LAS FINANZAS DE LA IGLESIA

por Elmer N. Dunlap Rouse

PARTE 9

EL MINISTRO

I. MANEJO DE FONDOS

Muchas veces los problemas de las finanzas estriban del ministro. Su poder en la iglesia pequeña es casi absoluto y son muy pocos hoy en día los que creen que reciben suficiente sueldo. Pablo aconsejó a Timoteo del valor del contentamiento cuando dijo: "…porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto" (1 Tim. 6:7-8). Si el beneficio material es muy importante para una persona y el estilo de vida de otros le afecta, tal vez debe considerar otra profesión que la de predicar. No le conviene ser tesorero, ni siquiera contar la ofrenda. No le conviene recibir dinero por el correo. Es mejor ser muy estricto y tener integridad que dar oportunidad a situaciones peligrosas y embarazosas.

II. PRESTAMOS

El ministro nunca debe pedir prestado dinero a la iglesia. La iglesia no es una financiera y nunca debe prestar dinero a nadie. Nunca. Si un ministro o un hermano tiene una emergencia verdadera, la iglesia puede donar el dinero necesario, aclarando que no espera reembolso. Prestar el dinero de la iglesia es una manera segura de perder a un hermano. Casi siempre la iglesia termina perdonando la deuda. Hay que explicar que si prestamos el dinero de la iglesia a un hermano, hay que prestarlo a todos y entonces no quedará fondo para hacer el trabajo del Señor. El ministro tampoco debe pedir dinero prestado a los hermanos de la iglesia, sino que debe ir a un banco o otra institución comercial. Su ministerio se verá afectado si los hermanos lo perciben como más interesado en el dinero que en el alma, o peor todavía, como un tramposo.

III. SUELDO

A. Las iglesias que crecen de manera extendida son las que emplean a un ministro de tiempo completo. El pago de un sueldo es la inversión más sabia que pueda hacer una iglesia. Iglesias sin un ministro a tiempo completo son como negocios que abren tres horas por semana. Es más un pasatiempo que negocio. Cristo enseñó que los obreros son dignos de salario (1 Tim. 5:18) y los ministros tienen derecho a una remuneración razonable. Poco sueldo, poco amor.

B. Un ministro debe trabajar un mínimo de 40 horas por semana y lo menos que debe recibir es el salario mínimo vigente. Las iglesias que crecen substancialmente tienen ministros dedicados que trabajan unas 60 y hasta 80 horas por semana. Otra manera de calcular el salario de un ministro es pagarle el mismo sueldo de un maestro de escuela, considerando su preparación académica. Algunas iglesias usan la tabla de salarios del banco para fijar los sueldos. Otras iglesias suman lo que ganan los demás miembros de la congregación que trabajan y le pagan el promedio. Este método tiene una falta, porque contrario a otras profesiones, un ministro tiene que usar un medio de transportación para ser efectivo. En adición a un sueldo básico, la iglesia debe cooperar con la gasolina y reparación del automóvil. Debe proveer beneficios como los que proveen las escuelas y bancos en cuanto a seguro médico, seguro social y pensión. Ahora bien, si el ministro trabaja duro y duplica la cantidad de miembros, por lo general, lo justo sería duplicarle su sueldo. ¿Y si se pone vago y cae la iglesia? ¡Que le corten el sueldo o que busquen otro!

C. Si un ministro recibe un sueldo y viene a predicar una campaña, la iglesia que invita debe pagar sólo sus gastos.

D. Una iglesia con diez miembros que trabajan tiempo completo puede emplear a un ministro. Si la iglesia no tiene suficientes ingresos, puede ahorrar su dinero hasta que tengan suficiente para pagarle seis meses o un año. Entonces pueden invitar al ministro con la esperanza de que va a levantar la iglesia antes que el fondo se acabe. Un ministro que vale la pena debe tener éxito. Otra forma sería buscarle trabajo en la comunidad, hasta que pueda levantar la iglesia. Es posible que hayan ministros que estén dispuestos a vivir de lo que le den, dispuestos hasta a andar a pie o correr en una bicicleta por amor al Señor y a la obra. Si la iglesia pueda construir una casa para el uso del ministro, hace más atractivo el sueldo.

IV. LOS MINISTROS ENVEJECEN

Los ministros no pueden predicar toda la vida y por lo tanto deben guardar algo para poder vivir cuando ya no pueden predicar. Deben pagar su Seguro Social, tener su casa pagada y algo guardado en el banco. Deben manejar bien el dinero que pasa por sus manos. Además, las iglesias pueden abrir una cuenta de ahorros para ir depositando una cantidad como pensión para los ministros que han trabajado con ellas.