Lección 2
TODA LA VERDAD
Cuando Cristo prometió enviar el Consolador, lo llamó "el Espíritu de verdad" explicando por qué al decir que el Espíritu daría testimonio de El, que convencería "al mundo de pecado, de justicia y de juicio y que guiaría "a toda la verdad." (Juan 14:15-18; 14:26; 16:5-13). Notamos en la primera lección que el Consolador prometido no fue llamado el Espíritu de milagros, ni de señales y prodigios, ni tampoco de lenguas extrañas y sanidades sino sencillamente "el Espíritu de verdad." La frase "de verdad" se refiere a la obra más importante que iba a llevar a cabo el Espíritu Santo. A él le fue dada la tarea de enseñar a los hombres la verdad libertadora y salvadora del evangelio glorioso. Para rescatarnos de perdición Dios tenía que enseñarnos la verdad y escogió como el Maestro más apto, al Espíritu Santo. Este Maestro incomparable, cualificado en todo aspecto, recibió su mensaje de Cristo mismo y lo ha transmitido en su totalidad y perfección a nosotros. Señales y prodigios, aunque nos convenzan que Dios existe y confirman la divinidad de Su Palabra, jamás salvaron a nadie. Es la verdad pura celestial lo que llena nuestras almas con la luz que, con todo su fulgor, ilumina nuestras mentes permitiéndonos ver el buen camino de seguir para encontrar la salvación eterna. La verdad se debe de ensalzar por su fuerza tremenda, por su gloria, su pureza, su calidad de ser indestructible, por su poder en hacer desaparecer las tinieblas de toda ignorancia, engaño y filosofía vana. A Dios siempre debemos dar gracias por el Espíritu Santo mediante quien nos fue dada toda esta verdad regeneradora, este tesoro de sabiduría divina, este poder de Dios para librarnos del agarro estrangulador de Satanás.
Hablando con los apóstoles Cristo les dijo que el Espíritu Santo les guiaría a toda la verdad." Si queremos comprender las profecías sobre el trabajo del Espíritu Santo, es preciso darnos cuenta del significado de la frase "toda la verdad." ¿A quiénes fue dada esta promesa? A los apóstoles ¿La promesa abarca cuánta de la verdad? Cristo dijo "TODA LA VERDAD. Pues, concluimos que el Señor se propuso revelar por el Espíritu Santo toda la verdad a la generación del tiempo de los apóstoles. Según los términos de la promesa, los apóstoles no recibirían la mitad de la verdad, aguardando Dios la otra mitad para luego revelarla a generaciones futuras. Cristo prometió darles a los apóstoles todo el pan espiritual, no una media hogaza; toda la luz, no algunos pocos rayos; todo el nuevo testamento no unas pocas leyes; toda el agua de vida, no una gota o un solo trago. El Señor no había de esperar hasta después de los días apostólicos para proclamar a los hombres verdades adicionales. No se refiere a los papas, ni a Lutero, Calvino y Wesley, ni a Whíte, Russel, ni a ningún otro. Habló con los apóstoles afirmando que el Espíritu Santo daría "toda la verdad" durante los días de aquella generación. Los apóstoles y los demás hermanos de la iglesia primitiva no serían de ninguna manera inferiores a generaciones futuras. ¿Tenemos hoy día toda la verdad? Ellos la tenían primero. La promesa de Cristo es que la iglesia recibiría la revelación completa de la voluntad divina durante los primeros años de su existencia. No tendría que esperar hasta siglos después. Cristo depositaría, por el Espíritu Santo, toda la verdad en la iglesia primitiva. Entonces la iglesia tenía que seguir como "la columna y baluarte de la verdad" (1. Timoteo 3:15) sosteniéndola y protegiéndola.
La profecía de Cristo sobre el trabajo del Espíritu Santo no es ambigua ni misteriosa; no es difícil de comprender. Al contrario, los términos son sencillos, fáciles de entender. El Espíritu Santo daría toda la verdad a los apóstoles y a la iglesia del primer siglo. Ahora, preguntamos si la promesa fue cumplida debidamente. ¿Recibieron los apóstoles "toda la verdad? 0, ¿quedaron con solamente la mitad?
Por medio del Espíritu Santo, los apóstoles dan el siguiente testimonio: que sí recibieron toda la verdad prometida. Cuando Pablo, durante su tercer viaje misionero, se despidio de los obispos de la iglesia en Efeso, el dijo, "Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios." (Hechos 20:26,27). Según la historia dada en el libro de los Hechos, Pablo había predicado por aproximadamente tres años en la gran ciudad de Efeso. Mediante sus labores llevados a cabo por el poder del Espíritu Santo fue revelado a los efesios "todo el consejo de Dios," o sea, toda la voluntad divina, todo el nuevo testamento. Por lo tanto, Pablo podía afirmar que estaba limpio de la sangre de ellos puesto que les había anunciado todo el mensaje de salvación.
Cuando Pablo dirigió estas palabras a los ancianos de la iglesia en Efeso, ya habían pasado 26 o' 27 años desde el establecimiento de la primera iglesia en Jerusalén. El Espíritu Santo, durante este período, estaba trabajando día y noche, con todo apuro y afán para cumplir con su tarea de guiar a toda la verdad. Ya por 26 o 27 años el Espíritu había estado inspirando a muchos miembros de la iglesia, llenándolos de la palabra divina, revelando todo el mensaje divino. Hizo su trabajo mediante los apóstoles, profetas, maestros, pastores y evangelistas (Efesios 4:7-11). Les daba dones sobrenaturales para que mediante tales poderes celestiales pudieran predicar el evangelio a todos los hombres. El don de ciencia, el de sabiduría, él de fe, al de profecía, al de hablar lenguas y el de interpretarlas - estos y otros también fueron usados para comunicar todo el consejo de Dios a los hombres. El Espíritu empleaba estos dones para revelar y confirmar la verdad. Los usaba mucho y logró cumplir debidamente con su tarea de revelar toda la verdad a aquella generación antes de que pasara. Pablo dijo después de haber predicado muchos años, "Yo ya he recibido todo el consejo de Dios y se lo he anunciado todo a ustedes. El Espíritu ha hecho su trabajo en mi. La promesa de Cristo ha sido cumplida. Tenemos todo lo que El nos prometió.
Consideremos otro pasaje escrito por Pablo, 2 Timoteo 3:16,17. La segunda carta a Timoteo es la última carta escrita por Pablo y fue escrita probablemente durante el último año de su vida en la tierra. De la cárcel en Roma en el año 68 o 69, Pablo escribió a Timoteo diciéndole, "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Según Pablo, la Escritura que ya había en aquel tiempo y podía perfeccionar al hombre de Dios preparándolo enteramente. Lo que nos perfecciona tiene que ser perfecto. Si la Escritura podía perfeccionar a Timoteo, entonces ya era una Escritura completa y perfecta. Ya fue revelada toda la verdad - la verdad perfecta que nos puede dar la perfección de nuestras almas.
Pedro también afirma que el Espíritu Santo cumplió con su deber. Dice 2 Pedro 1: 3, "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder ...). Todas las cosas, no unas pocas, ¿Cómo fueron dadas? "Por su divino poder," o sea, por el Espíritu Santo. Por el poder divino todo lo que pertenece a la vida y a la piedad ya fue dado cuando Pedro escribió su carta.
Judas también da su testimonio en el versículo 3 de su carta, diciendo a los hermanos de su tiempo que contendieran «ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos." "La fe», o sea, el evangelio, ya había sido dada. Fue dada "una vez." Es decir, como Cristo fue sacrificado una vez para siempre (Hebreos 9:27,38), asimismo la verdad, o la fe, fue dada "una vez" para siempre. ¿Cuándo fue dada? En el primer siglo. ¿Cómo por el Espíritu Santo trabajando mediante los hermanos inspirados. ¿Cuánta fue dada? Toda la verdad ¿Tenía el Espíritu que repetir su obra de revelar la verdad en los siglos después del tiempo apostólico. ¡NO! La verdad fue dada "una vez» y esto es suficiente para todo la era cristiana. El Espíritu no volvería a darla la segunda vez, y la tercera, y así sucesivamente a cada generación hasta hoy día. La dio una vez. Entonces, encargó a la iglesia la tarea de seguir proclamándola a todos de toda esta era.
Pasar a la lección 3