ellos que invitan al mundano a aceptar a Cristo.

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