LA PEQUEÑA OFRENDA

por José A. Quiñones

La iglesia es una institución divina, movida por el Espíritu Santo. Fue creada para moverse y para que tenga influencia en el mundo, dando a conocer a Cristo, el Salvador. Como cuerpo de Cristo, es nuestra responsabilidad movernos, anunciando su mensaje al mundo.

Hoy día la iglesia tiene a su disposición el agigantado desarrollo tecnológico que nos permite evangelizar con más facilidad, pero al mismo tiempo está atada por un materialismo tan fuerte que el cristiano moderno prefiere invertir mejor su dinero en placeres y objetos de valor pasajero. Parece que nos hemos olvidado del mandamiento de ofrendar con el corazón. Iglesias, escuelas de predicación, casas publicadoras cristianas están casi por cerrar las puertas a la obra del evangelio eterno, despidiendo predicadores por no poderlos sostener, vendiendo guaguas por no poder pagar los gastos de mantenimiento, gasolina y seguro, cantando sin himnarios y estudiando sin Biblias. Esto es una imagen muy negra en medio de la luz; una falta palpable que no podemos ocultar.

¿Por qué no tenemos ofrendas abundantes que suplan estas necesidades? En parte se debe a cómo enfocamos el tema del diezmo. Enseñamos que el diezmo pertenece al Antiguo Testamento y que fue abolido cuando Cristo Jesús murió en la cruz. Esto es verdad, pero hemos dejado en la mente del cristiano una idea mezquina en cuanto a la ofrenda. Los hermanos piensan que si ya no hay que diezmar, que de $100.00 de sueldo semanal, se puede dar $5.00, o sea, el 5%, se está ofrendando bien. Otros, que son más enérgicos en repudiar el diezmo, dan $3.00, o sea, el 3%, y creen que es una ofrenda aún mejor.

A éstos preguntamos, ¿qué significa abolir o quitar una ley? Usamos como ejemplo el concepto del amor entre los hijos de Israel en el Antiguo Testamento y entre la iglesia del Nuevo Testamento. El amor en el Antiguo estaba limitado, pues si algún incidente surgía entre dos individuos, había que indemnizar (Ex. 21:12-25). Siendo el Nuevo una ley más difícil, ¡nos manda a amar a nuestros enemigos (Mat. 5:44)! Por lo tanto, el cristiano debe ofrendar mucho mejor que aquellos judíos que meramente diezmaban. El N.T. nos manda que andemos en el Espíritu demostrando sus frutos (Gál. 5:16, 22-23), cosa que aquellos judíos mezquinos no tenían que hacer. Por lo tanto, el cristiano puede amar en cualquier circunstancia aunque le ofendan o le maltraten, porque para los cristianos, "el amor nunca deja de ser" (1 Cor. 13:8). ¿Cómo, entonces, podemos pensar que una pequeña ofrenda basta en la era cristiana?

Abolir la ley de tránsito que establece la velocidad máxima en 55 millas por hora no es para que guiemos más lento sino más rápido, a 60, 70 o más millas por hora.. Hoy no tenemos un límite para ofrendar; podemos dar todo lo que queremos según hayamos prosperado (1 Cor. 16:2). ¿Sería concebible que Cristo aboliese el diezmo para que la iglesia pudiera ofrendar menos? La pequeña ofrenda del cristiano sería un escándalo para los israelitas si supieran todo lo que les aventajamos en Cristo.

Por último, quitemos de la mente la idea de que si somos pobres no podemos ofrendar en abundancia, porque en la Biblia personas muy pobres ofrendaron con abundancia. Observa la viuda (Lucas 21:1-4). Y si esto no nos convence, tenemos los hermanos de Macedonia (2 Cor. 8:1-6). Distintos a nosotros, éstos tenían "gran prueba de tribulación y profunda pobreza" (ver. 2) mas, sin embargo, "abundaron en riquezas de su generosidad" (ver. 2). ¿Por qué no dieron una pequeña ofrenda? Porque dieron "conforme a sus fuerzas y aun más allá de sus fuerzas" (2 Cor. 8:3). Porque ellos pidieron "con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos" (2 Cor. 8:4). Hoy hay que rogar y llorarles, pero ellos pidieron el privilegio de ofrendar. Es tiempo de que lo hallemos sentido a las palabras de nuestro Señor Jesucristo: "más bienaventurado es dar que recibir" (Hech. 20:35).

CRISTO Y LA POLITICA
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?