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JERARQUÍAS EN LAS IGLESIAS

por Ramón Oliveros Ochoa

El Señor me dijo:

"Te he puesto por fortaleza en mi pueblo, como al atalaya sobre una torre, para que conozcas y examines los caminos de ellos. A los líderes de las iglesias anunciarás lo que descubras".

Esta palabra tiene su fundamento bíblico en Jeremías 6:27 y 5:5a. En cumplimiento de esa comisión, aquí le envío lo siguiente:

1. El ser humano natural necesita establecer jerarquías en sus ámbitos, ya sean estos empresariales, políticos, religiosos, deportivos, etc., a fin de poder más o menos convivir pacíficamente, aunque aún así a veces las cosas se salen de los límites convenientes.

2. No obstante que resulte repetitivo, diré que es natural que así sea. La naturaleza humana así lo requiere, y es totalmente conveniente que así lo haga el ser humano. Estamos hablando del ser humano natural, es decir, no estamos hablando del ser humano espiritual. Este último puede funcionar según las leyes espirituales, pero no aquel, pues para el ser humano natural es imposible convivir según el espíritu.

3. Ahora bien, para el ser humano natural, además de conveniente en aras de la sana convivencia, las jerarquías son una oportunidad de satisfacer necesidades emocionales como el sentimiento de superioridad, el orgullo, la soberbia, la vanidad, el engreimiento; y los contrarios como la minusvalía, la inferioridad, la baja autoestima, etc.

4. Todas las religiones corresponden a lo dicho en el punto 1, es decir, siendo la religión un ámbito natural creado por seres humanos naturales, es natural que esas instituciones tengan jerarquías que ayuden a la convivencia pacífica.

5. Sin embargo, este NO es el caso de la verdadera iglesia de Cristo, fundada y cimentada sobre la roca que es Jesús como hombre espiritual, ya que ésta no es natural, sino que está formada por seres humanos que han sido transformados en su naturaleza, y que por lo tanto han alcanzado una condición espiritual que les hace aptos para funcionar espiritualmente, lo cual es contrario a la naturaleza humana.

6. Por lo tanto, es consecuencia de lo anterior el afirmar que en la verdadera iglesia de Cristo no hay jerarquías de unos sobre otros, nadie está por encima de algunos ni por debajo de otros. Así lo dijo Jesús que debería de ser entre quienes sean sus discípulos (Mateo 20:25-27).

7. Durante los 3 años y fracción del ministerio de Jesús, sus discípulos se comportaron de una manera natural, pues todavía no eran espirituales, por eso es que en varias ocasiones Jesús los reprobó y abiertamente les llegó a decir que "ustedes no saben de qué espíritu son" (Lucas 9:55). Claramente les está diciendo: "ustedes todavía no son espirituales".

8. Pero más adelante en Pentecostés vemos nacer a la iglesia de Cristo. Para este momento, Pedro y los demás ya han sido transformados de seres humanos naturales a seres humanos espirituales. Quedaron atrás aquellas expresiones de unos que querían ser más que los otros, sentarse a la derecha, etc. Ya han aprendido que su valor es esencialmente el mismo, aunque siendo diferentes en su personalidad, Pedro resulte el más "aventado" de todos.

9. Aunque Jesús dijo que le daría la llave del Reino de los Cielos, lo cual en aquel momento seguramente sí le hizo sentirse superior a los otros once, en Hechos 15 vemos a un Pedro que no se comporta como jerárquicamente superior a los demás. Allí encontramos que Pedro, lejos de hablar autoritariamente con una jerarquía de ser superior, expone como a iguales lo que sucedió entre él y los que se congregaron en la casa del centurión Cornelio.

10. Igualmente, y como prueba de que se manifestaba entre ellos esta condición de sentirse iguales, resulta ser Jacobo (no el apóstol, sino el hermano de Jesús) quien aporta la solución para el conflicto (Hechos 15:20), la cual en efecto ponen en vigor en forma unánime a través de una carta.

11. Así que nos encontramos con que la primitiva iglesia de Cristo, la verdadera, no tenía jerarquías humanas. Está claro que Pedro no se comportó como correspondería al primer Papa según los conocemos hoy, porque no se sentía ser superior a los otros.

12. No obstante lo anterior, encontramos en la actualidad que en la gran mayoría de las iglesias "cristianas" hay jerarquías de autoridad, de mando, de poder; en donde uno es más que otros, o en donde otros (un equipo presbiterial, por ejemplo) se imponen sobre uno. Tal situación les hace no ser discípulos de Cristo, y por lo tanto, la iglesia que dirigen o la religión que tienen, en el fondo o en esencia, nada tiene qué ver con Cristo. Usufructúan el nombre de Cristo, porque tal nombre tiene poder en sí mismo para atraer a multitudes.

13. Los líderes de tales iglesias en realidad no se han convertido a Cristo, por eso continúan con las mismas necesidades emocionales del ser humano natural que quiere mandar, dominar, ejercer control sobre los demás. Y dado que a la vez existen muchísimas personas ciegas con la necesidad de ser guiados por otros, las cuales aunque lean la Biblia no descubren la verdad, entonces viven ambos grupos en una simbiosis, porque se necesitan mutuamente.

14. Sin embargo, en muchos de los casos no es que los líderes quieran vivir separados de Cristo, sino que así aprendieron de la generación anterior a dirigir las iglesias, y solo están imitando lo que vieron hacer, creyendo que están haciendo lo correcto.

15. Además de lo antes referido, tomemos en consideración lo siguiente: Si la iglesia de Cristo tuviera que gobernarse, entonces serían necesarias las jerarquías; pero podemos darnos cuenta que la verdadera iglesia de Cristo no requiere jerarquías porque no se gobierna, sino que se cuida (1ª. Timoteo 3:5 y 1ª Pedro 5:1-2). Los líderes deben gobernar bien su casa, y así sabremos si son o no son aptos para cuidar la iglesia. Y para que los pastores cuiden bien a las ovejas, como propias, es necesario que no sean asalariados (Juan 10:12-13), es decir, que no vivan del evangelio.

16. Esta es la oportunidad de corregir lo deficiente (Tito 1:5). Si queremos primeramente ser verdaderos discípulos de Cristo, hagamos a un lado las jerarquías, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia (Hebreos 12:1) y nos impide crecer espiritualmente. Confrontemos nuestra condición humana natural, clamemos por la transformación de nuestro entendimiento hasta que tengamos la mente de Cristo (1ª. Corintios 2:16), y entonces sí, dirigiremos la iglesia no según nuestras mejores ideas, sino según el pensamiento de Cristo.

17. Hagamos esto segundamente si queremos dejar de ser carnales, alcanzar la edad de hombres espirituales marcada por el Padre, para que nos reparta la herencia del Reino de los Cielos (Gálatas 4:1-2), y así podamos algún día manifestarnos como Sus hijos (Romanos 8:19) en esta vida, no en la otra.

Ramón Oliveros Ochoa

Diciembre de 2009

P.D. Todo lo anterior ha sido escrito brevemente, y es muy probable que algunas ideas generen duda o desacuerdo. Le pido por favor que si este es el caso, me haga saber cuáles son los puntos en los que sería conveniente darle a usted una explicación más amplia. Ramón Oliveros Ochoa