VER PARA CREER

por Elmer N. Dunlap Rouse

Tomás quiso ver para creer. "Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré" (Jn. 20:25). Jesús se le apareció a Tomás, uno de los apóstoles, y le dijo: "Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente" (Jn. 20:27). ¿Eres tú como Tomás? ¿Quieres ver para creer?

Para creer, Dios nos dio los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan donde aparecen el nacimiento, vida, muerte, y resurrección de Cristo. Nunca fue la intención de Dios de que su Hijo apareciera a cada ser humano para enseñarle sus manos y su costado abierto sino que los doce apóstoles (testigos) lo dieran a conocer. Los evangelios están al alcance de todos, traducidos en cientos de idiomas y miles de dialectos. Cristo le dijo a Tomás, "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Jn. 20:29). Nosotros creemos "por la palabra de ellos" (Jn. 17:20). Jesús se manifestó a estos testigos y "no a todo el pueblo" (Hech. 10:41). Pedro escribió su primera epístola a miles de cristianos que vivían en Ponto, Galacia, Capadocía, Asia y Bitinia. Referiendo a Jesucristo, dijo: "A quien amáis sin haberle visto" (1 Ped. 1:1, 8).

Amigo lector, ¿será suficiente para tí el testimonio de los cuatro evangelios? Mateo escribió 1,068 versículos y en 644 de estos aparecen las palabras de Jesucristo. Apuntó 35 de las parábolas de Jesús y 20 de sus milagros. Marcos escribió su evangelio con la ayuda de Pedro. Lucas investigó con diligencia todas las cosas concernientes a la historia de Cristo desde su origen, los puso en orden, los escribió para que toda la raza humana pudiera conocer bien la verdad de lo que Cristo realmente dijo e hizo (Luc. 1:1-4). Juan escribió al final de su evangelio, "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Jn. 20:30-31). ¿Serán suficiente estas señales para que tú puedas creer?

Resulta difícil juzgar voces y apariciones, si son de Dios o no. ¿Será la voz de Dios o del diablo? Aquellos que rechazan la verdad revelada en la Biblia están vulnerables para ser engañados. A los que no aman a la verdad, Dios les envía un poder engañoso para que crean mentiras (2 Tes. 2:11-12). Además el diablo se disfraza como ángel de luz (2 Cor. 11:15). Los evangelios son mucho más confiables que voces y apariciones luminosas.

Las experiencias religiosas no nos hacen aceptos ante Dios ni comprueban que vamos bien (Mat. 7:21-23). Las palabras de Dios valen más que todas las experiencias, sanidades y milagros que hay en el mundo. Lástima que muchos, antes que leer la Biblia, prefieren viajar y pasar todo el día bajo el sol para ver una supuesta aparición o una pintura que alegadamente llora sangre. Van a cultos y pasan horas escuchando cuentos de "El Señor me apareció" o "Tuve un sueño".

No. La fe no viene por ver a "Cristos" que aparecen de noche, ni por escuchar voces, ni por observar semejanzas en las nubes o en una palma. La fe viene por oir la Palabra de Dios (Rom. 10:17). Pues Pablo pregunta, "¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?" (Rom. 10:14). ¡Gracias a Dios por su Palabra y por aquellos que la predican!

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