¡PREGUNTE A LOS HERMANOS!

por Elmer N. Dunlap Rouse

Vale la pena tener una membresía contenta. Es más fácil predicar a una audiencia sonriente. Da gusto ver los hermanos, después del culto, quedándose para hablar y compartir. Hasta las visitas se contagian con la alegría de los hermanos y desean volver. Pues, los hermanos son el mensaje, o sea, la realidad de lo que Cristo ofrece a las visitas.

No te equivocas. Las frustraciones, conflictos y ofensas hacen efecto al tiempo y algunos miembros eventualmente abandonan la iglesia. Cada vez que se nos va un hermano, la iglesia se muere un poco y los cultos se vuelven pesados. Nos ponemos tristes y nos preguntamos qué es lo que está pasando. Lo que pasa es que el hermano no se sentía bien. No estaba a gusto. ¿Será que él era malo? ¿O será que yo, como líder, no supe ayudarlo?

Algunas bajas son bendiciones para la obra. Es mejor que se marchen aquellos que no creen en la doctrina y quieren convertir a la iglesia en una secta. "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros" (1 Jn. 2:19). Pero todos los demás que creen lo que dice la Biblia y tratan de practicarla tenemos que aceptarlos, acomodarlos y vivir en paz con ellos.

Nos toca encaminar a los hermanos problemáticos, frustrados en sus vidas personales y peleados con todo el mundo. Es fácil ofenderlos para que se vayan, pero Cristo quiere salvarlos. Con la ayuda de Dios podemos crear un ambiente positivo y amoroso donde éstos puedan transformarse poco a poco en los miembros más valiosos de la iglesia.

Ahora bien, el contentamiento de la membresía depende de nosotros, los líderes. No podemos echar la culpa a los miembros. Si hay problemas en la congregación, es que nosotros no estamos cumpliendo con nuestra parte.

Para enfocar el problema, favor de apuntar los nombres de los últimos siete hermanos que se fueron de la iglesia donde tú eres líder.

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Ahora, siendo honesto y poniendo las emociones a un lado, favor de tachar los nombres de los que se fueron por mudarse, morirse o unirse a alguna secta. Los que no están tachados representan las bajas innecesarias, hermanos que debiéramos haber conservado y que podemos aprender a contentar. Vamos a analizar varios factores que produce una membresía contenta.

En primer lugar, como líderes debemos ser comprensivos, amistosos y abordables. Cualquier hermano debe poder acercarse a nosotros con confianza y contarnos sus dolamas, problemas, dudas y preocupaciones, sabiendo que estamos para ayudarlo y no vamos a traicionarlo. Somos como viejas amistades, fieles y compañeros hasta el final del camino. Somos los primeros que se les ocurre buscar cuando hay problemas. ¿Eres tú esta clase de líder? ¿Llevas una sonrisa y te pones contento cuando ves a los hermanos? ¿Escuchas, de manera imparcial, los comentarios y opiniones de los demás? ¿Sinceramente atiendes a las quejas e ideas contrarias a las tuyas? ¿Puedes decir, "Tú tienes la razón. Yo estaba equivocado. Gracias por corregirme"?. ¿Visitas a los hermanos?

En segundo lugar, los líderes debemos de establecer objetivos claros ante la congregación, cosa que todos sepan qué es lo que la iglesia hace y hacia dónde se dirige. Comunicamos a la iglesia lo que hay y no escondemos las decisiones. Cada hermano sabe su parte, le animamos para dar su máximo y le creamos condiciones favorables para su trabajo. Como líderes, estamos unidos y no tenemos una agenda aparte o intereses personales, sino todos, miembros y líderes, apoyamos un sólo plan. Hay claridad de meta en vez de contradicciones o desórdenes. Se disciplina a cualquiera que obstaculiza la realización del objetivo de Dios según lo entienden los líderes. Tu iglesia, ¿tiene planes? ¿O está confusa, cada uno halando por su lado? ¿Entienden todos los hermanos el plan? Si no hay un plan, los hermanos se frustran con los líderes y se escuchan comentarios como "No estamos haciendo nada". Si esta es la situación de tu iglesia, le refiero a los estudios titulados "Planificación de Obras" y "Cómo Organizar Obras" preparados por este autor.

En tercer lugar, una membresía satisfecha resulta cuando los líderes felicitan los trabajos bien hechos. No podemos ignorar los esfuerzos y sacrificios de los hermanos, sino alabar y estimar a aquellos que hacen un esfuerzo extraordinario. Además de expresar nuestra aprecio sincero, la felicitación constituye una psicología poderosa. Cuando un hermano se comporta correctamente, debemos felicitarlo de inmediato para reforzar su deseo de seguir así. Si un hermano hace lo incorrecto, se debe de ignorar. Criticarlo lo aleja. Es como echarle ácido. Al no alabarlo, el hermano sabrá que hizo algo malo. Si necesita orientación, se la damos de manera positiva y lo velamos, esperando que haga lo correcto, para poderlo felicitar. Los líderes más valiosos son aquellos que siempre están velando a los problemáticos, esperando que hagan algo bueno para poder alabarlos, levantar su auto imagen y convertirlos en hermanos contentos y productivos. ¿Refuerzas tú el comportamiento correcto? ¿O eres aquél que castiga a los hermanos hasta que se van?

En último lugar, una membresía contenta se debe a nuestro interés personal en cada hermano. Debemos visitar y socializar con todos los hermanos. Nadie debe llorar solo. Estimamos y valorizamos a los hermanos por lo que realmente son: preciosos, escogidos, objetos del gran amor de Dios. Y lo que le interesa a ellos es lo que nos interesa a nosotros. Nos sentimos bien al ver los miembros echar para adelante. Estamos presentes cuando consiguen empleo, cuando se casan, cuando se enferman, cuando nacen hijos y nietos y cuando lloran. Pues, somos familia y si algún hermano necesita dinero de emergencia, para esto estamos. ¿Eres visita regular en los hogares de los hermanos? ¿O eres un extraño? ¿Te llaman los hermanos cuando hay problemas? ¿O buscan ayuda fuera de la iglesia?

Estos factores deben ser la base para medir la efectividad de los líderes. ¿Está la iglesia contenta? ¡PREGUNTELE! ¿Qué pueden hacer los líderes para mejorar los cultos, la apariencia del local, visitar más o resolver cualquier problema pendiente? ¡PREGUNTE A LA IGLESIA! No presumes nada. Ellos te dirán. Y muchas veces, las ideas que ellos te dan son mejores que las que se te ocurren a tí. Lo digo por experiencia. Espero que estos factores ayuden al pensamiento sano y constructivo de los líderes de tal manera que la iglesia refleje la gloria, el amor y la sabiduría de Dios como instrumento para salvar al mundo.

LA IGLESIA DE PRODIGIOS
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