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Serie Volver, Lección 100

¿Te Abusaron en la Iglesia?

por Elmer N. Dunlap Rouse

 

En los últimos años han salido a relucir muchos casos de personas que sufrieron abuso sexual cuando eran niños. Nuestra iglesia no es mejor que otra y sé que hay toda clase de pecado en todo clase de iglesia. Pero si esto te pasó a ti, te ofrezco mis sinceras disculpas. Yo recuerdo cuando una familia venía a la iglesia donde yo era ministro y noté una amistad rara entre un hombre y una niña como de diez años. Siempre estaban juntos y el hermano le regalaba cosas. Cuando los jóvenes de la iglesia empezaron a decir que eran novios, fue cuando yo lo confronté. Se molestó y no volvió más. Habo otro caso en el que un hermano se fue de la iglesia porque supe que visitaba negocios que se dedicaban a la venta de materiales pornográficos y estaba pendiente a los niños. Los ministros no somos dioses para saber todo lo que pasa, y si tu de niño fuiste abusado sexualmente en la iglesia donde predico o en alguna otra, esto me hacía sentir muy mal.

Entiendo que los niños son muy vulnerables por su inocencia y por estar enseñados a respetar y obedecer a los adultos que están en puestos de ministros, maestros o adultos en general. El abuso sexual le roba al niño su inocencia y lo convierta en adulto antes del tiempo, causándole grandes daños emocionales que duran toda la vida; y muchos de estos niños, ya adultos, tienen problemas en el matrimonio y continuan siendo víctimas aunque el victimario haya muerto. El abuso sexual de los niños provoca la drogadicción, el suicidio, el comportamiento promiscuo y el fracaso en la escuela. Verdaderamente me llenaría de tristeza saber que esto te hubiera pasado en un lugar que supuestamente sea religioso. Yo sé que tu abandonarías la iglesia lo más pronto posible porque si eso me hubiera pasado a mí, yo hubiera hecho eso mismo. Al mirar la cara del perprertador y de los hermanos que sabían y no hicieron nada, se convierten en la peor clase de hipócritas que se puedan imaginar - abusadores y cobardes que miraron al otro lado. Visitar a una iglesia debe llenarte de dolor y coraje. Estos, si no se arrepienten, tendrán que enfrentarse con un Cristo enojado que los va a mandar al infierno. Abusar de un niño indefenso es inaceptable en cualquier comunidad y dónde yo vivo, si no llega la policía a tiempo, habría un motín y hasta muertos. Pero muchas veces por el miedo, la intimidación y la vergüenza, los niños se quedan callados y sufren el dolor hasta a una edad adulta, un dolor que no lo sabe nadie más que Dios.

Invitamos a todos los miembros de la iglesia a velar que esto no suceda porque es difícil restaurar a estas personas. Precisamente la iglesia es uno de los sitios preferidos por los que abusan de niños. En la escuela pública no los dejan entrar. Los niños no se van a acercar a un adulto extraño solitario en un parque, ni aceptar dulces de un extraño, pero en la iglesia todo cambia. La iglesia es como una familia, donde los hermanos comparten, donde el ministro comparte con los niños de una manera muy estrecha, admitiéndolos en su casa. El ministro escucha los comentarios y puede saber las cosas íntimas de un niño o joven que luego pueda utilizar para aflojar su moral, para dominar y aprovecharse de su persona. La iglesia necesita voluntarios para ayudar con las actividades de los niños y jóvenes. La iglesia es donde los niños creen que están protegidos por los demás hermanos de la familia extendida. Pero no todo es lo que parece. Los abusadores buscan las iglesias, especialmente donde hay mucho amor, confianza ciega, hermanos ingenuos y nadie vela.

Por medio de la evangelización entra en la iglesia toda clase de persona con toda clase de pasado. Es posible que entre los hermanos haya personas que abusaron de niños, inclusive los mismos padres, y de escrutinio especial, los padrastros. Según las estadísticas del Centro Nacional para Niños Perdidos o Explotados (EE.UU.), una de cada cinco niñas y uno de cada diez niños sufrirá abuso sexual antes de llegar a la edad de adulto. Hay padres que usan el sexo para disciplinar a sus hijos. Es un problema social desconocido y poco reportado. El hecho de que una persona sea hermano o hermana en la iglesia no es ninguna garantía de que no pueda abusar de un niño. Es la responsabilidad de los padres velar por sus hijos y es deber de todos los hermanos, especialmente el ministro. Cuando hay una evidencia sólida y testigos, debemos confrontar a la persona y, luego, dependiendo de las circunstancias, avisar a las autoridades, Departamento de la Familia, Policía del Control de Vicio y Delitos Sexuales. El no hacerlo y quedarnos callados, es participar en el abuso y exponer la iglesia a una demanda civil, a no mencionar un escándalo ante la comunidad. Toda actividad donde hay niños presentes, presenta oportunidades para la explotación sexual. Debe haber varios maestros presentes y si es un viaje, los padres deben acompañarlos. Para eliminar la oportunidad por medio de la sabia planificación, podemos proveer a los niños un ambiente para gozar con otros y aprender de Jesús sin peligro. Toda iglesia, antes de aceptar a uno por ministro, debe investigarlo y, si es posible, obligarlo a un evaluación psicológica para que los enfermos mentales no ocupen posiciones de confianza. Hay ministros que abusan y buscan sacar de la iglesia toda persona que tiene la valentía de vigilarlos y acusarlos. Estos llegan a una iglesia y empiezan a sacar a estos, los miembros más valiosos de una congregación. Yo soy ministro y a mi me encanta que los hermanos me velen y me estudien. No los considero enemigos. Estudiemos a nuestros maestros de clases bíblicas, sus ayudantes, los conductores de los vehículos transporte de los hermanos (que vayan acompañados), conserjes y toda persona presente, averiguemos su reputación y estemos pendientes a los niños para escucharlos por si acaso detectan abuso de un amiguito. La explotación puede envolver abusar, raptar, prostituir, enseñar al niño pornografía, buscar gratificación sexual, o ejercer algún tipo de poder psicológico sobre un niño que no es familia o tocarle de una manera indebida. La idea de que nosotros somos diferentes o que esto no puede suceder en nuestra iglesia es la ignorancia más grande. Según una encuesta de 1999, de los niños que fueron abusados sexualmente en alguna iglesia , un 42 por ciento eran víctimas de voluntarios y un 25 de cada cien sufrieron abuso por oficiales de la iglesia a sueldo. Cada iglesia debe tener políticas para el manejo de menores, educando a los maestros y saber a quién informar para crear una iglesia hospitalaria y segura. El abuso sexual de los niños sucede en las mejores iglesias y no podemos ignorarlo, ni restarle importancia.

Si tú fuiste abusado sexualmente cuando niño en la iglesia, queremos ayudarte a conocer a Cristo. Cristo te ama y puedes encontrar en El todo lo que necesitas. La iglesia te falló pero no todos somos iguales. Hay iglesias donde puedes encontrar a cristianos genuinos, que te amen y te ayuden a olvidar tu pasado y servir al Señor. Allá el en cielo hay un Dios que creó tu vida y tiene un plan para tu vida. Es un Dios todopoderoso pero permite la maldad en el mundo para que cada uno pueda demostrar lo que hay en su corazón. El lloró y llora cuando la maldad sucede, y ha hecho posible que estas letras de amor lleguen a tus manos. Ven a casa. Dale gracias a Dios por todo, agradecerle a Dios por la vida que te dio, ya que tu eres único en el universo con potenciales que nadie más tiene. ¿Quién sabe si esto te pasó para que tu puedas ayudar a otros? Sé fuerte, valiente, regresa a la iglesia y vive el presente, ayudándonos a proteger a los niños y educar a los miembros para que esto no vuelva a suceder. Necesitamos tu ayuda. Además, te invito a perdonar a tu agresor. Tu rencor y odio te hacen más daño a ti que a él. Son como ácido que come el corazón y tu mente. Tienes que soltar el odio de tu pasado para poder gozar el amor y la felicidad de hoy y del futuro. Si permites que aquel momento del pasado invada tu presente, permites que el ofensor te continúe abusando. Perdónalo. Eres un sobreviviente y un vencedor. Míralo como a una persona débil, ignorante, que tal vez fue abusado también cuando era niño. Ten pena de el porque va a caer en las manos de Dios si no se arrepiente. Dios dijo, "Mía es la venganza, yo pagaré" (Rom. 12:19). Dejamos todo en sus manos. Cristo es el único amigo que no falla. Te invitamos a volver, dónde Dios quiere que tu estés, que seas parte de nuestra familia, y quien sabe si tu dolor pueda servir para educar a los miembros de la iglesia para evitar que otras pequeñas vidas sean afectadas por el abuso. Si fue un ministro que todavía está funcionando en esta capacidad, puedes confrontarlo y acusarlo ante su congregación si tú lo crees correcto. Estamos para apoyarte y ayudarte a ser salvo. Ven a casa.

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