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Serie Volver, Lección 96

¿Eres Pobre en Espíritu?

por Elmer N. Dunlap Rouse

¿Eres feliz? Según el mundo en que vivimos, eres feliz cuando las circunstancias te favorecen, cuando tienes salud, amor, dinero, juventud, educación, trabajo, amistades y un buen automóvil. Se supone que seas infeliz si te falta alguna de estas cosas y entre más te falte, más infeliz seas. El mundo no cree en Dios sino en la suerte y en uno mismo. Es curioso que algunos tienen todas estas cosas y no son felices. ¿Por qué será? ¿Eres feliz? Si no lo eres, ¿qué te falta? ¿Cuál es la circunstancia que te haría feliz? ¿Qué cantidad? ¿Cuántas mujeres? ¿Cuánto dinero? ¿Cuántos automóviles? Muchos son infelices porque otro tiene más que ellos. Ni siquiera agradecen lo que tienen, sino que entre más tienen, más quieren. Así nunca serán felices. Si te fuiste de la iglesia buscando la felicidad, ¿cómo te fue? ¿La encontraste? Lo dudo, porque el mundo no da felicidad, sino problemas, dificultades y muerte. Para escapar de su infelicidad, unos se suicidan; otros la buscan en una botella, cuando la felicidad ha estado siempre cerca de ellos (Dios).

¿Quieres ser feliz según Jesús? El que tiene a Dios es feliz. Para los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Rom. 8:28). Dios controla las circunstancias. Si tu crees en Dios, que da y quita, tu puedes ser feliz en medio del dolor, o con limitaciones, como representa la silla de ruedas, o sea, sin salud, sin dinero, sin amor, sin juventud, sin educación, sin trabajo, sin amistades y sin un automóvil. Uno puede perder todas estas cosas y sin embargo ser la persona más feliz del mundo. ¿Eres feliz? ¿Cuál es tu método para ser feliz?

Aguántate. Ser feliz no es tan sencillo como decir las palabras, "Quiero tener a Dios". Para esto, tendrás que leer el resto de este artículo porque las iglesias están llenas de infelices. Tal vez te fuiste de la iglesia porque no estabas feliz, o no tan feliz como querías. Muchos hermanos desencantados con la iglesia se van al mundo. Entran por la puerta del frente y salen por la puerta de atrás. Escucharon pero no entendieron o tal vez no se lo supieron explicar, o perdieron su enfoque por uno de las muchos errores que se cometen. Se frustraron. Pero no importa. Hoy es tu día porque vas a saber como ser feliz en medio de una iglesia llena de problemas. Porque la silla de ruedas no solamente simboliza las circunstancias peores que puedan ocurrir en la vida, sino algo mucho más importante. Para tu ser feliz, tienes que sentar tu espíritu en una silla de ruedas. Tienes que entender tu verdadera circunstancia espiritual. Vamos a dejar que Jesús hable, porque el expresó esta idea en el Sermón del Monte.

"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mat. 5:3).

Parece un misterio. ¿Pobres felices? ¿Hay bendición en ser pobre? ¿Cómo puede uno ser feliz si le falta? Pero, ¿son felices los ricos? Obsérvalos que no son felices, sino nerviosos, inquietos, miedosos y peleados. No tienen amigos ni pagando. Para entender el misterio de "pobres en espíritu", es necesario que conozcas la palabra griega que Jesús usó, ya que hay dos palabras para pobre.

PENES. La palabra griega "penes" quiere decir pobre pero esta NO es la palabra que Cristo usó. En el griego, "penes" significa uno que trabaja para subsistir. Es la clase trabajadora que lucha para sobrevivir, que trabaja para poder comer y que van a pasar toda la vida incómodos, conformándose con muy poco. Esta palabra "pobre" no está en el texto. "Pobre en espíritu" no se trata ni siquiera de la pobre viuda que echó en la ofrenda todo lo que tenía, sus dos blancas" ya que ella sabía que podía luchar y obtener unas blancas más para comer si Dios lo permitía. Jesús no está hablando de los pobres regulares, sino de la pobreza extrema.

PTOCHOS. Para decir "pobres en espíritu", Cristo usó la palabra "ptochos". Viene de una palabra que significa agacharse y se refiere al caído, al que está en el piso, indefenso, al mendigo, el destruido, el que no puede trabajar como el ciego, el manco, el retardado, el incapacitado o un leproso que vive en extrema pobreza y depende de la generosidad de otros para subsistir. Observa al mendigo agachado en una esquina.

Apreciado hermano, esta es tu verdadera condición espiritual ante Dios. Tu espíritu vive en extrema pobreza, ahora y siempre. Si quieres entrar en el reino de los cielos, no tienes que hacer nada sino reconocer este detalle. Los hermanos de la iglesia somos unos mendigos espirituales, incapacitados en nuestro espíritu, desfallecidos, en una esquina sin la posibilidad de hacer absolutamente nada por mejorar nuestra condición. Esta es la iglesia de Cristo. ¿Estás en la silla de ruedas? ¿Dependes de Dios para todo? ¿Nada de ti mismo? Si eres así, eres feliz. Si eres pobre en espíritu, vuelve a la iglesia que es la casa de Dios, donde hay abundancia. No tienes que de humillarte ante otro mendigo, sino ante Dios. Hermano, si te puedes ver en la silla de ruedas, el reino de los cielos es para ti.

Si en la iglesia hay hermanos que no entienden esto, no te preocupas. Allá ellos. Si cuando regreses, alguien obstruye tu camino, di "Disculpe, hermano" y sigue hacia adelante como si nada. Si alguien se molesta, di, "Hermano, perdóname" y, como buen mendigo, hagas caso sólo a Cristo. No pierdas la bendición de ser ptochos en espíritu. No imites a los demás. Lamentablemente algunos hermanos se vuelven satisfechos, llenos, orgullosos de su espiritualidad y de su adelanto en las cosas de Dios. Quieren ser primeros en la iglesia, mejor que otros o no tan malo como otros. Van perdiendo su lugar en el reino de los cielos porque disfrazan su necesidad espiritual con su servicio al Señor. Piensan que con su fidelidad y obras están comprando el cielo. Se creen grandecitos, importantes y buscan distinciones y honores en la iglesia. Pelean por puestos. Ya tienen un pie fuera de la iglesia. Están por irse. No seas como ellos. Un día se van a molestar por un desprecio, una desconsideración, o una indignidad y van a estar, para sorpresa de todos, en el mundo. Si hubieran sido ptochos en espíritu, se hubieran quedado donde estaban, porque los mendigos indefensos y agachados en el piso no tienen el derecho de molestarse. Al contrario, los pobres en espíritu se encomiendan a Dios, como Cristo dijo en la cruz, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Luc. 23:46), "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34). Vuelve, mi hermano y súbete nuevamente a tu cruz para estar crucificado con Cristo. Si eres ptochos en espíritu, eres feliz ahora y para siempre porque nada eres y nada puedes hacer para tener a Dios. Todo depende de Dios. Hermano, pon tu espíritu incapacitado en la silla de ruedas y vuélvete. Deja que el mundo siga su rumbo. Deja allá tu infelicidad, tus malas aventuras, tu gozo pasajero, tus amigos interesados y tus compromisos con el diablo. Conoce la felicidad que Jesús creó para ti. Serás salvo como el ladrón en la cruz, sin obras, sin méritos, sin logros, sin dinero, sin nada de valor y con las manos vacías. Cristo no vino a buscar perfectos, porque no había ninguno. Vino a buscar pecadores. Hermano ptochos, despréndete de tu orgullo y ven a casa, la iglesia de los mendigos de Cristo.

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