LA LECTURA BIBLICA

por D.S. de Alamo

Se debería hacer escoger de ante mano el texto a leerse, leyéndolo dos o tres veces antes de darle lectura en presencia de la congregación. Si no sabe bien el contenido y la fraseología de¡ texto, no podrá leer con fluidez y expresión y probablemente tendrá problema con la pronunciación de algunas palabras. Al leer, uno debe cuidarse de anunciar con claridad el libro, capítulo y versículo donde se encuentra la lectura, y la página también si todos, o casi todos, usan la misma versión. Esta información se debe repetir, como mínimo una vez más.

Dirigir la iglesia en la lectura requiere que uno lea como un poco de imaginación, con expresión, cambiando el tono de voz para enfatizar los puntos más importantes del pasaje. También es necesario escoger textos apropiados para ocasiones particulares tales como campañas evangelísticas (pasajes sobre conversiones, el arrepentimiento, el bautismo, etc.), visitas a los enfermos (pasajes de consolación), comidas fraternales (textos sobre la comunión de los santos en la iglesia primitiva) y sepelios (textos sobre el destino de¡ alma, la vida venidera, la resurrección, etc.)

Podemos hacer una lista de las cosas que uno no debería hacerse. En cuando a la voz, no se debe (1) leer demasiado rápido; (2) leer de manera monótona; es decir, sin expresión, sin cambiar el tono de voz; (3) leer en voz tan bajita que muchos no puedan oír.

En cuanto a la selección de pasajes, no se debe (1) leer el mismo texto cada vez que le toque traer una lectura; (5) leer sólo los textos más conocidos tales como: Juan 3:11-16; 14: 1-6; Hechos 2; Mateo 5, etc.; (3) terminar la lectura con un versículo que no complete una oración entera; (4) terminar la lectura en medio de algún pensamiento, exposición o exhortación particular. Tampoco se debe (5) escoger textos que contengan muchos nombres difíciles de pronunciar (por ejemplo, las genealogías de Mateo 1 y Lucas 3) o textos difíciles de entender (tales como algunos pasajes de Apocalipsis o Ezequiel).

Algunas iglesias tienen la tradición de obligar a todos a ponerse en pie cuando se lee la Biblia. Tal vez se ve bonito, pero hay ni ejemplo ni mandamiento que nos llevara a hacerlo siempre as¡. Tampoco hay ni ejemplo ni mandamiento de leer las Escrituras "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"? Hasta donde sepamos, la práctica tiene su origen en el pentecostalismo. Lo único que debiéramos hacer "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" es bautizar.