LAS FINANZAS DE LA IGLESIA

por Elmer N. Dunlap Rouse

PARTE 1:

LA NECESIDAD DE CONTROL INTERNO

I. EL FACTOR HUMANO

Las iglesias de Cristo siguen el patrón bíblico de la autonomía de la iglesia local y esta libertad las capacita para poder seguir fielmente la Palabra de Dios sin la interferencia de legislación humana. Pero esta libertad de control externo hace más necesario el control interno, ya que los casos denunciados ante las autoridades de desfalcos casi siempre provienen de iglesias autónomas. Distintas a las iglesias que son controladas por un concilio, las iglesias de Cristo dependen de la habilidad de sus líderes de ejercer un control suficiente sobre las finanzas. Observe la expresión plural "líderes". No es saludable que un sólo líder o ministro lo haga todo: que cuente la ofrenda, deposite o que sea también tesorero. Por más confianza que se tenga y por más honesto que se crea, no conviene que uno se vigile a si mismo, sino que se debe envolver a más personas en el proceso.

Dice el refrán, "El amor y el interés fueron al campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía".

Si Pedro pudo caer, negando al Señor tres veces, es posible que otros flaqueen bajo la tentación de usar los fondos de la iglesia sin permiso o hasta apropiarse de dichos fondos. Las prácticas flojas de muchas iglesias tientan a los hermanos. La oportunidad hace al pillo. Hermanos honestos, pero faltos de supervisión, en un momento de debilidad o necesidad, puedan coger del fondo de la iglesia sin autorización, justificándose de que la iglesia se lo debe o pensando que algún día lo devolverá. Como consecuencia de la falta de prudencia de parte del liderato, la iglesia sufre escándalos, pierde familias, pierde confianza en sus líderes y nadie quiere hacerse tesorero. Si Dios no permite que seamos tentados más de lo que podemos resistir (1 Cor. 10:13), la iglesia tampoco debe permitirlo.

II. LA RESPONSABILIDAD DE LIDERES

Cada líder de la iglesia es responsable por cada centavo que entre en la iglesia. Pueden y deben encargar a un hermano capacitado con el trabajo de la tesorería de la iglesia, pero esto no les quita la responsabilidad. Cómo buenos administradores de lo que Dios y los hermanos le han confiado, les toca velar por la pureza de la entrada y la salida de cada centavo. El líder que presume que todo está bien o que otros están al tanto, es un líder negligente.

Los líderes disfrutan de la confianza de los hermanos. Nadie debe aceptar ser líder en la iglesia, ni permitir que otro sea líder, si no goza de la confianza de los hermanos. La confianza no se puede regalar sino que cada persona la tiene que ganar por sí misma. Los que han sido fieles con trabajos de poca confianza, a estos se les puede dar trabajos de más confianza hasta que lleguen a su nivel de competencia. Es un error imperdonable admitir en posición de liderato a un novato o a un recién llegado (1 Tim. 3:6, 13; 5:21-22). No importa la fama que tenga por otro lado, tiene que ganar la confianza de los hermanos de la iglesia. La iglesia no es propiedad del ministro para regalarla a quien él crea mejor. Todo candidato al liderato, que los líderes juzgan como apto, tiene que ser presentado ante la congregación, a ver si la iglesia está de acuerdo, a ver si existe alguna queja válida en contra de dicha persona. Cuando un líder comete un error grave que perjudica la confianza de la iglesia en su persona, está en la obligación de renunciar y será un miembro como cualquier otro hasta que la iglesia no vuelva a confiar en su persona.

III. ALGUNOS ESTAN DISPUESTOS A ROBAR A DIOS

Según una encuesta, 8% de las iglesias de Cristo indicaron que habían padecido de desfalcos y hurtos. Algunos ejemplos: (1) Un tesorero pagó sus propias facturas de luz y agua e hizo otros cheques a su nombre por una cantidad de más de $3,100.00 hasta que fue descubierto; (2) Una iglesia informó que perdió una cantidad considerable cuando no había un sistema de revisar la tesorería; (3) Un tesorero permitió, por su descuido, que la ofrenda del domingo fuera hurtada de su residencia; (4) Una iglesia informó que sospechaban de uno que siempre empezaba a contar la ofrenda antes que los otros asignados a contar llegaran; (5) Una iglesia descubrió que los cheques de benevolencia no estaban llegando a su destino y después encontraron que el tesorero estaba cambiándolos; (6) Una iglesia descubrió el fraude porque una hermana dijo que siempre ofrendaba un billete de $100.00 cada domingo. Velaron y cogieron al que depositaba la ofrenda en el banco sacando el billete. Esto sucede mucho en las iglesias que no tienen registro del conteo o que permiten que la misma persona que cuente también deposite; (7) Para colmo, una iglesia descubrió que el tesorero estaba apostando el dinero de la iglesia en el hipódromo en carreras de caballos.

IV. CRITICAS DE LOS QUE ADMINISTRAN EL DINERO

A. Una sola persona cuenta la ofrenda.

B. No cuentan la ofrenda inmediatamente.

C. No se deposita la ofrenda inmediatamente.

D. El mismo que cuenta también deposita.

E. El tesorero firma los cheques.

F. El mismo individuo autoriza los pagos.

G. No hay informes y si hay son orales.

H. Sólo una persona sabe lo que hay en el banco.

I. Nadie revisa los libros.

J. No hay presupuesto.

Pablo, siendo prudente en su manejo de dinero, demostró en 2 Cor 8:19-22 que no es suficiente ser honesto, sino que también hay que demostrar a los hermanos que es imposible que uno sea deshonesto.

18 Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias; 19 y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad; 20 evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos, 21 procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres. 22 Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetida veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza que tiene en vosotros.