Lección 32

EL ESPIRITU DEL ENGAÑO

Referente al hablar lenguas hemos preguntado qué espíritu" o "poder" trabaja en algunos creyentes haciéndolos dar sonidos aparentemente sin significado. Hacer la pregunta no es blasfemar. Tenemos todo el derecho de llevar a cabo una indagación sobre el fenómeno de lenguas extrañas en las iglesias del siglo 21. Deseamos saber con certeza si estas lenguas son manifestaciones de la presencia del Espíritu Santo u obras ficticias de un poder inferior. Hasta ahora toda la evidencia considerada indica que son obras ficticias de un poder inferior. Por ejemplo, se ha probado definitivamente que las lenguas extrañas de hoy día no son idiomas como lo eran en la iglesia primitiva. En segundo término, los que dicen hablar lenguas no guardan las leyes del Espíritu Santo en cuanto a cómo y cuándo hablarlas. Por ejemplo, hablan más de tres, no hablan por turno, hablan cuando no hay intérprete, etc. Luego, observamos, también que no edifican; no traen ningún mensaje, doctrina o palabra de exhortación. Al contrarío, usan lenguas para sostener credos y prácticas antibíblicas. Por ejemplo, permiten que las mujeres hablen en los cultos; predican el diezmo, la manta de saco, fogatas, el sábado, que el bautismo no importa; apoyan concilios; inventan puestos y títulos, etc. En cuarto lugar, los que dicen hablar lenguas tienen sentimientos y experiencias que no pueden ser interpretadas como manifestaciones de la presencia del Espíritu Santo porque no concuerdan con lo que la Biblia nos revela sobre la persona y el poder del Espíritu. Como ejemplo, la gritería, danzas, confusión, alboroto, etc.

A todos estos añadimos todavía otro factor y este, aun sin los primeros cuatro, es suficiente para probar que las lenguas extrañas de hoy día no son del Espíritu Santo. El quinto prueba es la siguiente: la práctica moderna de hablar lenguas no es restringida a las iglesias llamadas "del avivamiento". Según las noticias recibidas de varias fuentes de información, tantos protestantes como católicos hablan lenguas. Sí, es verdad. Hace poco leímos en la revista religiosa "La cristiandad de Hoy Día" que en los EE. UU. aproximadamente 10,000 católicos dicen hablar lenguas. Se ha publicado un libro titulado "Católicos Pentecostales." En las iglesias protestantes que, a veces, se les dice desdeñadamente "frías" o "muertas" hay grupos que pretenden haber recibido del Espíritu Santo el don de lenguas. Entre ellos se encuentran episcopales, luteranos, bautistas, presbiterianos, discípulos de Cristo, etc. Pues, ¿qué deducimos? ¿Qué en el mundo hoy vemos una obra grande del Espíritu Santo en todas las iglesias? Esto es lo que alegan algunos. ¿Vemos un avivamiento en todas? ¿Una nueva reforma? Tal conclusión ha de ser completamente errónea. ¡Todos estos "despertamientos" o "avivamientos" en las muchas sectas no pueden ser del Espíritu Santo porque las numerosas sectas que dicen tener el Espíritu propagan evangelios diferentes predicando doctrinas antibíblicas. Hay entre ellas una guerra civil espiritual sobre enseñanzas básicas de las Escrituras. Se condenan las unas a las otras. ¿Hemos de entender entonces que el Espíritu se condena a sí mismo? ¿Que se contradice a sí mismo? ¿Enseña el Espíritu el bautismo de infantes en una iglesia y el de adultos en otra? ¿El sábado en una y el primer día en otra? ¿Aprueba el fumar, el tomar y el bailar en una iglesia mientras los prohibe en otra? ¿Enseña la predestinación particular en una pero no en otra? ¿Autoriza la misa en una, pero en otra la denuncia? Sabemos que el Espíritu Santo de Dios no puede trabajar así, ¿verdad? No, es imposible. Imposible que él se contradiga; que mienta; que apruebe vicios, que niegue doctrinas bíblicas, que apoye doctrinas humanas, etc. Entonces, también es imposible que se manifieste, mediante el don de lenguas, en las muchas sectas distintas que sostienen estas y otras doctrinas y prácticas contradictorias. ¿Puede el ciudadano de Puerto Rico, México, Ecuador o cualquier otro país, ser a la vez demócrata, republicano, socialista, comunista y apolítico? ¡En absoluto! Pues, tampoco puede ser el Espíritu Santo "frío" y "avivado», protestante, evangélico y católico; sabatista y dominguero. ¿Qué nos pasa a nosotros? ¿Hemos perdido el sentido común? ¡El Espíritu Santo no es ningún bobo que va dando el don de lenguas a toda secta no importa cuán erradas y corrompidas sean sus doctrinas!

Entonces, ¿qué es ese poder que se manifiesta en las sectas del mundo? Contestamos sin titubear que es un poder de error, el poder engañoso que Dios envía a los que no aman la verdad (2 Tés. 2:10). Cuando los hombres dejan de amar la verdad, confiando más en experiencias psíquicas, sentimientos, emociones, sensaciones espirituales y deseos carnales disfrazados de espirituales, cuando los hombres van en busca de lo espectacular, de señales y manifestaciones visibles, en vez de en busca de la verdad, Dios los envía el espíritu de engaño. La Biblia lo dice claramente en el texto antes citado. Es ese espíritu de engaño que se empeña en imitar las obras de Dios para así hacer extraviarse aun a los escogidos si fuera posible; es ese que viene como ángel de luz, que trabaja en muchos miembros de muchas sectas haciéndolos hablar lo que llaman lenguas, aunque en realidad no lo son. Es ese espíritu que los hace perder el dominio propio. Pero el Espíritu dado al cristiano verdadero es el de "poder, de amor, y de dominio propio" (2 Tim. 1:7). Es ese espíritu que usa los instrumentos de música, las palmeteadas, los corritos calientes, la danza espiritual, las exhortaciones a gritar aleluyas, el desorden y todo lo demás para crear un ambiente cargado de emocionalismo tanto carnal como espiritual. Los que caen bajo la influencia de estas "manifestaciones" experimentan sensaciones no naturales y hacen cosas contrarias al comportamiento natural del ser humano. Contrarias sí, y de consiguiente los que las experimentan muy a menudo actúan de manera muy extraña como personas dementes, como almas poseídas de algún demonio. Parece que las capacidades normales de súbita son suprimidas y un poder de locura se apodera del alma. Y, ¿qué hace ese poder en el cuerpo que ha conquistado y que está usando como instrumento para llevar a cabo su voluntad? Pues, lo hemos visto obrando y lo que hace con el cuerpo prueba que no es el Espíritu Santo. Sí, ese poder pone los pies a danzar, las manos a tocar instrumentos y a palmetear, los labios a gritar y a balbucir y la lengua al dar sonidos inciertos. Coge el cuerpo, lo tira al suelo; lo estremece, haciéndolo temblar en todos sus miembros. Ese espíritu ausente de vergüenza no hace acepción de las mujeres tirándolas al suelo también donde se revuelcan como "animales irracionales," descubriéndose de manera indecente a las miradas de los demás. Cuando ese espíritu se apodera del cuerpo no hace casi nada que sea autorizado por Dios. Sin embargo, se jacta de ser el verdadero espíritu de Dios. Susurra en los oídos de los que le escuchan diciéndoles que él mismo es el Espíritu Santo. ¡Impostor! Pero muchos lo creen.

Se nos hace fácil identificarlo como, el espíritu de engaño cuya venida es con señales y prodigios mentirosos (2 Tés. 2:2-11). Por sus frutos le conocemos. Es ese mismo espíritu de error que pone a algunos a profetizar, echar demonios y hacer prodigios. De estos Cristo dice que nunca los ha conocido (Mateo 7:21-23). Los que lo reciben son poseídos, no por el Espíritu Santo, sino por un espíritu malo. En vez de echar demonios se llenan de ellos. Y ¿quién se los sacará? Pues, Cristo, si lo permiten, con la "espada del Espíritu que es la palabra de verdad."

Se nos hace difícil comprender porqué tantas almas, creen en ese espíritu alborotoso. Hay que resistirlo. Su propósito es engañar y en la actualidad tiene gran éxito. El quiere que todos crean en lenguas que no son lenguas, en profecías que no son profecías, en milagros que no son milagros. Quiere que acepten como bíblicas doctrinas que no lo son; doctrinas tales como la que permite a la mujer a predicar, la que dice que hay salvos en todas las sectas, la de que el bautismo no es esencial, la del diezmo, la de obedecer al Antiguo Testamento y muchas otras semejantes. Bien sabe que si las aceptan se habrán apartado de la sana doctrina y estarán en gran peligro de perder sus almas. Al verles en este peligro ese espíritu de engaño se regocija mucho. Con toda sinceridad y con todo amor, les suplicamos a todos a que huyan de la presencia de ese poder satánico, que lo resistan hasta el fin porque no es de Dios.

Lo que hemos dicho del don de lenguas se puede decir también del don de profecía. Ese mismo espíritu que pretende hablar lenguas también pretende profetizar. Como no obedece las leyes del Espíritu Santo, que regulan el hablar lenguas tampoco obedece a las que gobiernan el profetizar. El Espíritu Santo enseña que no más de dos o tres pueden profetizar en un culto. Ese espíritu de error pone a todos a profetizar. El Espíritu Santo dice que tienen que profetizar por turno. Ese espíritu hace que todos hablen a la vez. El Espíritu Santo enseña a los profetas a juzgarse entre sí. Ese espíritu prácticamente prohibe tal proceder. Además, ni aun tiene capacidad para juzgar porque en cuanto a la voluntad de Dios es ignorante por cuanto no conoce la Biblia. El Espíritu Santo dice que el profeta puede controlar su don. Ese espíritu de confusión y alboroto no quiere que nadie controle ningún don. El Espíritu Santo dice que la mujer no puede profetizar en el culto. Ese espíritu de rebelión la pone a profetizar, a predicar y a dirigir. El Espíritu Santo dice que, mediante la profecía la iglesia es edificada y consolada. Pero ese espíritu de ignorancia no edifica ni consuela porque en primer lugar ni aun sabe lo que es el verdadero don de profecía y en segundo lugar no tiene mensaje que edifique ni consuele.

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