LA IGLESIA QUE HONRA

por Elmer N. Dunlap Rouse

"Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra" (Rom. 13:7). Es deber cristiano pagar las deudas, no solo con el gobierno, sino con todos; no solo deudas monetarias sino también respeto y honra. Honrar es el acto de valorizar a una persona y estimar lo que hizo. Honramos a nuestro progenitores, gobernadores, legisladores, jueces, maestros y miembros de la policía. Si acaso no simpatizamos con todo lo que dicen o hacen todavía merecen nuestro respeto por la posición que ocupan (Ef. 6:2;Tito 3:1-3;1Tim. 2:1-4; Hech. 23:5).

Cuando alguien hace algo por la iglesia, la iglesia queda en deuda con dicha persona y debe tanto reconocer el beneficio como también el benefactor, y puede hasta demostrar su agradecimiento con dinero. Pablo se refería tanto al dinero (honorarios) como al reconocimiento cuando instó a Timoteo a dar "doble honor" a los ancianos que trabajan en predicar y enseñar (1 Tim. 5:17). Sí. Se puede pagar a los ancianos si la iglesia se beneficia de su trabajo. Pero rehusar tan siguiera dar las gracias por un trabajo bien hecho es un robo, un desprecio indirecto y mancha a la iglesia de malagradecida. Dicen que el gato come con los ojos cerrados para no reconocer quien le dio la comida.

Si a ti no te gusta que otro hable bien de ti, ¡allá tú! A muchos nos gusta. El escritor Mark Twain dijo que podía trabajar una semana por el salario de una buena felicitación. ¿Y cuánto nos cuesta decir "¡Bien hecho!"? No cuesta nada pero vale más que el dinero. Durante los anuncios los domingos debemos felicitar a los hermanos que han hecho algo especial por la iglesia o por meramente cumplir con su deber por mucho tiempo. Felicitamos a maestros, taladores del patio, choferes, limpiadores, pintores, predicadores, padres, madres, estudiantes, niños, y a cualquiera que da un ejemplo digno de imitación. Cuando un ministro se muda a otro lugar para predicar, ¿qué mejor forma de demostrar nuestro aprecio que un pequeño regalo o una placa con unas palabras de aprecio? No honramos para manipular, sino porque es correcto reconocer el mérito, no importa quien lo tenga.

Honrar es señal de amor entre nosotros. El amor de cristiano es caluroso, espontáneo y constante, de tal manera que une la iglesia. Consiste en preferirnos los unos a los otros estimando cada uno al otro como superior (Rom. 12:10; Fil. 2:3). El acto de honrar mata el celo, envidia, contienda y vanagloria. Evita ser egoísta, miserable y cerrado en nuestra propia opinión y superamos así el complejo de niño que siempre dice "¡YO! ¡YO¡ y ¡YO!".Durante una clase bíblica, pedí que cada hermano dijera algo que admira en la persona que está a su lado. Por cierto fue un momento incómodo para algunos, pero necesitamos practicar buscar virtudes y no faltas. Vamos aprender a estimar a los demás hermanos, ya que Cristo nos estimó a nosotros y murió por nosotros. Honremos a los que son menos dignos de honor (1 Cor. 12:23) porque son partes esenciales del cuerpo y todo hermano hace falta. ¿Cuántas desavenencias, complejos y conflictos de personalidad han habido en la iglesia por no dar ni un poquito de honor a quien lo merece?

Cristo honró a la mujer que derramó un perfume de gran precio sobre su cabeza durante la última semana y nos pidió que la honremos dondequiera que se predique el evangelio (Mat. 26:13). Somos sus discípulos cuando seguimos su ejemplo de dar honor a quien lo merece.

 
LA HOSPITALIDAD
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?