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SELLADOS POR EL ESPIRITU

por Elmer N. Dunlap Rouse

El Espíritu Santo sella la persona que oye el evangelio y cree. Así dice Pablo a los Efesios: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa" (Efesios 1:13). Como una fe muerta no puede salvar a nadie, la fe que salva es la fe que obedece. La fe activa no puede negar el mandamiento de bautizarse, sino que es fe completa cuando obedece el mandamiento de Cristo: "El que creyere y fuere bautizado será salvo" (Mar. 16:16). Por medio de la fe, el Espíritu Santo sella al creyente al mismo tiempo que recibe el perdón de sus pecados y llega a formar parte del cuerpo del Señor que es su iglesia. El bautismo y el sello son dos actos distintos que suceden al mismo tiempo.

Algunos buscan eliminar el bautismo como necesario para ser salvo y presentan la doctrina de que el bautismo es sólo un señal o sello de la salvación. Argumentan que el bautismo substituye la circuncisión del Antiguo Testamento. Otros bautizan los niños con el mismo argumento ya que en la ley de Moisés, los infantes eran circuncidados al octavo día. ¿Será verdad que el bautismo de Cristo sustituye la circuncisión de Moisés? La verdad es que esta doctrina no aparece en la Biblia, sino que es de hombres.

Esta doctrina falsa consta de tres pasos, que son los siguientes: 1. Primero, dicen que el bautismo es un sello. 2. Citan donde Pablo dice que Abraham era justificado antes de circuncidarse. 3. Tratan de probar que el bautismo es la circuncisión de Cristo. Sólo el segundo argumento es cierto como vamos a ver.

1. El bautismo no el sello o señal de que uno es cristiano, aunque es el último de cinco pasos necesarios para ser salvo, a saber, oír, fe, arrepentimiento, confesión y bautismo. El señal o sello de que uno es cristiano es la morada del Espíritu Santo en su cuerpo. Es verdad que el bautismo simboliza la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, pero es mucho más que puro símbolo, sino que también realiza lo que simboliza porque uno es salvo por la fe en el momento en que se bautiza. El candidato al bautismo muere a su viejo hombre, entra en la sepultura de Cristo y resucita juntamente con el para, desde entonces, tener vida nueva. Nadie que vive en la era cristiana ha muerto a su viejo hombre, ni ha tenido contacto con la sangre de Cristo, ni tiene vida nueva sin el bautismo (Romanos 6:3-4). La persona arrepentida y bautizada recibe el Espíritu junto con el perdón de sus pecados (Hech. 2:38) y Cristo le añade a su iglesia (Hech. 2:27). No es verdad lo que dicen. La Biblia no habla del bautismo como sello o señal.

2. Romanos 4:11 dice: "Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia". Abraham fue justificado por la fe sin la circuncisión y sin las obras de la ley. En realidad, Abraham fue salvo cuando todavía era gentil. En cuanto a la fe, era padre tanto de los gentiles como de los judíos. La circuncisión es una señal en la carne que marca uno como judío si guarda la ley de Moisés, pero la circuncisión no era necesario para ser contado como justo ante Dios. Por eso los gentiles pueden ser salvos sin ser judíos. Sin ideas preconcebidas, este texto es fácil de entender. El argumento de Pablo es claro y abarca varios capítulos en Romanos. Pero algunos intérpretes equivocados juegan con las palabras de la Biblia para eliminar la necesidad de bautizarse. Sustituyen "bautismo" por "circuncisión" en Romanos 4:11 para poder decir que uno es salvo antes de bautizarse. Manipulan el texto para que diga lo que ellos quieren. Usando su proceder podemos probar cualquier cosa con la Biblia. La circuncisión era señal que uno es judío pero el bautismo no señala que uno es cristiano, ni figura la circuncisión de Moisés, sino la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. En ninguna parte del Nuevo Testamento dice que el bautismo sustituye la circuncisión del Antiguo Testamento. Al contrario, los judíos que se convirtieron en cristianos seguían con ambas prácticas - bautizándose y circuncidándose. Pero es verdad, Abraham fue contado por justo antes de circuncidarse.

3. En Colosenses 2:11-12, Pablo explica la circuncisión espiritual de Cristo. La circuncisión de Cristo no sucede después de ser salvo, sino que es la conversión misma. "En él fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos". (Nota: invitamos al lector a asegurar que entienda la palabra circuncisión utilizando un diccionario). En Pablo el bautismo no sustituye ni figura la circuncisión, sino que la conversión es un tipo de circuncisión. La circuncisión literal era el rito de cortar una carne (prepucio) del niño varón y figura la conversión, donde el pecado es cortado del cristiano mediante el sacrificio de Cristo en la cruz. Por eso Pablo le llama la circuncisión espiritual de Cristo. Además, como este texto menciona el estar sepultados con Cristo en el bautismo, el bautismo no es la circuncisión espiritual de Cristo sino sólo una parte y sucede antes de resucitarse con Cristo, antes de levantarse de los muertos. Por lo tanto, Colosenses 2:11-12 no enseña que el bautismo sustituye la circuncisión, ni sirve de base para inyectar el bautismo en el texto de Romanos 4:11 como si el bautismo fuera un rito similar a la circuncisión. La circuncisión espiritual de Cristo no sucede después de la conversión sino que es la conversión, y el bautismo es una parte esencial de la misma. La circuncisión de Abraham no le justificó, pero la circuncisión de Cristo es "echar de vosotros el cuerpo pecaminoso" (v. 11). Por lo tanto, la circuncisión de Cristo, de la cual el bautismo es parte, trata de la justificación porque separa uno de la culpa del pecado y de su vida anterior. No es verdad que el bautismo sea la circuncisión espiritual de Cristo, sino sólo una parte.

El sello del cristiano no es el bautismo, sino el Espíritu Santo. Con su morada, el Espíritu sella nuestra justicia, redención y adopción. El cristiano no es sellado con el bautismo sino con el Espíritu Santo como demuestra los siguientes textos: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa" (Efesios 1:13). "Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención" (Efesios 4:30). "Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones" (2 Cor. 1:21-22). La circuncisión literal y carnal de Abraham era sello y señal de su justicia y la morada del Espíritu es sello y señal de la nuestra. El bautizado en Cristo recibe el Espíritu Santo como don y sello. El bautismo y el sello del Espíritu Santo son actos distintos que suceden al mismo momento.

La morada del Espíritu Santo en el cristiano es uno de los privilegios más grandes de la era cristiana que comenzó cuando Cristo ascendió al cielo y fue glorificado. Fue entonces cuando los cristianos recibieron el Espíritu Santo. En Juan 7:38-39 leemos "El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habrían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado". El cristiano se convierta en un río de agua viva por el Espíritu Santo que corren de su persona para refrescar la vida de los que le rodean. Su relación íntima con el Espíritu era muy diferente a lo que se daba en la dispensación anterior. Todos los que creen reciben el Espíritu Santo para morar con ellos como promete Hechos 2:38, "y recibiréis el don del Espíritu Santo". Todo creyente arrepentido y bautizado recibe esta promesa. Dios es el dador y el Espíritu lo que se da.

El Espíritu Santo también se llama las arras. En el tiempo de antes, cuando uno se casaba, el esposo daba a la novia unas monedas (arras), que simbolizaban su promesa de proveer para ellas después de casada. Algunos opinan que la moneda que la mujer había perdido en Lucas 15:8-10 era una de sus arras. El cristiano no debería perder la morada del Espíritu Santo en su vida por cometer errores que le vayan contristando o provocando su abandono, sino conservar sus arras como un depósito o pronto pago de su futura herencia en el cielo. "Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros" (2 Tim. 1:14).

El don del Espíritu es peculiar al cristiano y no está disponible a los pecadores no bautizados, ni estaba disponible para los de la dispensación anterior judía. Por esta razón los discípulos de Juan el Bautista en Efeso tuvieron que ser bautizados otra vez ya que se les habían dado una enseñanza equivocada en este particular (Hechos 19:1-7). El don del Espíritu no estaba disponible por medio del bautismo de Juan sino que es distinto y sólo acompaña el bautismo cristiano.

Obedecer el evangelio califica a uno para esta bendición. "Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5:32). Tener el Espíritu Santo morando en su cuerpo de uno le da ventaja porque "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1 Cor. 6:19)". El amor del Espíritu y su celo por nosotros nos es una gran ventaja en la vida, "¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hacho morar en nosotros nos anhela celosamente?" (Santiago 4:5). Nos acompaña, nos ama, nos cela y ruega a Dios por nosotros: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Gál. 4:6).

La morada del Espíritu Santo no es el bautismo en Espíritu Santo, ni le capacita para hacer milagros o recibir revelaciones como si fuera uno de los apóstoles originales, pero significa que el espíritu humano tiene un huésped, una visita, que le trae ayuda y le da ventaja. No hay ninguna manifestación sobrenatural física que prueba la presencia del Espíritu en nuestra vida, sino que aceptamos esta verdad por fe en la palabra de Dios, de la misma manera que aceptamos que fuimos perdonados. La palabra lo dice y nosotros lo creemos.