Lección 6

AVIVAMIENTO, AMOR Y CRITICA

Entre los creyentes de Puerto Rico, tal como entre los de otros países, la obra y el, poder del Espíritu Santo es un tema explosivo, cargado de tanto emocionalismo que se nos hace casi imposible discutirlo con calma e imparcialidad. Cada cual ya tiene sus doctrinas respecto al Espíritu, y las propaga con un ardor asombroso, tercamente defendiéndolas a veces, con puro fanatismo. Muchos ya no pueden razonar con otros sobre el tema. A través de los años han formado convicciones que, en realidad, son prejuicios fuertes que no les permiten ver con claridad. Condenan a los que no están de acuerdo con sus opiniones, culpándolos de blasfemia contra el Espíritu Santo. Entre los contricantes hay contiendas y debates interminables.

En las décadas anteriores al principio del siglo 20, los habitantes de Puerto Rico (y de otros paises latinoamericanos) sabían muy poco en cuanto al Espíritu Santo, su personalidad, poder y trabajo. Después de la guerra hispanoamericana, vinieron a la isla algunos misioneros protestantes. Estos empezaron la labor dilficultosa de evangelizar. Cada misionero endoctrinaba en las prácticas, y reglas particulares de la secta a la cual pertenecía.

Pasados algunos años, llegaron a la isla algunos predicadores "protestantes" que hablaron mucho del Espíritu Santo. Anunciaron que el Espíritu Santo obra hoy tal como obraba en el tiempo apostólico, que los creyentes debieran buscar el bautismo con el Espíritu, que todos los dones sobrenaturales son disponibles para la iglesia del siglo 20, especialmente los dones de sanar y de hablar lenguas. Vinieron con gritos, palmeteadas, danzas, profecías, señales y un frenesí de emocionalismo que dejo a todo el mundo admirado. Declararon con intrepidez que las demás iglesias no tenían el Espíritu Santo y las pronunciaron "muertas." Llevaron su mensaje con un atrevimiento espantoso a todo rincón de la isla y muchos abrazaron las doctrinas y prácticas de los del "avivamiento." Los que así fueron convertidos llegaron a creer que solamente los de sus "movimientos» tenían el Espíritu Santo.

Los primeros conversos empezaron a predicar y enseñar lo que habían aprendido de los extranjeros que les habían hablado del Espíritu Santo. Lástima que no estudiaron bien a la luz de la Biblia lo que se estaba predicando. Por lo tanto, se desarrollaron dentro de sus movimientos tradiciones y doctrinas humanas innumerables. Se dividieron. Las sectas y concilios entre ellos se multiplicaron rápidamente. Sin embargo, tenían algo en común: sus creencias en la obra personal y directa del Espíritu Santo.

Esos primeros conversos al "pentecostalismo " endoctrinaron a sus hijos con las creencias que tenían y de esa manera lograron transmitir sus enseñanzas y practicas a la próxima generación. Esta, la nueva generación, afirma lo que aprendió de la pasada, apoyando la doctrina de que sólo los de las "iglesias avivadas" tienen el Espíritu Santo, y que las demás iglesias, inclusive "las evangélicas," están "muertas."

Ahora, se levanta uno, miembro si de una iglesia que la dicen "muerta," retando a los que abogan tal declaración a probar que sean ellos los únicos que tengan el Espíritu Santo. Cuestiona la afirmación que han hecho, una afirmación tan positiva ("Tenemos el Espíritu») y a la vez tan negativa ("Los demás no lo tienen"). Este atrevido hace algunas preguntas que, aparentemente, molestan mucho a los pastores. ¿Qué fue la obra mas importante que Cristo le asignó al Espíritu Santo? ¿Qué quiere decir hablar lenguas extrañas? ¿Qué dice la Biblia sobre la duración de los dones sobrenaturales? ¿Qué es una señal verdadera? ¿Puede un hombre que predica otros evangelios, aboga leyes abolidos del Antiguo Testamento y pasa por alto mandamientos del Espíritu Santo tener el Espíritu? Si el Espíritu le prohibe a la mujer a no subir al púlpito, ¿la usará el Espíritu sí ella desobedece al mandamiento que El mismo ha dado? Si el Espíritu enseña el hacer todo decentemente y con orden, ¿puede él manifestarse en medio del alboroto y la confusión? Estas, y muchas otras preguntas de índole semejante, hace el que, sobretodo, quisiera saber la verdad, toda la verdad, sobre el Espíritu Santo. Si este que hace tantas preguntas pertenece a una iglesia "muerta» quisiera salir, pero tienen que convencerlo de que su iglesia esté "muerta."

Este que tantas preguntas hace, este que se dedica a estudiar día y noche la obra y el poder del Espíritu Santo, este que escudriña cada pasaje que habla del Espíritu, este que con los ojos abiertos compara la obra del Espíritu en el primer siglo con todo lo que pasa y se enseña hoy día, este que se atreve probar a los espíritus que han salido al mundo con toda clase de doctrina, ¿lo hace el porque no ame a los demás creyentes en Jesucristo? ¿Lo hace sólo para criticar?. Acaso, ¿lo hace porque le dé algún placer diabólico el descubrir y señalar errores en otros? A caso, ¿le guste criticar? ¿Es que quisiera juzgar? ¿Es que se glorie en su propio conocimiento? NO. ¡De, ninguna manera! La contestación a todas estas preguntas es que no.

Entonces, ¿por qué viene con sus preguntas que inquietan? ¿Con sus comparaciones que no siempre salen a favor de doctrinas y prácticas corrientes? ¿Por qué siempre está cuestionando, e indagando? Pues, tal vez no lo creerán, pero es precisamente porque el ama con todo el corazón a todos los seres humanos y quiere enseñarles la verdad que salva. No que sepa él todo, pero algunas pocas cosas ha aprendido con la ayuda de Dios.

¿Que es el amor? ¿Cómo se demuestra? ¿Siempre con palabras suaves y bonitas? Cuando nuestro Señor pronunció discursos duros que estremecieron los propios fundamentos del Judaísmo, ¿lo hizo porque no amara? Cuando Pablo escribió, "Oh Gálatas insensatos, ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad?," ¿lo hizo porque le faltara la más noble de las virtudes - el amor? ¡De ninguna manera! Los dos, ambos Cristo y Pablo, junto con los demás predicadores de la Palabra, hablaron así porque amaban tanto a las almas,, Se puede ver, aun en las palabras severas, el amor genuino. Sí un padre ve que su hijo anda mal y que está en gran peligro, sin embargo, no da ningún grito de advertencia, ¿ama ese padre a su hijo? ¿Qué es el amor? ¿Tapar el pecado, el error, y pretender que no exista? ¿Qué es el amor? ¿Suavizarlo todo? ¿Darle la razón a todos? ¿Actuar como si todo anduviera bien y que todos que dicen, "Cristo, Cristo," tuvieran la salvación? Me está que tal amor es un amor cobarde, engañoso, demasiado tolerante, que no se preocupa por los demás, que no se molesta por nada ni por nadie, sino que busca lo suyo. Ese no es el amor de Cristo. El amor que tiene Cristo para con nosotros se demuestra sí por palabras bellas y promesas ricas, pero también por gritos y llantos, críticas y advertencias, hasta aun amenazas de venganza divina. Y, ¿por qué así nos habla a veces? ¡Porque el Señor nos ama! Sabiendo que sólo la verdad salva. El nos advierte contra seguir otros caminos. La advertencia honesta y sincera ciertamente está relacionada con el amor genuino.

¿Ama usted a Dios? La prueba de su amor será manifiesto en su obediencia, no solamente en sus palabras o el sentimiento de su corazón. Cristo dijo, según Juan 14:23, "El que me ama, mi palabra guardará." Juan escribió en 1 Juan 2:4,5, "El que dice, Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en el, pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios es perfeccionado ..." Y, en 3:18 añade, "Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad."

Pues, no podemos amarle a Cristo sin obedecerle a El. No podemos obedecerle sin saber sus mandamientos. No podemos predicar el amor de Cristo si no predicamos el verdadero evangelio que El nos ha dado. Afirmar que le amamos y predicar a la vez mensajes que no son de El es hablar del amor sin dar pruebas de que lo tengamos en el corazón. "No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad." El hijo que dice amar a sus padres, pero que pasa por alto los consejos y la voluntad de ellos, habla de amor sí, pero no lo tiene.

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