LA MUJER DEL MINISTRO

por Elmer N. Dunlap Rouse

Se dice que, detrás de cada hombre que triunfa, hay una mujer. Pero también es cierto que, detrás de muchos hombres fracasados, también hay una mujer. "La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba" (Prov. 14:1). La actitud de la mujer, en el ministerio del evangelista, es de vital importancia - no sólo por causa de la propagación del evangelio, sino también por la superviviencia espiritual de su marido.

La mujer sabia comprende su papel doblemente importante como ayuda idónea y reflejo del mensaje de su marido. Su comportamiento positivo adorna y fortalece el mensaje. Sea correcta o no, los hermanos esperan ver ejemplo de lo que se predica en la vida del evangelista y su esposa (Tito 2:7). Nadie es perfecto y no es justo que la iglesia o el público en general esperen del ministro y su esposa la perfección que ni ángeles cumplen, pero la mujer, siendo un ser imperfecto, puede hacer mucho para ayudar el mensaje verbal de su esposo.

Su presencia en las reuniones ayuda a los presentes a creer la palabra predicada. Su sujeción voluntaria hacia su marido es, en sí, un mensaje positivo de su respeto a la Palabra de Dios y que otros deben sujetarse voluntariamente a Cristo. Ella puede cooperar en la preparación de mensajes de su marido orientándolo a las necesidades de los oyentes y qué estilo es el más efectivo. Cediéndole tiempo para estar a sólas en su estudio cuando prepara mensajes, le permite la tranquilidad, sosiego y la concentración necesaria para crear mensajes potentes. Organizando las actividades de la familia, ellá le provee esta oportunidad de preparar mensajes profundos en vez de mensajitos superficiales y vacíos de alimento espiritual. Su contentamiento con el nivel de ingresos de su marido es un factor que demuestra delante de la iglesia que la vida no consiste en los bienes que poseemos, sino en la fe de que Dios suple todo lo que necesitamos. Una mujer sabia puede administrar los bienes materiales para que rindan aún cuando la provisión es poca. Su higiene personal, puntualidad, organización y disposición de servir da ejemplo para las hermanas de cómo servir al Señor.

Es lamentable reflexionar que Job, siendo siervo del Señor, convivía con una esposa que realmente era su enemiga. Su mirada desobediente para atrás, para sus bienes materiales y sus amistades corruptas demostraba que, después de tantos años de vida íntima con su piadoso marido, realmente no compartía su fe. Incluso Sansón compartía intimidades con Dalila que más tarde lo tracionó. En vez de ayudar a Sansón, lo redujo a mortal angustia y lo separó de Dios (Jueces 16:16).

Por estas razones, el triunfo del evangelista depende de la capacidad de su esposa de mantener y cooperar con su integridad, devoción y su misión en la vida. Puede que no sea el marido perfecto o un evangelista bueno, pero tiene a su lado un instrumento que puede, con la ayuda de Dios, hacer que se reflexione y se convierta en mejor marido, padre, vecino y evangelista. Ese instrumento es su esposa, que tal vez no recibe el reconocimiento que merece, pero tendrá la satisfacción de compartir una misión de las más hermosas - la de la esposa del evangelista. Y ¿quién sabe si lo salva también? ya que muchos evangelistas se pierden.

¿COMO PUEDO YO, COMO MUJER, SERLE UTIL AL SEÑOS?
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?