LA VIOLENCIA EN EL HOMBRE Y COMO CONTROLARLA

D. S. de Alamo

El nivel de violencia en el mundo entero es alarmante en extremo. Contribuyen a su auge aterrador no sólo los hombres a quienes les gusta pelear y guerrear sino también muchos ciudadanos promedios. ¿Estallará esta violencia de los hombres en una conflagración mundial? ¿En una tercera guerra global?

 

Pelean los esposos. Mengua el amor entre ellos. Se crea un ambiente cargado de frustración, frialdad y violencia emocional, a veces, aún física. Fracasan totalmente más de¡ cincuenta por ciento de los matrimonios.

 

Pelean los hijos con los padres, los padres con los hijos y los hijos entre sí. ¿Los resultados funestos? Hogares destruidos. Maltrato de niños. Maltrato de padres. Enajenación. Vidas infelices, torcidas, mal encaminadas y más violencia.

 

De disposición violenta son los que quebrantan la ley, asesinando, robando y violando los derechos de otros.

 

Promueven la violencia los que fomentan pugnas raciales y conflictos ideológicos.

 

La amenaza de repentina destrucción violenta es real para muchos pueblos cuyos líderes se preparan para la guerra comprando cantidades enormes de armas y adiestrando a sus ejércitos para la batalla.

 

¿Por qué es violento el hombre? Hasta los más pacíficos en algunas ocasiones habrán hablado o actuado con violencia. ¿A qué se debe tanta violencia? Hay quienes nos aseguran que la agresividad violenta en el hombre se debe al instinto natural de luchar, sobrevivir y sobreponerse, instinto gobernado, según explican, por las leyes de la evolución -las mismas leyes, nos dicen, que imperan en los animales. Otros afirman que el hombre es malo y violento por naturaleza, que nace así, siendo heredero, según moralizan, de¡ pecado original. Si es correcta la primera explicación, entonces no podremos evitar la violencia, pues la naturaleza misma la habrá preordenado, o preprogramado, en las sustancias químicas de nuestras células. De ser correcta la segunda, tampoco podremos evitarla, pues el pecado hereditario nos llevaría inevitablemente a ella.

 

Pero, ¿alientan y satisfacen estas dos explicaciones? De modo alguno. ¿No puede el hombre domar el animal feroz dentro de si? De cierto puede. Se sabe que puede. Si puede, entonces ¡debe! No hay fuerza o ley alguna que nos haya predestinado a la violencia.

 

Reducir el nivel de violencia y hostilidades en nuestros pueblos es imprescindible, a no ser que explote esta bomba de tiempo y centenares de millones sufran las consecuencias indecibles. ¿Dónde se empieza? Bien pudiera uno juntarse a organizaciones pacifistas y marchar con los incontables miles que se oponen a las guerras y las armas nucleares. Con todo, tal vez lo más indicado sea que cada cual comience a eliminar la violencia, o poca o mucha, de su propia vida. ¿Cooperará usted?

 

Si lo quiere lograr en su propia vida, se sugiere que comience con el corazón mismo, pues en el se originan todas aquellas emociones agresivas y egoístas -la ira, el rencor, el celo, la venganza, el odio, los prejuicios- que nos inducen a la violencia. Cuando arden tales emociones en su corazón, actúe en seguida para controlarlas. Estudie bien su causa. Esfuércese en corregirla, no dejando nunca que las emociones dañinas se adueñen de su corazón y le conviertan en ser violento y destructor. Muchas circunstancias indeseables de la vida cotidiana -frustraciones, injusticias, desengaños - pueden provocar en nosotros una reacción violenta, pero el que es dueño de su corazón todo lo domina y goza de paz. No diga nunca: ""Soy persona airosa, violenta, de poca paciencia", pues, al decírselo a sí misma, o de sí misma, repetidas veces, a lo mejor se sugestionarla a sí misma. Si el cuadro mental que tiene de su propia persona es el de un ser, violento, sustitúyalo con el de un ser de paz.

 

El corazón que se alimenta de la violencia será violento. Por lo tanto, si se quiere un corazón libre de la violencia es preciso controlar lo que entre en el. Películas, programas de televisión, libros y revistas que glorifican la guerra, y presentan escenas escalofriantes de homicidios, suicidios, ultrajes, sadismo, tortura, y brutalidad tienden a deshumanizar, a desplazar los sentimientos nobles y a convertir el corazón en un depósito de cuadros negros de violencia. Del corazón ennegrecido e inflamado ¿qué puede brotar sino más violencia? Es como un volcán activo que en cualquier momento arrojará su fuego y azufre sobre la sufrida humanidad.

 

Las estadísticas lo confirman: En los que se emborrachan y usan drogas hay una tendencia marcada de cometer actos violentos, tanto contra sí mismos como contra sus semejantes. ¿Quiere controlar la violencia en su propia vida? Será imprescindible que domine los hábitos que engendran la violencia. En las botellas de ron, whisky, vodka, etc. hay peleas, machetazos, puñaladas y muerte; hay accidentes, divorcios y sufrimientos sin fin. En la cocaína, la heroína y la marihuana hay robos, violencia sexual, homicidios y mentes y cuerpos destruidos. Líbrese de las garras de los vicios si quiere erradicar la violencia de su vida.

 

Habiendo controlado la violencia en su ser interior, le será mucho más fácil controlarla en el medio ambiente en que se desenvuelve. Por ejemplo, dejará de pelear con su cónyuge sobre tonterías de poca o ninguna importancia. Poniendo toda diligencia, acabará con los conflictos violentos que pudieran suscitar en su propio matrimonio. No, tratará jamás a sus hijos con crueldad. Aún cuando tenga que disciplinarlos lo hará con cordura y paciencia, nunca con ira descontrolada. Son suyos. Existen y viven porque usted los engendró. ¿Cómo pudiera ser violento con ellos? ¿Cómo pudiera enseñarlos con violencia?

 

Esforzándose y disciplinándose a sí mismo, no permitirá que salgan de su boca palabras toscas, insultos y maldiciones cuando habla con su cónyuge, sus hijos y sus conocidos, pues las palabras malas contribuyen mucho a la violencia que hay en el mundo.

 

En el ámbito de las filosofías políticas-económicas, respetará el derecho innato de los demás a sus propias opiniones y convicciones. Es inconcebible que tomara armas para amenazar y matar a los que no estuvieran de acuerdo con usted. ¿Quién le ha dado potestad sobre la vida de otros seres humanos? El derecho que tiene usted de vivir en este planeta, sin ser víctima de la violencia política-racial-social, ¿no lo tienen ellos también? Como pueden estar desorientados y equivocados, también lo puede estar usted. Como puede usted conocer una vida mejor, también la pueden conocer ellos, dada la oportunidad. Menos rifles, ametralladoras y bombas, menos guerrilleros y soldados, más diálogo sano y sincero, más intercambio de ideas y el análisis imparcial, sabio, de ellas , más pacificadores, es lo que le hace falta al mundo, ¿no le parece? Muchos de los abusos e injusticias que hay en nuestras sociedades pueden ser corregidos mejor en las cortes y por otras vías pacíficas que por medio de la violencia.

 

Si está decidido a renunciar y a denunciar la violencia, quizás quisiera unirse a los demás que han tomado esa misma decisión. Es posible que no le agrade la idea de "iglesia" aunque pertenezca, por lo menos de nombre, a una. La verdad lamentable es que no pocas iglesias con sus líderes apoyan, a veces, la violencia, aún la guerra, si por medio de ella se defienden, se sostienen o se echan adelante sus ideales particulares. (En pleno siglo 20, "los católicos" y "los protestantes" pelean en Irlanda, y "los musulmanes" y «los cristianos» en el Líbano.) La historia de algunas es manchada con la sangre de los que cayeron en «guerras santas» ( ¡Como si pudiera haber tal cosa!). Aún a estas alturas, no pocas se inmiscuyen en la política donde se alinean con los partidos y movimientos de su preferencia.

 

Desde luego, la iglesia original, tal y como Cristo la estableció, no era así. Humildemente, pero con convicción, se lo decimos: Somos esa iglesia. Apolítica, por naturaleza. Contra la violencia y la guerra. Hasta donde nos sea posible, queremos vivir en paz con todos los hombres (Romanos 12:18). Trabajamos para ayudar a todos los hombres a controlar y a erradicar la violencia para que todos nosotros los seres humanos con nuestros hijos podamos vivir "quieta y reposadamente" en este mundo (1 Timoteo 5:2). Sobre todo, procuramos vivir en paz para tener derecho a morar eternamente en el mundo perfecto de¡ futuro, mundo nuevo en el cual jamás habrá manifestación alguna de violencia.

 

Muy diferente esta iglesia, la iglesia de Cristo. Sin bullicio. Libre de partidismos y conflictos ideológicos políticos. Regida por el Nuevo Testamento el cual fue sellado con la sangre de Cristo. Usted también puede unirse. Sólo hay que "nacer del agua", es decir, zambullirse en las aguas de¡ bautismo, y "nacer del Espíritu", o sea, sumergirse en las enseñanzas de¡ Espíritu Santo (Juan 3:1-8). Haciéndolo, quedarán perdonados todos sus pecados pasados (Hechos 2:38), aún los actos más violentos. Pablo fue "blasfemo, perseguidor e injuriador, mas fue perdonado (1 Timoteo 1: 13). Usted también puede ser perdonado. Luego, como "nueva criatura" en Cristo (2 Corintios 5:17) podrá obrar para el bien de la humanidad y la paz eterna para su propia alma.

 

"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9). "Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz" (Santiago 3:18).

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