¿POR QUE LOS JOVENES SE REBELAN?

por Elmer N. Dunlap Rouse

El papá de Maritza era ministro de una ciudad grande, pero se mudó a un pueblo pequeño para trabajar con una iglesia. En la iglesia anterior de la ciudad, Maritza era una de las jóvenes más activas y estaba muy orgullosa de su padre y todos eran felices. Pero en la nueva iglesia del pueblo pequeño, todo era muy diferente. Era una iglesia introvertida, sospechosa y cerrada a la aceptación de nuevas personas. Era un pueblo donde todos conocían los asuntos de todos los demás. Sucedió que Maritza se sentía más cómoda con los Jóvenes del mundo que con los de la iglesia ya que los del mundo la trataban mejor que los jóvenes de la iglesia. Pronto la iglesia fue escandalizada de que la hija del ministro corría con los del mundo. Sus padres confiaban en ella, pero ahora habían muchos miembros hablando.

Todo llegó a una crisis cuando un joven del mundo la invitó a una fiesta. Molesta por la actitud de los de su iglesia, ella aceptó. Su mamá le prohibió ir. Maritza pensaba, "¿No soy yo suficientemente adulta para escoger mis amistades?" En medio de una discusión, se fue de la casa. Descalza, caminaba sin saber hacia dónde se dirigía y pasó la noche en un carro abandonado. Aquella noche sus padres no durmieron sino que experimentaron la angustia y el pánico mayor de sus vidas, ya que Maritza era su única hija. Por la mañana Maritza apareció al ser encontrada por uno que recogía la basura. Aunque Maritza regresó a su casa, sus padres siguieron torturados con la pregunta de en qué habían fallado a su hija.

Así como los padres de Maritza, muchos padres no pueden comprenderla rebelión en su hijo. Frustrados por desconocer lo que pasa, sólo aumentan la distancia entre ellos y el hijo rebelde. Para poder ayudar al hijo, hay que mantener una relación de amor, no importa lo que venga. El orgullo de familia tiene que echarse al lado si es que queremos rescatar el futuro. Sentirse ofendido por lo que el hijo haya hecho no remedia nada. Reacciones e insultos, amenazas, dimes y diretes y hasta la violencia no resuelven nada sino sólo alejan más a las personas que más necesitan de nuestro amor. Un padre sabio pensaría largo rato antes de proceder. Tomaría tiempo para dominar las emociones, especialmente cuando un hijo cuestione la autoridad de sus padres.

Todo padre debe hacer distinción entre dos cosas: la necesaria supervisión de un adolescente y la libre determinación de un joven que rápidamente se está acercando a ser adulto. Además, el adolescente juzga lo que sus padres le dicen, que si lo dicen por amor al hijo, por lo que más le convenga al hijo, o si los padres sólo quieren hacer lo que mejor les convenga a ellos. Los jóvenes se sienten frustrados muchas veces por la confusión que trae la adolescencia. No saben si son niños o adultos y muchas veces quieren que se les trate como a adultos sin ellos aceptar las responsabilidades de adulto. Tienen un cuerpo ya capaz de hacer todo lo que hacen los adultos pero no tiene la madurez para funcionar como adulto. Todos los días el adolescente se pregunta "¿Quién soy yo?" y se apura por ser adulto. Constantemente compara a sus padres con los padres de sus amistades y no entiende por qué no puede hacer todo lo que hacen dichas amistades. Rebelarse contra la autoridad de los padres es un pecado, por cierto, pero es de esperarse donde no existe una relación sana de diálogo, amor y discernimiento de parte de los, padres.

Al contrario, el trabajo de los padres es criar al hijo, ayudarlo a encontrarse e iluminar su camino hacia la libertad de tomar su lugar entre la sociedad de adultos. Padres que quieren mantener al hijo siempre en la condición de niño pierden tanto la relación como también el respeto. Los padres tiene que decidir si quieren amarrarle los zapatos al hijo para siempre, haciéndolo dependiente a ellos o si quieren enseñar al hijo a amarrarse su propios zapatos, haciéndolo independiente de sus padres pero no independiente de una relación con ellos.

Para mantener una relación, tiene que haber tanto amor como respeto. Si para recibir amor hay que dar amor, es también cierto que para recibir respeto, hay que ser respetuoso con los demás. Cuando un hijo consiguió trabajo en el verano, su madre, sin pensar, dijo: "Ahora tu puedes pagar por tu cuarto y por tu comida para que sepas lo mucho que nos cuestas". El hijo respondió, "Parece que ya no pertenezco aquí` ". La madre sólo pensaba en estar cansado de trabajar por uno hijos que nunca le agradecían a ella por sus sacrificios. Habló por lo que le convenía a ella y no por lo que le convenía decir a un hijo que no piensa. El hijo se rebeló. Otra madre más madura decidió que ella hablaba demasiado, que a sus hijos les parecía que los acosaba y los molestaba. Al aguantar la lengua cuando ella se sentía frustrada, notaba que su relación con sus hijos empezaba a mejorar. Tanto ella como sus hijos empezaron a expresar su agradecimiento por cosas muy sencillas. El momento más triunfante fue cuando su hijo menor, el más rebelde, se entregó a Dios un domingo en la iglesia.

Vamos a enumerar las razones de los jóvenes por rebelarse con los padres. Estos son las cosas que más molestan a los jóvenes.

1. No me respetan. No respetan a mis amigos, mis decisiones, ni mi privacidad. Rebuscan en mis cosas. Me hacen pasar bochornos frente a mis amistades. Me gritan.

2. No me quieren escuchar. Por esto yo prefiero contar mis problemas a mis amigos que a mis padres.

3. Mis padres son inflexibles. Nunca admiten la culpa. Nunca se disculpan. Con mis padres no se puede hablar. Es imposible. Siempre me están obligando. Creen que lo saben todo.

4. No confían en mi. Creen que soy un pillo y un mentiroso. No me quieren dejar usar el carro. Siempre tengo que dar cuenta y explicar dónde yo estaba y qué yo hacía. Siempre sospechan lo peor.

5. Yo no entiendo a mis padres. Dicen una cosa y hacen otra. Me confunden. No se les puede creer porque dicen que hasta aquí yo puedo llegar y yo sé que paso y no me hacen nada. Mi padre dice una cosa y mi mamá dice otra. Son hipócritas porque me hacen obedecer reglas que no aplican a ellos.

Pablo dijo "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor" (Ef. 6:4). También 'dijo, "Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten" (Col. 3:21). Hay muchas familias donde los hijos se crian sin rebelión. Son familias sanas unidas por amor y mutuo respeto. Los hijos no tienen que rebelarse para hacer su vida. No hay ninguna razón por qué tu familia no puede también ser feliz y todo lo que Dios quiera. Si tu, como padre, o tu, como madre, lees estas palabras y no eres cristiano, esto debe ser el primer paso para ayudar a tu familia aceptar a Cristo. Nuestro Salvador nos dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Jn. 10:10). Tu puedes dar dinero y muchas otras cosas a tus hijos, pero hasta que no les des un padre o madre cristiano, te quedas corto.

UNA RECONCILIACION
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?