por Hans Dederscheck

Capitulo 3

LA ESPOSA

Afirma la palabra de Dios que el varón que encuentre esposa ha encontrado un tesoro. Y es así que la mujer de verdad es un tesoro incalculable, en la cual el corazón de su marido puede confiar. Ella es amante y benigna, sabe proveer para el hogar, tiene la casa bien atendida y procura el contentamiento de su esposo y de sus hijos. No pienso en la mujer ideal de ensueños. Pero si pienso en que la mujer puede contribuir para la felicidad de su hogar, de su marido y de sus niños También ella, al igual que su esposo, tiene obligaciones y responsabilidades y está en su poder el edificar o destruir el hogar, pues no en vano dice la Escritura que "la mujer sabia edifica su casa; más la necia con sus manos la derriba" (Proverbios 14: l). Es verdad que muchas mujeres han contribuido al derrumbe de su hogar por sus actitudes negativas. Sin embargo, la mujer inteligente, la mujer entendida y fuerte, edificará su hogar, y su marido puede alabarla (Proverbios 31: 28). Yo no creo en una mujer de ensueños que pasa por la mente de muchos hombres, pero si creo sinceramente que la mujer que teme a Dios, ésa será alabada y ésa tendrá gran éxito en su vida (Proverbios 31:30); esto por sus buenas obras, por su amor, por su cuidado en el hogar, y porque ella puede llegar a ser, por su voluntad, gloria de su marido y la confianza y felicidad de ambos, de él y de sus hijos. "Muchas mujeres hicieron el bien; más tú (la mujer que obedece a Dios) sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada."

 

Los dos, hemos dicho, llegarán a ser uno en el matrimonio. Cada cual depende del otro y los dos se complementan mutuamente. Cada cual depende para su felicidad del otro cónyuge. También la mujer encuentra su plenitud recién en el matrimonio y en la vida común con su marido. La mujer, dice la Escritura, fue creada para el hombre y encuentra en él el cumplimiento de su misión, siendo esposa y madre.

 

Hay en el mundo de hoy tantas mujeres jóvenes que no contemplan con buenos ojos la posibilidad del matrimonio Dicen que hay mucha responsabilidad y muchas labores que hacer y esto de tener niños no les parece bien, pues es muy molestoso y algunas sienten vergüenza cuando se imaginan que llegue el momento de la maternidad. Me parece que en esto,, razonamientos no hay mucha verdad, pues primeramente fue creada la mujer como una ayuda idónea para el hombre, luego como compañera de su hombre y para que finalmente sea madre de sus hijos. La mujer de verdad no puede encontrar felicidad completa sin dar cumplimiento a todo esto, pues el Creador hizo la mujer de tal forma que ella necesita cumplir con todo ello. Desde luego, hay excepciones, como también las hay entre los hombres, que sin casarse pueden pasárselas muy bien. Pero las excepciones no confirman la regla. Yo, personalmente, creo con todo convencimiento que la mujer que lleve en su vientre un ser, fruto de su amor con el hombre a quien ha confiado su vida, puede tener motivo suficiente de enorgullecerse, pues ha cumplido lo más sublime del llamamiento para el ser femenino: concebir en el amor conyugal un nuevo ser y dar a luz el hijo de su amor, en el cual verá reflejada la esencia misma de su marido.

 

Hay mujeres que se quejan y dicen que esto de tener hijos es cosa muy dura y no piensan tener más. Dicen que sena mucho más conveniente adoptar los hijos, o que los hijos vengan por otro medio que el establecido por Dios. Pensemos: en el principio Adán y Eva fueron puestos en el mundo por Dios milagrosamente, pero a partir de entonces Dios ideó un sistema mucho más complejo, el de que el esposo engendrara en su mujer el hijo y que ella pariere de sus propias

entrañas ese ser. Me imagino que, si Dios nos daría los hijos milagrosamente, sin nuestra intervención, posiblemente no los apreciaríamos a ellos como lo hacemos ahora. Pensemos en toda aquella época hermosa de la mujer durante su embarazo. Sabe que este ser que ya vive dentro de ella es parte de su marido, es engendrado por él. Siempre lo tiene presente, y ahora tiene nueve meses hasta la formación total de la criatura durante los cuales ella puede prepararse para recibir el fruto de su amor. Finalmente llega el momento y puede tener ese hijo tan amado, tan esperado, en sus brazos; criarlo, atenderlo y ver como bajo su cuidado se hace un hombre o una mujer. Hubo una vez una mujer que decía: "Soy la persona más feliz y contenta del mundo por haberme hecho Dios una mujer, esposa y madre". Ella tiene razón. Ella ha comprendido su misión en este mundo.

 

¿Qué puede un esposo esperar de su mujer? Desde luego, la esposa tiene la misma obligación como su marido; tiene que serle fiel en todo, honrar el lecho matrimonial y apartarse de toda manifestación de concupiscencia y fornicación. Debe respetar a su marido (Efesios 5:33), porque él es cabeza de la mujer, y jefe del hogar, y es preciso que ella le conceda siempre el puesto que le corresponda, con mucha honradez y amor sincero. Nunca debe hacer escenas delante de los hijos o delante de familiares y jamás debe hacer algo que sea contraproducente a su posición de hombre del hogar. Ella debe vivir siempre bajo sujeción de su marido, y ha de mostrar modestia y pudor en su ser (1 Timoteo 2:9 15). El apóstol Pedro (1 Pedro 3:14) añade diciendo que ella debe tener un corazón humilde, mostrar una conducta casta y honesta en todas sus actitudes, ser cuidadosa de su hogar, como lo exige el apóstol Pablo (Tito 2:4,5), y hacer del ambiente familiar un hogar de paz, amor y de felicidad (1 Pedro 3:14). Ninguna mujer rencillosa puede ser aplaudida (Proverbios 21:19).

 

Muchísimas mujeres piensan que entonces ha de ser una especie de esclava de su marido. La verdad es que en ninguna parte se habla de esclavitud; todo lo que Dios exige de la mujer, para su propio bien, es una vida moral dedicada a El y a su marido y a sus hijos. La mujer que vive su propia vida, sin responsabilidades, rehusando las obligaciones que le corresponden, es, en realidad, muerta. Todos queremos tener éxito en la vida y vivir en armonía y felicidad. También la mujer, en el fondo de su corazón, posee estos deseos. Hay en la Biblia muchísimas noticias y relatos de mujeres virtuosas. Ninguna de ellas necesitaba vivir una "vida de monasterio", porque Dios no se fija en la religiosidad externa, sino en la del corazón. Todas ellas eran mujeres comunes con sus problemas, deseos y dificultades. Todas eran esposas y madres, pero a la vez agradaron a Dios y tuvieron éxito en su vida matrimonial, pues eran mujeres prudentes y sabias. Se dice que teniendo simplemente hijos esto no hace aún a una mujer. El hombre que posee un piano aún no ha demostrado que tiene capacidad para ser un músico. Se requiere algo más.

 

Muchos conflictos en el hogar surgen debido a que la mujer no corresponde a su marido en la debida forma. Contemplemos ejemplos: si no respeta a su marido, éste se sentirá ofendido y menospreciado en su hombría y en su calidad de padre de familia. Resultado: problemas. Una mujer que no quiere sujetarse a su marido es motivo de molestias muy serias y hiere con su actitud de prepotencia los sentimientos de su esposo. Resultado: conflictos. La mujer que no sabe cuidar debidamente de su hogar, manteniéndolo limpio, ordenado y a los hijos bajo disciplina, se verá pronto envuelta en dificultades con su esposo, porque él desea un hogar correcto, ejemplar y todas las cosas en buen orden. La mujer que solamente piensa en ser "bonita", sin fijarse más bien en su belleza interior, la de un espíritu manso, tampoco contribuye a la felicidad del hogar.

 

Al igual como el marido también la mujer tiene que hacer lo posible para procurar un hogar feliz. Hay, pues obligaciones recíprocas. No se podría decir que es culpa del marido o culpa de la mujer. Ambos se deben respeto y tienen compromisos para con su hogar. Ambos tienen que esforzarse para lograr el mejor ambiente. La mujer tiene grandes posibilidades de contribuir a que su casa sea un centro de amor, de paz y de felicidad.

 

La mujer queda ligada a su esposo por toda su vida hasta la muerte (1 Corintios 7:39; Romanos 7:1 3). Por esto es siempre sabio cuando la mujer joven, antes de que dé un paso tan decisivo de casarse, mire bien con quien piensa hacerlo y si ella trae consigo al matrimonio las cualidades necesarias Muchos problemas pueden ser evitados de esta manera, pero muchos otros problemas tienen que corregirse luego en el matrimonio mediante mutua comprensión, paciencia y amor. "Andemos como de día, honestamente, no en glotenerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne".

 

La mujer es por naturaleza casi siempre amorosa, bondadosa y tiene un ser más frágil que el hombre. Pero tanto la mujer como el hombre están bajo la misma influencia del mal que reina en el mundo. De aquí que también ella tiene que mantenerse alerta y tener sus ojos bien abiertos y proceder sabiamente en la vida. Ninguna mujer puede alcanzar la felicidad en su vida sin considerar la palabra de Dios. Ambos, la mujer y su marido, tienen obligaciones y deben cumplir con ciertas leyes morales y éticas para que ambos puedan vivir contentos. No es el marido sólo, ni tampoco la mujer sóla, sino que ambos juntos lograrán la felicidad en el hogar. Y la mujer puede hacer maravillas si sostiene una conducta casta, sabia y prudente.

 

Me recuerdo de un hombre que se quejaba amargamente que nunca pudo obtener una satisfacción verdadera en las relaciones amorosas con su esposa. Dijo que su mujer jamás estaba dispuesta para la relación íntima y siempre se acercaba a él con mala disposición, sin participar vivamente. Es cierto que muchas mujeres no toman en cuenta suficientemente la importancia de las relaciones sexuales en su matrimonio y piensan que al conceder al marido tal ventaja, y nada más, ya han hecho bastante. Sin embargo, no es el hecho, como tal, lo que trae satisfacción al esposo, sino más bien la disposición amorosa de su mujer en el momento de aquella intimidad, y, además, su manera de comportarse en esos instantes, es decir, su conducta para contribuir a la felicidad completa de su cónyuge.

 

Muchísimas personas desvían cuando se toca este tema. Dicen que es indecente e inmoral. Pero Dios tiene otra opinión. Todos queremos ser felices. Yo también. Pues bien, entonces debemos acercarnos con franqueza estudiosa a todos los problemas que nos conciernen en común. Las relaciones maritales son sagradas, son puras y limpias. Solamente en la mente de ciertas personas mal informadas existe algo diferente. Aún más, Dios dice que la mujer debe cumplir con su marido el deber conyugal, porque ello depende de su felicidad. Muchos matrimonios podrían salvarse si las personas se enfrentarían con mayor interés y franqueza a los problemas profundos, tratando de darle una solución adecuada. La mujer tiene una misión maravillosa: la de ser la esposa, el ser más querido de su marido y darle en la relación conyugal todo su cuerpo, su alma y el corazón. Es entregarle todo su ser para la total bendición de él; como él también debe hacer lo mismo con su mujer. "Y serán los dos uno". Esto requiere realmente toda nuestra personalidad. Si estas relaciones no fuesen importantes para alcanzar la paz en el matrimonio, entonces ¿por qué existen? Y, ¿por qué naufragan tantos matrimonios precisamente porque no saben como vivir y conseguir la felicidad.

 

Lo que va estrechamente vinculado con el impulso sexual es el aspecto físico de la mujer. Dios ha dado a la mujer un precioso cabello porque así ha querido adornarla. También le ha dado un cuerpo atractivo, dientes bellos y, en fin, la ha hecho mujer lo que, para el hombre, es la mayor atracción. Comprendo que cada mujer hogareña tiene que cumplir con ciertas labores de la casa. Sin embargo, no comprendo por qué tantas mujeres se descuidan en su aspecto físico; descuidan el cabello; hasta portan ropas sucias en la casa, son descuidadas en su manifestación en general y siempre ofrecen a sus maridos el cuadro clásico de la "caserita". Mujer, cumple con tu deber hogareño que es muy noble. Pero cumple también con ser siempre la amiga, la compañera y la esposa de tu marido. Cuando él regresa del trabajo quisiera encontrarte limpia, bien peinada, perfumada y atractiva. Yo diría que es sabio no dar al esposo un motivo justo de críticas, sino más bien hágale su vida diaria más dulce con su presencia encantadora. ¿Qué no puede hacerlo? Se lo aseguro que sí, usted puede y usted tiene que hacerlo; porque es para el ser que usted ama.

 

Finalmente la esposa tiene también la obligación de educar a sus hijos conjuntamente con su marido. Muchas escenas muy tristes se presentan cuando el marido tiene una idea y su mujer tiene otra, y todo el episodio se desarrolla en presencia de los niños. Es muy recomendable que los dos cónyuges lleguen a un acuerdo común en cuanto a la educación de sus niños, de modo que siempre sepan cómo conducirse delante de los hijos y en cualquier circunstancia. Es peligroso mostrar desacuerdo con el cónyuge precisamente delante de los niños. Así, con toda seguridad, no respetarán lo suficiente a la madre ni tampoco al padre. No debemos olvidar que la mujer, por su calidad de madre, tiene mayor contacto con los hijos, por cuanto pasa mayor tiempo con ellos que su esposo el cual todo el día está ocupado en sus labores. En consecuencia, le corresponde a ella educar cristianamente a los hijos, cooperando con su marido, pero sin contradecir las instrucciones de su marido. Nos faltaría el tiempo y el espacio para escribir ampliamente sobre todo lo que hemos tocado, y lo que aún no hemos dicho. Es su propia misión estimada lectora, escudriñar la Escritura para encontrar todas las respuestas a tan vasto tema.

 

Querida amiga, debes sentirte feliz por el hecho de que Dios te haya hecho una mujer. Debes pensar que es maravilloso que puedas ser esposa y madre y entregar lo más tierno de tu amor a los seres que viven en tu corazón. Dios te ha bendecido grandemente por haberte hecho mujer, y debes tener plena consciencia de lo que esto significa. Jamás debe haber motivos de sentirte avergonzada por el hecho de la maternidad, porque es la manera más bella en que puedes trabajar juntamente con el Creador trayendo al mundo una nueva vida. En tus manos está el edificar tu hogar con sabiduría si entregas tu vida a Dios y obedeces sus mandamientos. En tus manos también está el poder de destruirlo todo si te entregas a la vanidad, el engaño y el pecado. "Mujer virtuosa, ¿quién la hallarrá? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado ... le da ella bien y no mal todos los días de su vida" (Proverbios 31:10 12).

 

Es mi deseo que estas breves palabras puedan llevarte a la reflexión. Es mi oración que estos pensamientos puedan ayudarte a hacer de tu hogar, de tu propia vida, algo mucho más maravilloso, algo que permanezca, algo que te traerá felicidad para siempre. Que así sea.

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